¿Hay que compadecer a los pobres hombres occidentales «atrapados» en Japón?

Día de los padres en la guardería Eirfan (1)

Imagen por cortesía de Wikimedia Commons.

Un reciente artículo en el Japan Times ha causado conmoción entre la comunidad angloparlante del país.

Titulado «Dediquemos un pensamiento a los hombres occidentales atrapados en Japón», el artículo documenta lo dura que puede llegar a ser la vida para los hombres occidentales que consiguen trabajo como profesores de universidad, se casan, y después les resulta muy difícil —o imposible— volver a sus países de origen.

El artículo menciona el ejemplo de «Jim, un norteamericano de algo menos de 30 años»:

Jim… used to be a very passionate young man. He claimed he was a communist — a Stalinist, even. He would engage in endless political debates during smoking breaks and drinking sessions. He dreamed of graduate school, an academic career and, one day, even leading a riot. But instead, he got married to a Japanese girl and already had children by the time he graduated. She did not want to leave Japan and insisted he earn a stable income, so he ended up teaching English somewhere in the sticks, far from any big university. “It is only for the time being,” he insists, but it’s difficult to see how he will ever have the money or mobility to realize his dreams.

Jim… era antes un joven apasionado. Dice que era comunista, incluso estalinista. Participaba en interminables debates políticos durante las pausas para fumar y las reuniones para tomar copas. Soñaba con la escuela de posgrado, con tener una carrera académica, e incluso algún día, liderar una revuelta. Pero en lugar de eso, se casó con una chica japonesa y ya tenía hijos cuando acabó la carrera. Ella no quería abandonar Japón e insistía en que buscara un trabajo estable, así que él acabó enseñando en algún sitio aislado, lejos de cualquier universidad importante. «Solo es de momento», insiste, pero cuesta imaginar cómo se las apañará para conseguir algún día el dinero o la movilidad que le permitan realizar sus sueños.

Olga Garnova, estudiante de la universidad Temple y autora del artículo, dice: «Japón puede ser el mejor lugar del mundo para unos, pero para otros puede ser una trampa. Y a veces creo que los hombres occidentales caen mucho más fácilmente en esta trampa que las mujeres».

Mientras que Japón contrata trabajadores temporales en China y otros países asiáticos para trabajar —a menudo muy mal pagados— en la agricultura y la industria, la inmensa mayoría de occidentales que vienen a Japón trabaja en la enseñanza. El objetivo es subir en el escalafón, de impartir clases de conversación en inglés a conseguir plazas en facultades y escuelas universitarias.

El problema es que, al igual que en Norteamérica, las condiciones de trabajo de los profesores de universidad en Japón han sufrido cambios fundamentales en los últimos 20 años.

Conforme la población japonesa envejece y la tasa de nacimientos disminuye, también se reduce el número de matriculas en las universidades. Para ahorrar costes, los administradores están optando por hacer a los profesores contratos a tiempo parcial con menor salario.

El cambio en las condiciones de trabajo ha dificultado que los occidentales se establezcan de forma estable en Japón. Pero después de llevar tiempo lejos del mercado de trabajo de su país, también puede resultar difícil que se den las condiciones adecuadas para volver.

Incluso en el caso de los profesores que consiguen empleos estables, Garnova sugiere que la vida en Japón puede ser complicada.

El artículo habla de los desmedidos horarios de trabajo, el supuesto interés por el dinero de las mujeres japonesas y la brecha cultural a la que se enfrentan algunos occidentales poco familiarizados con otras culturas:

Japanese men have it tough, but foreigners might have it even worse. Unlike Japanese, who have been raised in the culture of strict gender roles and long work hours, foreigners — especially Westerners — may have very different expectations, lifestyles and ideals.

Los hombres japoneses lo tienen duro, pero los extranjeros lo tienen aún peor. A diferencia de los japoneses, que se han criado en una cultura de estrictos roles según el sexo e interminables horas de trabajo, los extranjeros —sobre todo los occidentales— pueden tener expectativas, estilos de vida e ideales muy distintos.

¿Cuál es la solución? Según Garnova:

Having non-Japanese friends and co-workers helps a lot. Not only can you use your native language, but the patterns of communication, expectations and levels of self-disclosure tend to be quite similar, and therefore it is often easier to build and develop relationships. The fact that we are all foreigners here “in the same boat” is a perfect icebreaker.

