Trinidad y Tobago: manifiesto contra los abusos sexuales

El caso de una niña de 12 años [en], que recientemente dio a luz al hijo de su padrastro en Guyana, ha conseguido que la revista Outlish hable sobre el feminismo, la educación y la realidad cotidiana de las mujeres del Caribe y que al mismo tiempo la periodista y bloguera Lisa Allen-Agostini diga que ya es hora de manifestarse en contra del abuso sexual infantil.

Escribiendo para Outlish, Tonya Haynes, la coordinadora del CODE RED for gender justice (Código rojo para la justicia de género) [en], habla sobre su primera reacción al oír la noticia:

Los periódicos informaban de que tras la intervención [de cesárea] ella descansaba tranquilamente. No estoy segura de lo que querían decir con eso pero lo que sé es que esa noticia me inquietó.

¿Qué pasa con su derecho a una vida sin violencia? ¿Por qué el entorno de esta chica no la protegió de los abusos sexuales? Cuando lo descubrieron, ¿por qué permanecieron en silencio? ¿Qué pasa con su derecho a una vida sin violencia?

Por eso soy feminista. Porque sé las respuestas a estas preguntas y no me gustan.

Explica que el problema no es solo sexual:

Porque todos los intentos de convencerme de que no existe desigualdad de género en esta región y de que hemos llegado a una paz global con otras formas de desigualdad ya me los conozco muy bien.

Sé que se da una relación jerárquica entre niños y adultos. Esperamos que ellos sean vistos pero no oídos. Les decimos que conozcan su lugar y no los protegemos totalmente. ¿Cómo de seguros son los espacios públicos para las chicas adolescentes? ¿Y para los jóvenes gays, lesbianas y transexuales? ¿Y para los chicos jóvenes con ganas de comerse el mundo? Por dios, ¿y para las mujeres que solo quieren hablar o hacer ejercicio en paz?

Por eso soy feminista. Porque se debe corregir cualquier forma de desigualdad o discriminación y porque la desigualdad de género sustituye otras formas de opresión.

Aclaremos un poco todo esto.

Según Sir Hilary Beckles, el director de la Universidad de las Indias Occidentales (en inglés, University of the West Indies) del Campus de Cave Hill, solo un 10% de los caribeños entre 18 y 30 años acceden a la educación superior [en]. Mientras estamos ocupados calculando el índice de masculinidad de la educación universitaria, nos olvidamos de que la mayoría de los caribeños (hombres y mujeres) ni siquiera tienen acceso a la universidad. Ahora que no estoy diciendo que descubrir por qué hay tantos chicos jóvenes que abandonan la educación no sea importante, porque lo es.

Lo que digo es que también necesitamos hablar del 90% de mujeres y hombres que no tienen acceso a esa educación. Necesitamos hablar sobre el esquema Ponzi [en] que es el examen de acceso común que deben pasar la mayoría de los niños a los 11 años. Necesitamos hablar sobre cómo este sistema, en esencia, los aleja del acceso a la educación en primer lugar.

Este artículo continúa detallando la experiencia de CatchAFyah, la reunión de las nuevas generaciones de feministas [en], que se celebró recientemente en Barbados:

Aprendimos las unas de las otras. Tracey-Ann de Jamaica contó cómo a pesar de que su madre le apoyaba en su defensa por los derechos humanos, ella le había pedido no aparecer en televisión identificándose como lesbiana. La seguridad es una negociación diaria entre parejas, familia y entorno.

Ifasina de Belice dijo que a causa del trabajo de prevención de VIH de su organización, los miembros de estos grupos estaban estigmatizados por ser todos seropositivos. Ellos seguían, convencidos por la importancia de su trabajo. Sin embargo, no solo fueron premiados por ONUSIDA gracias al trabajo en su comunidad, sino que también se ganaron a los miembros de su comunidad que ahora los buscan para que les hablen de educación sexual, la cual ellos brindan in situ en ferias y fiestas.

Estos actos cotidianos de valor conforman y mantienen el feminismo en el Caribe.

Lisa Allen-Agostini, que escribe para un importante periódico, reproduce su artículo más reciente [en] sobre el abuso sexual infantil porque:

Mi columna en el Trinidad Guardian de hoy se supone que tenía que ser publicada en su integridad y no ha sido así. La falta de información hace muy complicada su lectura y estoy segura de que esto no tendrá ningún sentido para el que lo lea allí. Por eso estoy aquí para volver a poner la columna con toda la información. También deseo que esto vaya mucho más allá ya que trata del abuso sexual infantil y nunca podemos hablar demasiado sobre ese tema.

Haciendo referencia al famoso caso Sandusky [en] en Estados Unidos, ella habla de la importancia de romper el silencio sobre este asunto:

Nosotros en Trinidad y Tobago podemos pensar que la historia de Sandusky es algo de otro planeta y que esto nunca podría ocurrir aquí. Estaríamos muy equivocados. Justo en este momento se está produciendo abuso sexual infantil en este país [en]. No muy lejos de usted, en alguna parte hay un niño o una niña siendo seducido/a por alguien en quien confía, seducido con dulces, con dinero, con hierba o con consolas PS3, y con amor, o algo parecido a todo esto. Este amor fingido es lo que atrae a estas víctimas y hace que se callen. Porque aquel que los seduce parece preocuparse por ellos y a veces mucho más que sus propios padres y sus hermanos. Estos monstruos les darán abrazos, les darán palmaditas en la espalda y les regalarán los oídos. Sabrán lo que un niño quiere y lo harán sin descanso, y ellos se llevarán lo que quieren.

Ella destacan que en el caso Sandusky, «lo más horrible no es el silencio de las víctimas, sino el silencio de su entorno»:

Los testimonios del Gran Jurado hablan de historias de personas que sorprendían a Sandusky encima de los niños duchándose con ellos, teniendo sexo oral con ellos o violándolos. Algunos informaron de lo que ellos habían visto a un superior, pero esos superiores no hacían lo que la ley ordena: informar de ello a la policía, investigar y tomar medidas para proteger a los niños que podrían haber sido acosados sexualmente (hubo un caso en el que una madre informó de ello a la policía, la cual posteriormente abandonó la investigación).

Sabes que si un niño dice que un adulto respetado está haciéndole sentir incómodo/a, ¿cuál es su primer impulso? ¿Hacer preguntas o dejar de lado al niño? ¿Escuchas al silencio o lo reconstruyes tú mismo? Sea cual sea el resultado del juicio de Sandusky, nos encontramos con algo que debemos eliminar de esta espantosa historia: Rompe el silencio [en].

Como conclusión, Tonya Haynes señala [en] que:

El feminismo caribeño no es ningún monstruo comehombres gigante y peludo con ganas de abrirse camino hasta la cima y con ansias de destruir la familia y la sociedad por el camino. Se trata de un movimiento de diferentes mujeres (y hombres) normales que comparten el privilegio de pasar dos días con gente apasionada, valiente y comprometida con el cambio que ellos quieren ver.

¿Quién no querría formar parte de eso?

La imagen en miniatura que se utiliza en este artículo, «feminismo» [en], fue realizada por Jay Morrison, desarrollada con Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.0 Genérica (CC BY-NC-ND 2.0). Visita el photostream de flickr de Jay Morrison [en].

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