El rol de las policías comunitarias en las luchas emancipatorias de pueblos indígenas en México

Manifestación en Ostula, México

Manifestación en Ostula, México. Foto tomada de la cuenta en Flickr de bradpose2 y tomada bajo licencia Creative Commons.

Recientes acontecimientos en México han evidenciado graves violaciones de los derechos humanos de comunidades indígenas. El más reciente de ellos en Santa María de Ostula, Michoacán, donde la comunidad indígena que habita esa localidad denunció haber sido víctima de un ataque por parte del Ejército mexicano, en un operativo que tenía como objetivo detener a los líderes de las policías comunitarias o autodefensas de la región.

Las policías comunitarias no son extrañas en América Latina, y se definen regularmente como sistemas autoorganizados de seguridad, que se guían por los usos y costumbres de las comunidades y son gestionadas por sus propias estructuras de gobierno. En su mayoría, estos modelos alternativos de seguridad nacen para atender problemáticas locales que no han sido resueltas por los cuerpos policiales institucionales. Las policías comunitarias en México comúnmente surgen para enfrentar al crimen organizado, que ha incursionado en distintas comunidades del país.

En una petición en línea que actualmente circula en la red, solicitando la liberación de Semeí Verdía Cepeda, comandante de la policía comunitaria que fue aprehendido en los hechos recientes de Santa María de Ostula, Michoacán, se lee:

La comunidad indígena de Santa María de Ostula, como muchas otras poblaciones en el país, ha sufrido el acoso sistemático de grupos criminales, principalmente aquellos vinculados con el narcotráfico. Esta situación llevó a sus habitantes, ante la incapacidad de las instituciones de seguridad pública en su entidad y en el país, a organizarse en Policía Comunitaria.

Al día de hoy, la comunidad ya no solo padece el acoso de grupos criminales sino que se encuentra también bajo el asedio de la Policía Federal y el Ejército Mexicano.

Esta no es la primera ocasión que las fuerzas militares mexicanas son acusadas de uso excesivo de la fuerza e incluso participación en actividades delictivas, sobre todo desde que se les asignaron tareas de seguridad pública. A ello hace referencia el siguiente afiche del caricaturista mexicano Helio Flores, difundido en Twitter:

En parte, la falta de confianza en las instituciones de seguridad fue lo que llevó al municipio de Chéran, Michoacán a instaurar un autogobierno y un esquema de autodefensa comunitaria, y en este mismo sentido, lo que ha inspirado a otras comunidades indígenas a manifestar su interés en seguir el ejemplo cheranense.

Muestra de ello es el pueblo indígena zoque perteneciente a San Miguel Chimalapa, Oaxaca, quienes mediante un comunicado publicado en su blog anunciaron la creación de un Comité Comunitario por la defensa de su territorio comunal y sus bienes naturales, en rechazo a las autoridades municipales y a los partidos políticos presentes en la región:

Nuestro Comité surge por la preocupación e indignación de ver cómo nuestras propias autoridades comunales y municipales de San Miguel Chimalapa, se han vendido a los intereses del gobierno de Oaxaca, y se han preocupado más por repartirse entre ellos y entre sus familiares y amigos, recursos, programas y proyectos, sin preocuparse por la impune invasión, el despojo y la destrucción de nuestro territorio ancestral y de nuestros bienes naturales.

Estas luchas emancipatorias, y otras tantas agrupadas en el Frente de Pueblos Indígenas tales como las de la comunidad otomí de San Francisco Xochicuautla en el Estado de México, quienes están en contra de un proyecto carretero privado que afectaría el bosque, y los territorios endémicos del pueblo indígena; la del pueblo huichol en la zona de Wirikuta, en defensa de su territorio sagrado frente a la incursión de megaproyectos mineros; y la de la Tribu Yaqui en Sonora, que centran su lucha en contra de la construcción del Acueducto Independencia, ya que atenta contra la vida y cultura de la comunidad; nos invitan a cuestionar la vigencia del sistema económico y político predominante.

Estas historias de tenacidad y resistencia muestran lo necesario que es instaurar esquemas alternativos de convivencia que promuevan la paz, respeten la libre autodeterminación de los pueblos, y garanticen los derechos humanos. Pero para que ello suceda, es indispensable primero conocer sus luchas y legítimas demandas.

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