«Póngase del lado correcto en la lucha de los oprimidos»: Una carta a John Kerry desde la cárcel de Kilinto, Etiopía

Scan of original letter from Natnael Feleke.

Escaneo de la carta original de Natnael Feleke.

El 25 de abril de 2014, nueve blogueros y periodistas fueron arrestados en Etiopía bajo acusaciones de «incitar al desorden público a través de los medios sociales» y «recibir apoyo de un gobierno extranjero». Todos los detenidos habían trabajado con Zone9, un blog colectivo que cubría cuestiones sociales y políticas en Etiopía y promovía los derechos humanos y la responsabilidad del gobierno. En julio de 2014, los nueve detenidos fueron imputados con arreglo al código penal del país y la Proclamación contra el Terrorismo de 2009.

La siguiente carta, dirigida al secretario de Estado estadounidense John Kerry, fue escrita por el estudiante de economía Natnael Feleke, en diciembre de 2014. Miembro fundador del colectivo de blogueros Zone9 y autor de Global Voices, Natnael ha pasado un año en la cárcel.

Natnael habló con Kerry durante un acto público en la Universidad de Adís Abeba en 2013, donde estudiaba antes de ser arrestado. Su encuentro con Kerry ahora se ha convertido en parte de la causa en su contra. En esta carta, sacada clandestinamente de la cárcel de Kilinto, donde Feleke permanece detenido, pide al gobierno de Estados Unidos que reconsidere su apoyo al gobierno etíope. El siguiente texto ha sido editado solo en cuanto a gramática y ortografía.

Estimado Sr.:

Permítame comenzar expresando mi gratitud y la de mis amigos aquí en la cárcel de Kilinto, por la preocupación que usted y su gobierno expresaron por nuestro arresto.

En 2004, la primera vez que oí hablar de usted fue durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Aunque yo sabía poco sobre la política estadounidense (o la política en general), hablaba de las campañas y los posibles resultados de las elecciones con mis compañeros de clase. Pocos meses después, se celebraron las históricas elecciones nacionales etíopes de 2005. Estas elecciones se diferenciaron de las anteriores en que el proceso hasta la jornada electoral fue mayormente democrático. Esto hizo que muchos etíopes esperasen presenciar el primer cambio democrático de gobierno en la historia del país. Pero no fue así. Tras darse cuenta de que se equivocaron al calcular poder ganar las elecciones sin fraude, el verdadero rostro del régimen resurgió. Desgraciadamente, las secuelas de las tan esperadas elecciones fueron el derramamiento de sangre de la población civil y la detención de miles de personas, incluidos periodistas y líderes de la oposición. Con solo diecisiete años en aquel entonces, las elecciones me proporcionaron la primera experiencia real de práctica democrática donde pude comprender el significado de los acontecimientos. También dejaron en mí un deseo de seguir y considerar seriamente la situación política que se vive en el país.

Se podría decir que fue este interés y compromiso lo que llevó a mis amigos y a mí a encontrarnos y formar el grupo activista de blogueros en favor de la democracia que llamamos Zone9. Los nueve miembros de Zone9 somos jóvenes y grandes apasionados por contribuir al proceso de democratización del país. Fue con el objetivo de crear una plataforma para que los demás jovenes etíopes debatieran temas políticos, económicos y sociales del país que lanzamos nuestro blog, con el lema ─ «Blogueamos porque nos importa».

Aunque nuestro arresto se produjo casi dos años después del lanzamiento del blog, el blog estuvo bloqueado en Etiopía desde el principio. Pensando que se trataba de una interferencia no demasiado sorprendente, continuamos compartiendo nuestras opiniones y campañas sobre diferentes temas a través de los medios sociales. Finalmente, por supuesto, el régimen tomó la drástica medida de arrestar a seis de los miembros de Zone9 y tres periodistas que no tienen nada que ver con Zone9. Siempre que los etíopes exigen y ejercen sus derechos constitucionales abiertamente, el régimen recurre a su aparato de seguridad para silenciarlos. Esto fue lo que ocurrió en nuestro caso. Ahora nos enfrentamos a condenas desde quince años a cadena perpetua, o incluso la pena de muerte.

Natnael Feleke with John Kerry, 2013.

Natnael Feleke con John Kerry en 2013.

Tras conocerle en la Universidad de Adís Abeba, el actual ministro de Relaciones Exteriores me invitó junto con un par de amigos a su oficina para una discusión libre en la que manifesté mi preocupación por las deliberadas tácticas que el régimen emplea para impedir que los jóvenes ciudadanos participen libremente en política, convirtiéndolo en un compromiso arriesgado. Intenté poner de relieve el impacto negativo que esto inflige sobre la esfera política. Le dije que arriesgaba mucho simplemente por expresar libremente mis opiniones. En ese momento, mi detención era solo una posibilidad abstracta.

