Dilemas del cultivo y el consumo de la Quinua en los Andes

quinua

Variedades de Quinua peruana. Foto publicada por ApegaPerú en flickr y usada con licencia Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-NC-SA 2.0)

La quinua ha captado la atención de consumidores alrededor del mundo, pero la creciente demanda internacional está causado problemas en el consumo local de los países andinos que la producen, afectando además a poblaciones pobres que antes la consumían regularmente.

El 2013 fue declarado como el ‘Año Internacional de la Quinua’ por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La FAO además nombró a Nadine Heredia, la esposa del presidente Ollanta Humala, como embajadora especial para el Año Internacional de la Quinua, junto con Evo Morales, el presidente de Bolivia.

Esta declaración de la FAO es un reconocimiento al gran valor nutritivo de la quinua, un pseudocereal originario de la región andina de Sudamérica que contiene los ocho aminoácidos básicos para la alimentación humana, además de proteínas, carbohidratos y minerales, siendo relativamente pobre en grasas.

Estas cualidades alimenticias han hecho que poco a poco el resto del mundo se interese en este ancestral producto andino. Desde unos niveles bastantes bajos de exportación hace unos años, el Perú, el segundo productor mundial de quinua, exportó 7,600 toneladas el año 2012, de una producción de 43.600 toneladas, mientras que Bolivia, el primer productor mundial de quinua, exportó unas 26.000 toneladas de su producción total que fueron poco más de 44 mil.

El boom gastronómico peruano también ha contribuido a la difusión de la quinua a nivel mundial, pues diversos platos típicos peruanos y de la cocina internacional han sido reinterpretados por los chefs usando quinua. Su uso, que antes no era muy difundido fuera de los hogares de origen andino, ha llegado con fuerza a los restaurantes gourmet de Lima.

En el siguiente video promocional, producido por la FAO y subido a YouTube, se explica más sobre la quinua:

Sin embargo, todo este panorama promisorio tiene su lado no tan positivo: esta demanda internacional de la quinua, que hace que más del 50% de la producción de Bolivia sea dedicada a la exportación, ha ocasionado que en el mercado interno los precios de la quinua se hayan elevado y por tanto ya no sea accesible a las poblaciones más pobres.

El nivel de demanda insatisfecha internacional de la quinua además ha ocasionado que actualmente EEUU y Chile estén investigando su cultivo en suelos no andinos.

A propósito de esto, en el blog Todo sobre la Quinua reproducen un artículo del antropólogo Mauricio Mamani Pocoaca aparecido previamente en diarios bolivianos, quien opina que en estas épocas de globalización los campesinos deben adaptarse a las cadenas agroproductivas o resignarse a abandonar sus tierras de cultivos. Mamani agrega que la esperanza en los ingresos por exportaciones es una falacia:

Habrá muchos pedidos desde el exterior y los países andinos no podrán responder; entonces los países industrializados producirán con alta tecnología y con fines industriales. Los subproductos de la quinua llegará desde el exterior a nuestro país, en enlatados, en sobre, en diferentes preparados, con conservantes. Nuestra quinua formará parte de la comida chatarra y nosotros seremos los consumidores dependientes: razón por la que lloran los campesinos en silencio y saben que, en el futuro, nunca más serán los dueños de la semilla de quinua y además están conscientes que, en el futuro desaparecerán algunas variedades que desde su origen, tuvieron distintas aplicaciones en su uso. Antes de la época de la siembra, todos los años comprarán a comerciantes (semillas transgénicas) con el denominativo de «semilla certificada».

En el mismo artículo del blog, Rubén Miranda postea a modo de respuesta:

Lo mejor sería que el productor además de venderla la consuma mucho más, el intermediario pague y venda a un precio justo el grano adquirido y las empresas beneficiadores y transformadoras inviertan en el mercado nacional y también la exporten porque deben recuperar sus inversiones, además de mejor sus procesos.
 

De quien dependa que las variedades no se pierdan, de los mismos productores, de quien depende conscientizar sobre evitar las semilla transgenicas […] (d)e todos nosotros, los interesados en mantener nuestra variabilidad genética.

En la revista virtual PuntoEdu de la Universidad Católica del Perú, el antropólogo peruano Carlos Eduardo Aramburú publica un artículo que explora los dilemas entre el boom de la exportación y la escasez para el mercado interno. Aramburú explica que en un trabajo de campo en Ayacucho y Puno encontró que:

los pobladores han dejado de comer quinua porque prefieren exportarla y han reemplazado este alimento por los fideos que son más rápidos de cocinar y llenan pero tienen muy poco valor nutricional. En conclusión, tenemos el boom de la gastronomía en un país donde, si bien la malnutrición crónica infantil ha caído, todavía los índices de anemia son altos. No comemos menos pero si comemos mal

Confirmando lo anterior, regiones peruanas de un consumo tradicionalmente alto de quinua, como Puno, han reportado una escasez del producto. El blog de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental informa que esto es preocupante, pues Puno tiene el 80% de la producción de quinua del Perú, y añade:

desde julio la región Puno sufre de escasez de quinua, debido al incremento de la demanda en más de 143% entre los años 2008 y 2012. Otro factor sería la promoción que se le ha dado a este producto en mercados importantes como China.

Algunos ciudadanos se quejan del alza de precio de la quinua en Perú, donde puede estar más barata la quinua boliviana que la peruana:

10 soles peruanos equivalen a alrededor de $3.60 dólares estadounidenses.

Por último, en la web Carro de Combate publican un artículo sobre los riesgos del auge de la quinua:

Ninguna moda, por muy ecológica o sostenible que pueda parecer, está exenta de riesgo. El consumo masivo puede traer consigo desequilibrios para las comunidades locales e impactos ecológicos, incluso si la planta que se cultiva es el “alimento de los dioses”.

Post original publicado en el blog Globalizado de Juan Arellano.

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