‘Egipto necesita más que inversiones; Egipto necesita individualismo’

Egyptian protesters praying, photo taken by Jonathan Rashad.

Manifestantes egipcios rezando. Foto tomada por Jonathan Rashad, en febrero de 2012. Publicada bajo licencia creative commons.

I remember once, as a young child burning with nationalistic fervour ignited by anthems and dramatic war adaptions where sacrificing one's life for the country was portrayed as the highest good, I was chanting «May we die so Egypt may live». I also remember being somewhat disgruntled when a family friend looked at me disapprovingly and remarked that we should instead strive to live for Egypt, because without us there is no Egypt, we make up the building blocks of the country. Far from the common romanticised ideas of nationalistic self-sacrifice, this rare bit of reason stuck with me up until now – Sara Labib

Recuerdo que una vez, cuando era una niña que ardía con el fervor nacionalista encendido por los himnos y dramatizaciones de la guerra, donde sacrificar la propia vida por el país se presentaba como el mayor bien, estaba cantando «Que podamos morir para que Egipto pueda vivir». También recuerdo estar un tanto contrariada cuando un amigo de la familia me miró con desaprobación y comentó que deberíamos en cambio esforzarnos por vivir para Egipto, porque sin nosotros no hay Egipto, somos los cimientos del país. Lejos de los frecuentes conceptos idealizados de autosacrificio nacionalista, este poco frecuente pedacito de lógica se me quedó grabado hasta ahora ─ Sara Labib

A mediados de este mes, el gobierno egipcio celebró una conferencia económica de tres días en la localidad turística de Sharm el Sheij, en el mar Rojo. Egipto firmó acuerdos de inversión por valor de más de 138 mil millones de dólares durante los dos primeros días de la conferencia. Los acuerdos deberían ayudar a fomentar el crecimiento económico, lo que debería, a su vez, ayudar a estabilizar el país. Durante la conferencia, el gobierno egipcio dio a conocer planes para construir una nueva capital para el país, un proyecto que costaría 45 mil millones de dólares y tardaría de cinco a siete años en completarse.

Los diarios nacionales dedicaron una cobertura especial a la conferencia. Un autor describía la conferencia como una gran victoria para los egipcios. Otro explicaba el principal motivo del éxito de la conferencia:

لكن الأهم من كل هذه العوامل كان التفاف الشعب المصرى حول قيادته الراهنة، ودرجة التماسك الواضحة التى أبداها فى مواجهة الهجمات الإرهابية الشرسة والدنيئة.

El factor más importante fue la unidad del pueblo egipcio detrás de su actual líder, y el grado de cohesión que demostraron ante los feroces ataques terroristas.

Estos llamamientos a la unidad tras los objetivos nacionales y a dejar de lado los intereses de cada individuo por el bien de la nación llevaron a Sara Labib a escribir un artículo de blog titulado ‘Egipto necesita más que inversiones; Egipto necesita individualismo’. Sara es licenciada en derecho económico e internacional, y escribe sobre temas egipcios en su blog, Tabula Sara:

Before the revolution, and more so thereafter, Egyptians were fed the idea that the interest of the country requires for all to forsake their own personal interests and stand together behind the common good. This is a prevalent theme in a discourse completely lacking in respect for individualism and oblivious to its importance as a conditio sine qua non of progress in a country which has long been plagued by collectivist notions, whether on a societal, religious or political level. Both revolutionaries and those they opposed have this dangerous flaw in common.

Until this very moment, many revolutionaries believe that the failure of the revolution is due to the fact that former participants in the January 25 protests, left the ranks in order to seek their own self-interest. While the establishment of a democratic system was the purported goal of the 2011 uprising, many who took part in it found the idea of political parties a negative divisive factor rather than a necessity for the functioning of a pluralistic democracy. Diverging political ideologies were considered a threat to the elusive unity .. The unity they spoke of was one that negated the individual and put a vague idea of the revolutionary common good above the very real and diverging interests of the population of the country, among whom the revolutionary forces themselves. In such a climate, anyone who dared break the so-called revolutionary rank was considered a traitor, as if to echo the slogan I chanted as a child: we all must die as individuals so the revolution may live.

The same phenomenon appeared and continues to appear on a larger scale. Fired on by state propaganda, ignorant media and statist political forces, an atmosphere is created whereby anyone who adopts an opinion differing from or opposing the official stance, is considered a traitor. Political language is rife in mentions of the need to put aside personal interests and to stand together in face of a common enemy or in support of the government, purportedly the one authority which has the country's interests at heart, in fact, the one force which actually knows what the «country's interests» are.

Antes de la revolución, y más aún a partir de entonces, han llenado las cabezas de los egipcios con la idea de que el interés del país requiere que todos abandonen sus propios intereses personales y se mantengan unidos tras el bien común. Este es un tema predominante en un discurso completamente carente de respeto por el individualismo y ajeno a su importancia como condición sine qua non para el progreso en un país que, durante mucho tiempo, ha estado plagado de nociones colectivistas, ya sea a nivel social, religioso o político. Tanto los revolucionarios como sus rivales tienen en común este peligroso defecto.