El régimen absolutista, utilizando su aparato de seguridad, continúa hoy en día silenciando cualquier forma de disidencia, utilizando la inconstitucional ley antiterrorista promulgada en 2009. Esto ha hecho que sea prácticamente imposible que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos constitucionales sin arriesgarse a una pena de cárcel o ser forzados a exiliarse. A causa del régimen represivo, la constitución etíope no tiene el poder para proteger a los ciudadanos contra abusos psicológicos y físicos.

Es muy común que la policía federal y el Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad (NISS) usen la fuerza para extraer confesiones de los sospechosos a los que están investigando. Mis amigos y yo fuimos víctimas de este tipo de abuso en el centro de investigación criminal de la policía federal, comúnmente conocido como Maekelawi. Los abusos cometidos incluyen golpes con cables eléctricos (después de obligar al sospechoso a desnudarse), obligar a los sospechosos a hacer ejercicio físico intenso, interrogatorios con mínimo descanso y mantener a los sospechosos en régimen de aislamiento, en una oscura habitación de dos por dos, hasta que los sospechosos aceptan incriminarse a sí mismos y a otros. Los sospechosos son sometidos a este tratamiento sin importar de qué delito sean sospechosos, su edad, sexo o estado de salud. Las torturas son más duras en NISS. Sentí una gran agonía cuando supe que tres estudiantes universitarios de Oromo confesaron haber cometido un delito en particular, todo en un esfuerzo por salvar sus vidas. Uno de ellos supuestamente se suicidó durante su detención en el NISS.

Pasamos los primeros 85 días de nuestro arresto en el centro de investigación criminal de la policía federal, donde nos mantuvieron aislados a los nueve en habitaciones que se cerraban con llave todo el día sin acceso a luz natural. Nos daban un descanso de 20 minutos para ir al retrete dos veces al día. En caso de emergencia, había que tener la suerte de encontrar un oficial comprensivo o hacer sus necesidades en un balde dentro de la habitación. Las habitaciones estaban abarrotadas de gente, con sospechosos de todo el país. Dormíamos, comíamos y hacíamos lo que teníamos que hacer en el poco espacio disponible. La asfixia a veces era insoportable. En la última década, no se ha concedido acceso para visitar las instalaciones a ninguna organización humanitaria o de derechos humanos independiente.

La investigación en general fue absurda. Por ejemplo, me preguntaron en varias ocasiones qué tipo de relación tenía con usted, cómo y por qué fui invitado al programa Hardtalk de la BBC, y sobre la pregunta que le hice a usted. Del mismo modo mi relación con el Ministro de Asuntos Exteriores alemán y representantes de otros países y organizaciones internacionales también se incluyeron en la investigación. Mi respuesta a las preguntas de la policía está incluida en mi declaración a la policía. No puedo entender su relevancia en la investigación de un presunto terrorista.

Para serle sincero, el tiempo que voy a pasar en la cárcel no es la cuestión más apremiante en mi mente ahora mismo. Más bien, me preocupa la cantidad de sacrificio adicional necesario para que la comunidad internacional, concretamente su gobierno, asuma una firme postura pragmática en exigir fundamentales avances en el proceso de democratización del país, frente a los miles de millones de dólares que se inyectan al régimen. No quiero que me malinterprete. No es que no aprecie el esfuerzo de asistencia que se remite al proceso de desarrollo en mi país. Es solo que estoy convencido de que solo se puede realizar un seguimiento efectivo de esta asistencia cuando el gobierno rinde cuentas a su gente. Es irónico que el principal receptor mundial de ayuda al desarrollo no tenga mecanismos eficaces de supervisión y de rendición de cuentas.

Además, estoy seguro de que usted comparte la opinión de que las relaciones internacionales deben basarse en valores a los que ambas partes son fieles, si pretenden ser duraderas. En su libro La audacia de la esperanza, el presidente Obama afirma que la verdadera prueba de lo que realmente valoramos es dónde invertimos el tiempo, la energía y el dinero que tenemos. Entiendo la dificultad a la que se enfrenta para lograr un equilibrio entre mantener la seguridad y la estabilidad, y promover la democratización en su política exterior. Pero una estabilidad duradera solo puede lograrse a través de un gobierno elegido democráticamente y una institución estatal en la que el pueblo pueda confiar. Al igual que los intereses nacionales de EE. UU. se basan en los valores fundamentales de libertad y democracia, tengo la esperanza y la confianza de que usted adoptará una nueva postura que forje una relación más clara entre cualquier forma de asistencia y el proceso de democratización.

Dicho todo esto, quiero asegurarle que comprendo que debemos ser principalmente los etíopes quienes demos una respuesta a la cuestión de la libertad y la democracia en Etiopía. En última instancia, es la «voluntad de sufrir y sacrificarse [por nuestra causa]», en palabras de Madiba, la que determinará nuestro destino. La evidencia continúa respaldando la aseveración de que al oprimido pueblo etíope no le queda otra alternativa que la violencia. No creo que responda al interés de la humanidad sentarse y esperar a la gota que colme el vaso. Creo que es hora de que la comunidad internacional, encabezada por su gobierno, se ponga del lado correcto en la lucha por los derechos de los oprimidos.

Atentamente,

Natnael Feleke

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