¿Los negros estadounidenses son más sensibles al racismo que los del Caribe?

A Jamaican and an American flag on display at the 2008 West Indian-American Carnival in Brooklyn, NY. Photo by David Berkowitz, used under an CC license.

La bandera de Jamaica y la de los Estados Unidos se muestran en el West Indian-American Carnival de Brooklyn, New York, en 2008. Foto: Flickr usuario David Berkowitz. CC BY 2.0

¿Los caribeños son sensibles al racismo? una blogger jamaiquina estadounidense, Aidan Neal [en], dice que no; al menos si se los compara con sus vecinos estadounidenses.

En una polémica nota titulada «El racismo en Norte América: los caribeños no lo sienten» [en], sostiene que debido a su experiencia histórica, los afronorteamericanos nativos tienen un «sentido, a menudo injustificado, de sensibilidad racial» y, por lo tanto, viven el racismo de forma diferente que los inmigrantes caribeños de los Estados Unidos:

Puedo estar en un restaurante y no darme cuenta que mi mesa era la única que tenía gente negra. Hubiera disfrutado de mi comida, inmersa en una gran conversación y dejar de lado la dieta, sin darme cuenta que no nos pusieron sorbetes junto con el agua, o que los de la mesa de al lado no tuvieron que pedir pan como lo hicimos nosotros. No estoy atenta  a discrepancias raciales, por eso nunca las tengo.

Sostiene que los caribeños, en comparación son más abiertos en temas vinculados con el racismo: 

Quienes fuimos criados en las Indias Occidentales, no crecimos en hogares en donde el racismo era un tema de conversación. Nunca escuché a nadie referirse a otro con la palabra N, ni tampoco hice diferencia racial entre mis amigos. Hace algún tiempo, cuando recibía una invitación de amistad de alguna antigua compañera de la escuela, me sorprendía un poco que fuera caucásica. Cuando recordaba el tiempo que pasamos juntas, no podía recordar raza. Siempre la recordaba con un cutis más claro que el mío, pero nunca la recordé como una blanca. Mientras crecemos no hacemos diferencias entre distintas categorías raciales. 

 Neal concluye que una actitud más positiva y no agraviar al otro podrían contribuir a un mejor abordaje sobre el tema: 

De ninguna manera sugiero que se ignoren actos o personas racistas. Sugiero que en vez de buscar el racismo en cada acto, insulto o interpretación, tal vez, pueda intentarse una mirada un poco más luminosa, en vez de que esta actitud venga a nosotros. Podemos cambiar el curso de nuestro futuro, si desistimos de encontrar en cada respiración de la vida, actos de discriminación. Estos no son ni serán aceptables. Sin embargo, podemos ser conscientes de la realidad y luchar contra pensamientos retrógrados que al final, inconscientemente puedan perpetuarse en nuestras vidas.

Esta perspectiva se hace eco de la solución al racismo que propuso el actor Morgan Freeman: en una entrevista que le dio a Mike Wallace en el programa 60 minutos el año 2005 [en], aconsejó que, «Hay que dejar de hablar del tema». El artículo del blog de Neal fue la última contribución a la discusión en marcha sobre las diferentes reacciones al racismo que tienen, por un lado los afro estadounidenses y por el otro, sus pares del Caribe [en]. Incluso, el autor Malcolm Gladwell, cuya madre es jamaiquina, aborda este tema en un ensayo en The New Yorker, en 1996 [en].

Mientras que los dos grupos experimentaron la injusticia de la esclavitud, se argumenta que los negros del Caribe, en virtud de su cantidad (los negros aun son la mayoría o bien una minoría significativa [en] de todos los territorios del Caribe), tuvieron un rol más activo en su sociedad y, por lo tanto, recibieron más protección del racismo más severo que aún afecta a los afro estadounidenses.

¿Es posible que gracias a que la mayoría de los negros del Caribe estén acostumbrados a asumir posiciones de responsabilidad en sus comunidades (largamente denegadas a los negros en Estados Unidos, estén hoy, ya sea menos preocupados por el racismo o menos inclinados a otorgarle un papel importante en sus vidas? En Facebook, Marva Linsday Reid piensa que [en]:

Nos vemos reflejados unos en otros, en nuestros barrios y en ver de lo que somos capaces, fuertes e inteligentes. Esto nos aumenta la autoestima…

Otras respuestas al aporte de Neal han sido muy apasionadas. Corey Gks dijo que mientras las diferencias aparentes [en] se pueden explicar a través de la historia, esta simple conclusión minimiza el radicalismo caribeño:

Para la mayoría sí… pero no sé por qué esperaría otra cosa. El racismo es más público y directo en los Estados Unidos, lo que explica porqué los afronorteamericanos podrían estar más habituados. En el Caribe, el racismo está más oculto; en muchas de las islas los blancos fueron siempre minoría.

A raíz de este desbalance numérico hay cierto grado de confianza entre los jóvenes caribeños, especialmente cuando están radicados en los Estados Unidos. No es una coincidencia y creo que la escritora muestra una marcada ignorancia del hecho histórico de que muchos defensores radicales de los Derechos Civiles en los Estados Unidos, del Poder Negro y otros movimientos en contra de la explotación fueron influenciados por los caribeños o los afronorteamericanos que viven allí.  

Gks afirma que los caribeños no fueron indiferentes al racismo como supone Neal y nombra varios activistas y líderes del Pan – africanismo que son descendientes de caribeños:

¿De donde creen los norteamericanos que vinieron Edward Wilmot Blyden, Marcus Garvey, Kwame Ture/Stokely Carmichael, Claudia Jones [en] o CLR James? ¿Quién creen que ayudó a radicalizar a Malcolm X? Los caribeños no son tan inocentes ante el racismo como muchos de ellos quieren creer.

Sin embargo, el novelista Marlon James fue crítico de las opiniones de Neal [en], al afirmar que los jamaiquinos no estuvieron tan despreocupados con el racismo como ella supone. «Un país con gente que se blanquea la piel no ha terminado con la esclavitud. Un país donde los hombres aún se casan con mujeres de piel más clara para blanquear el linaje familiar no ha terminado con la esclavitud. Un país donde la gente aún dice buen cabello (con referencia al pelo lacio) no ha terminado con la esclavitud. Un país donde muchas de sus principales industrias se instalaron en la época del comercio de esclavos y aún da ganancias a la gente que se benefició de eso durante cientos de años (hola Tate Gallery), no ha terminado con la esclavitud».

Mientras el debate continúa, ha servido para mostrar las formas diferentes en que la raza y la cultura se cruzan y quizá prueba que el racismo, parafraseando a Bob Marley, continúa imponiéndose en un tipo de esclavitud mental; 150 años después de que se abolió la esclavitud en los Estados Unidos.

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