Nicaragua: Después del Terremoto de 1972

El 23 de diciembre de 1972, un fuerte terremoto con una magnitud de 6.2 golpeó Managua, Nicaragua, matando a 5,000 personas, dejando 20,000 heridos y dejando 250,000 personas sin hogar. El blogger nicaragüense Homero solo era un niño en aquel momento, pero mantiene el recuerdo de los hechos después del terremoto y que él describe en un reciente artículo en su blog Ventana de Homero.

Cuando logramos salir a descampado a un patio detrás de mi casa, pudimos observar que el cielo estaba rojo y la atmósfera cargada; los vecinos comenzaron a juntarse; la mayoría estaban con ropas de dormir y algunos niños lloraban asustados. Mi padre me dijo en tono serio: «Es un terremoto hijo, Managua debe estar destruida» y era cierto.

La familia salió en su automóvil para ver como estaban los abuelos que vivían al otro lado de la ciudad. Cuando iban por ese camino, vieron mucho dolor en las calles oscuras de la capital.

Por primera vez miraba como en una película lenta y en blanco y negro; como la gente deambulaba sin rumbo por las calles; otras desesperadas rascaban con su manos los escombros buscando a sus familiares enterrados bajo las lozas y bloques de cemento. Pude ver como en unos carretones de madera trasladaban muertos y heridos y todo el mundo imploraba; «llevenos al hospital» y nosotros no podíamos hacer nada.

Los vecinos se organizaron para proveer agua y frazadas a las personas que las necesitaban, y también organizaron equipos de búsqueda para rescatar a los fallecidos y a los heridos. Homero también notó que no había un solo miembro de la Guardia Nacional en las calles, lo que sólo aumentó al caos.

Los ladrones aprovecharon la madrugada para asaltar las tiendas y robar lo que encontraban; al principio no sabía, miré un hombre sucio y sin camisa cargando un televisor por las calles y mi padre me dijo: Ahí va un ladrón. ¿Y como lo sabes? le pregunté, por que nadie en estas situaciones se preocupa salvar un televisor. Eso solo era el comienzo de la ratería que se desató en los días posteriores; mientras los ladronzuelos de los barrrios hacían su «diciembre» Somoza y sus secuaces se robaban la ayuda humanitaria de los danmificados del terremoto de Managua.

Homero concluye su post con una reflexión sobe el legado que el terremoto dejó hace 37 años:

Nicaragua no solo había perdido miles de sus hijos; también perdió su capital, la novia del Xolotlán y ningún gobierno le ha podido devolver su centro ni su belleza.

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