La libertad de expresión, objetivo prioritario en la guerra de Erdogan contra el «estado paralelo»

Miles de personas se manifestaron contra la corrupción y el gobiero de Erdogan en Estambul. Una pancarta con las imágenes de Fethullah Gulen y el primer ministro Erdogan dice: «el uno no es mejor que el otro». Fulya Atalay para Demotix

En diciembre de 2013, miles de personas se manifestaron contra la corrupción y el gobierno de Erdogan en Estambul. Una pancarta con las imágenes de Fethullah Gulen y el primer ministro Erdogan dice: «El uno no es mejor que el otro». Fulya Atalay para Demotix, imagen n° 3553279.

Hace aproximadamente un año, Turquía se despertó con el drama de una investigación criminal que relacionaba a la familia y el entorno más próximo al entonces primer ministro Recep Tayyip Erdogan con el mayor escándalo de corrupción de la historia del país. En lugar de dimitir, Erdogan prometió luchar contra sus opositores políticos, alegando que estaban manipulando la investigación.

Y eso es lo que hizo, en su estilo autoritario.

Llegamos a las últimas semanas de 2014 y Erdogan ahora es presidente, tan poderoso como siempre, y está llevando a cabo una ola de detenciones que alarma a los observadores dentro y fuera del país. Los arrestos se centran en periodistas de la oposición y supuestos defensores políticos de Fethullah Gulen, un antiguo aliado de su partido que ahora vive en Estados Unidos. Gulen, un rico filántropo, educador y antiguo imán que inspiró el movimiento Hizmet, rara vez aparece en la prensa internacional sin que se le describa como poco sociable, pero aún así atrae admiradores de todo el mundo, entre ellos policías, jueces y otros funcionarios gubernamentales turcos.

Desde que estalló el escándalo, Erdogan se ha dedicado a lanzar pullas contra Gulen, al que considera personalmente responsable de los meses más oscuros de su carrera política. Este periodo comenzó con la detención de varios hijos de ministros de su gabinete en diciembre de 2013, y llegó a su punto álgido con la aparición en la red en febrero de este año de un archivo de audio de dos hombres, cuyas voces se asemejan a las de Erdogan y su hijo Bilal. En la grabación, supuestamente realizada el día que los hijos de los ministros fueron detenidos, los dos hombres discuten sobre cómo ocultar grandes cantidades de dinero (obtenido presumiblemente de forma ilegal), ya que la investigación policial (que realizan agentes partidarios de Gulen) cerca a Erdogan y a su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).

Dado que para Erdogan la investigación anticorrupción es obra de personas leales a Gulem, los arrestos del 14 de diciembre, cuyo objetivo fueron trabajadores de medios de comunicación con supuestas simpatías hacia el educador, dan la impresión de ser una venganza bien planeada

Erdogan pareció anticipar lo que estaba por venir el 13 de diciembre cuando dijo:

We are not just faced with a simple network but one which is pawn of evil forces at home and abroad. Whoever is beside them and behind them we will bring down this network and bring it to account.

No solo nos enfrentamos a una simple red, sino a una red manipulada por fuerzas perversas dentro y fuera del país. Sea quien sea quien esté con ellos y detrás de ellos, destruiremos la red y lo haremos responsable.

Ese mismo día, Fuat Avni, un tuitero que afirma pertenecer al círculo del gobierno advirtió de la inminencia de redadas policiales en medios de comunicación. 

Durante estos sucesos fueron arrestadas 31 personas, periodistas y policías supuestamente simpatizantes de Gulem. Entre ellos se cuenta Nedim Dumanli, editor jefe del periódico Zaman, Hidayet Karaca, el jefe de la cadena de televisión Samanyolu y Ali Kara, el guionista de la popular y controvertida serie televisiva One Turkey. Todos ellos han sido acusados de dirigir, financiar y pertenecer a una organización terrorista armada.

Según Human Rights Watch, las detenciones responden a un patrón en el que se imputan delitos de terrorismo o conspiración a periodistas opositores. Emma Sinclair-Webb, experta en Turquía de HRW, escribió el 15 de diciembre:

Arresting journalists around the corruption anniversary suggests an effort to discredit and intimidate Gülenist media…The arrests fit the familiar pattern of pursuing journalists for alleged membership of illegal organizations in order to silence critical media.

Detener a periodistas en fechas cercanas al aniversario del caso de corrupción revela un esfuerzo por desacreditar e intimidar a los medios que apoyan a Gulen (…) Los arrestos encajan en el familiar patrón de perseguir periodistas por supuesta pertenencia a organizaciones ilegales con el fin de silenciar a los medios críticos.

Las relaciones entre ambos políticos se suponían ásperas ya en 2012, pero sufrieron un revés definitivo el 13 de noviembre, cuando Erdogan comenzó a clausurar las instituciones educativas de Gulen en Turquía. Desde que esta relación quedó definitivamente rota, los partidarios de Erdogan lo han tenido mucho más fácil para identificar al auténtico enemigo del país.

A principios de este verano, antes de su triunfo en las elecciones presidenciales de agosto, Erdogan destituyó a cientos de policías y fiscales, aprovechando el momento en que no había alegaciones de corrupción contra el AKP. Mientras que los cargos contra los amigos de Erdogan han sido desestimados, parece más probable que estos nuevos cargos contra sus enemigos sean admitidos a trámite.

El 14 de junio, la Unión Europea en la que Turquía tuvo hace tiempo esperanzas de entrar, condenó los arrestos. Federica Mogherini, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Johannes Hahn, comisario europeo de Política Regional emitieron una declaración conjunta en la que decían:

The police raids and arrests of a number of journalists and media representatives in Turkey today are incompatible with the freedom of media, which is a core principle of democracy.

Las redadas policiales y las detenciones de numerosos periodistas y representantes de los medios realizadas hoy en Turquía son incompatibles con la libertad de prensa, que es un principio esencial de la democracia.

Pero las condenas en nombre de la democracia son solo palabras que se lleva el viento, mientras que la venganza política es un bocado exquisito.

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