Hasta este mismo momento, muchos revolucionarios creen que el fracaso de la revolución se debe al hecho de que los exparticipantes en las protestas del 25 de enero abandonaron filas con el fin de buscar su propios intereses. Si bien el establecimiento de un sistema democrático era el supuesto objetivo del levantamiento de 2011, muchos de los que participaron consideraban la idea de los partidos políticos un factor negativo de división, más que una necesidad para el funcionamiento de una democracia pluralista. Las ideologías políticas divergentes se consideraban una amenaza para la esquiva unidad. La unidad de la que hablaban anulaba al individuo y ponía una vaga idea del bien común revolucionario por encima de los intereses verdaderos y divergentes de la población del país, entre ellos las propias fuerzas revolucionarias. En estas circunstancias, cualquiera que se atreviera a romper las llamadas filas revolucionarias era considerado un traidor, haciéndose eco del lema que yo cantaba cuando era niña: todos tenemos que morir como individuos para que la revolución puede vivir.

El mismo fenómeno apareció y sigue apareciendo a escala más amplia. Exacerbado por la propaganda estatal, los ignorantes medios de comunicación y las fuerzas políticas estatistas, se crea una atmósfera en la que cualquiera que adopte una opinión discrepante o en contra de la postura oficial es considerado traidor. El lenguaje político está plagado de menciones a la necesidad de dejar a un lado los intereses personales y mantenernos unidos frente a un enemigo común o en apoyo al gobierno, supuestamente la única autoridad que vela por los intereses del país; de hecho, la única fuerza que realmente sabe lo que son «los intereses del país».

En la misma publicación de blog, Labib hizo referencia a un artículo de opinión publicado recientemente, en el que Amr Abdel Razek, que escribe para el sitio de noticias egipcio DotMasr, afirmó que lo que se necesita para que funcione la futura capital es que todos los que entren abandonen sus propias ideas a las puertas. Las puertas de la capital no deberían abrirse a nadie que no se someta plenamente a sus leyes especiales o a quienes vengan a promocionar sus ideas personales en la ciudad.

Labib escribió:

This new capital, which symbolises a new vision of Egypt, sounds like a totalitarian dystopia where all must submit and forsake any notion of personal interests, diverging ideas or individualist discourse. Unfortunately, the author's opinion expressed above is echoed by many.

Ironically, this view is expressed against a background of Egypt marketing itself as the hub for investment and economic progress where self-interest is the driving force. Yet a country where the notion of capitalism is still treated as the plague by many and businessmen pursuing profit are considered evil can hardly be a hub for anything other than the failing economy it has been experiencing for a while. Of course, one must not confuse self-interest with corruption nor capitalism with crony capitalism, which is inevitable so long as the state plays a big economic role. A free market is a place for innovation which is driven by competition which, in turn, is the result of diverging interests. This, along with transparency and rule of law, is what attracts investment.

Esta nueva capital, que simboliza una nueva visión de Egipto, parece una distopía totalitaria donde todos deben someterse y renunciar a cualquier noción de intereses personales, ideas divergentes o discurso individualista. Por desgracia, la opinión del autor expresada anteriormente es compartida por muchos.

Irónicamente, este punto de vista se expresa en el contexto de comercialización de Egipto como eje para la inversión y el progreso económico, en el que el interés individual es la fuerza motriz. Sin embargo, un país donde muchos aún tratan la noción del capitalismo como la peste, y se considera perversos a los empresarios que buscan beneficios, difícilmente puede ser un centro para nada que no sea la economía maltrecha que ha venido experimentando durante algún tiempo. Por supuesto, no hay que confundir el interés personal con la corrupción, ni el capitalismo con el capitalismo clientelista, que es inevitable mientras el Estado juegue un papel económico importante. Un mercado libre es un lugar para la innovación impulsada por la competencia que, a su vez, es el resultado de intereses divergentes. Esto, junto con la transparencia y el estado de derecho, es lo que atrae a las inversiones.

Concluía su entrada de blog:

It is time public discourse in Egypt changed, not just in an economic context, where the notion of a free market not inhibited by the government is yet to properly find a place, but also in general. There is no Egypt without the individual Egyptians which make up its population. Instead of sweeping diversity under the rug, Egyptians must enter the difficult stage of learning to face and deal with their differences and consequently enjoying the advantages of pluralism. This is what sustains stability and ensures growth based on innovation and technological advancement. No state can create such a climate, it is up to individual citizens pursuing their self-interest in the context of a true free market of goods and ideas to shape «Egypt The Future». This is the lesson the government should heed if it wants Egypt to have any future at all.

Es hora de que cambie el debate público en Egipto, no solo en el contexto económico, donde la noción de un mercado libre no inhibido por el gobierno todavía tiene que encontrar un espacio adecuado, sino en general. No existe Egipto sin los egipcios individuales que integran su población. En lugar de ocultar su diversidad bajo la alfombra, los egipcios deben entrar en la difícil fase de aprender a enfrentarse a y resolver sus diferencias y, en consecuencia, disfrutar las ventajas del pluralismo. Eso es lo que mantiene la estabilidad y asegura un crecimiento basado en la innovación y el avance tecnológico. Ningún estado puede crear tal clima, corresponde a los ciudadanos individuales que buscan satisfacer sus intereses en el contexto de un verdadero mercado libre de bienes e ideas dar forma al «Egipto del Futuro». Esta es la lección que el gobierno debe aprender si quiere que Egipto tenga algún futuro.

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