Tener amigos y colegas de trabajo no japoneses ayuda mucho. No solo puedes utilizar tu lengua materna, sino que los patrones de comunicación, las expectativas y los niveles de confianza en los demás tienden a ser similares, y por tanto a menudo es más fácil construir y desarrollar relaciones. El hecho de que aquí todos seamos extranjeros que «estamos en el mismo barco» es ideal para romper el hielo.

Pero quizás lo más importante es admitir y aceptar que nunca se integrarán completamente en Japón.

Las reacciones en los medios sociales han sido mayoritariamente negativas:

Cuidado – Leer esto puede causar micro agresiones y daños cerebrales

Al Japan Times debería darle vergüenza imprimir semejante basura: «Dediquemos un pensamiento a los hombres occidentales atrapados en Japón»

Al principio pensaba que era una parodia de @ThePoke… ¡¡¡Dediquemos un pensamiento a los hombres occidentales atrapados en Japón!!! Madre mía.

El Japan Times, diario en inglés, ha desempeñado un importante papel entre la comunidad de expatriados en Japón durante más de cien años. Antes de que existiera Internet era la versión impresa del Japan Times lo que utilizaban los expatriados para buscar trabajo, comprar y vender sus pertenencias cuando llegaban o partían del país, mantenerse al tanto de lo que sucedía en el mundo y en general, seguir conectados con el mundo exterior.

El impacto que ha tenido Internet en los medios tradicionales de todo el mundo no ha hecho una excepción con el Japan Times. Aunque el periódico sigue siendo popular entre los estudiantes del inglés, el número de lectores ha disminuido a lo largo de la pasada década. El periódico intenta en ocasiones incitar a los lectores a pulsar en sus enlaces publicando artículos chocantes.

Uno de los comentarios mejor valorados del artículo principal del Japan Times dice:

Instead of isolating yourself from Japanese people to protect your sanity, which this author appears to be suggesting, I would suggest a different approach.

People, after all, are not that different from each other. People all over the world appreciate, for example, things like kindness and honesty. So try to find those in Japanese people. And try to show Japanese people that you, too, have those qualities.

In other words, try to see they are the same as you, try to show you are the same as them.

En lugar de aislarte de los japoneses para proteger tu salud mental, que es lo que parece sugerir la autora, yo propondría una estrategia muy distinta.

Después de todo, las personas no son tan distintas unas de otras. En todo el mundo la gente aprecia, por ejemplo, cosas como la amabilidad y la honestidad. Intenta encontrarlas en los japoneses. E intenta mostrar a los japoneses que tú también posees esas cualidades.

En otras palabras, intenta ver que son iguales a ti, intenta mostrar que tú eres igual que ellos.

Eido Inoue, un estadounidense nacionalizado japonés, es más duro en su crítica al artículo del Japan Times:

These I-don't-wanna-try-to-fit-in foreigners, with their own private lost decade(s) in Japan, prioritized alcohol, debauchery, and the English Internet. They were then forced to double down and say that yes, they CHOSE to not learn Japanese and do The English Life because that's the better path. Because not to affirm this would be to admit they wasted their prime years, having been given a unique and rare opportunity of life in another rich and wonderful country, and settled for less — the quick and easy and superficial route.

Esos extranjeros no-quiero-adaptarme, con su propia década(s) perdida en Japón, priorizaron el alcohol, el libertinaje e Internet en inglés. Entonces se vieron forzados a redoblar la apuesta y decir que sí, que fueron ellos los que ELIGIERON no aprender japonés y llevar una vida en inglés porque era el mejor camino. Porque decir lo contrario habría sido admitir que desperdiciaron sus mejores años, aunque habían tenido la rara y única oportunidad de vivir en otro país, rico y maravilloso, y optaron por la mediocridad: el camino rápido, fácil y superficial.

Jake Adelstein, periodista, escritor de novela negra y bloguero norteamericano, que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en Japón, dice que en cualquier caso, volver a casa no siempre resuelve estos problemas de los hombres occidentales.

Ninguna sociedad te acepta completamente. Japón valora la reciprocidad y el decoro. Si tú también los valoras, puedes encajar.

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