Más allá de ríos y montañas: un electorado difícil de alcanzar por Internet

Mong Palatino es un activista que representó a los jóvenes en el Congreso filipino durante dos legislaturas. Es editor de Global Voices para el Sureste Asiático.

Mong Palatino visita Malapatan, Sarangani

Después de tres horas remontando un río, Mong Palatino llegó en enero de 2012 a este pueblo del altiplano en Malapatan, Sarangani (Foto publicada por Mong)

¿Cuáles son los deberes de un candidato en la lista de un partido? Redactar borradores de leyes, participar en plenos parlamentarios y sí, incluso escalar montañas.

El trabajo de un legislador consiste en articular las exigencias del electorado. Por tanto, un legislador debe consultar regularmente a su gente. En el caso de un archipiélago agrario del tercer mundo como las islas Filipinas, esto significa llegar a pueblos ubicados en zonas remotas, pequeñas islas rodeadas de volcanes activos e incluso a valles inundados.

Lo ideal sería maximizar las herramientas de Internet para conectar el mundo rural y el urbano. La conectividad aumenta, pero no podemos negar que una parte considerable de nuestra población sigue aislada de las tecnologías inalámbricas e incluso de las redes telefónicas. 

Alto Suyan, Malapatan

Bello paisaje en el Alto Suyan, Malapatan, Sarangani (foto publicada por Mong)

El debate colectivo debe interpretarse literalmente. En otras palabras, debe reunirse físicamente a los ciudadanos en una asamblea donde puedan expresar libremente sus opiniones. A veces, un legislador debe atravesar puentes colgantes, carreteras sin asfaltar y sendas de montaña para estar presente en estas asambleas.

En los últimos cuatro años he tenido el privilegio de asistir a numerosas reuniones comunitarias organizadas por estudiantes, agricultores, pescadores, trabajadores y pueblos indígenas. He ido a barangays (pueblos) costeros, centros de cuidados de día, áreas en recuperación, zonas de reforma agraria y campamentos de protesta de obreros en huelga. Ha sido una experiencia realmente maravillosa ver las majestuosas islas filipinas, pero también ha sido desgarrador ser testigo de lo inhumana que puede ser la pobreza inexorable en el campo o en la aglomeración de Manila.

Durante mi participación en esas asambleas me he sentido como si estuviera matriculado en cursos multitudinarios, abiertos y sin conexión a Internet sobre geografía, historia social, administración pública y ciencias políticas filipinas. Revelan lo que omiten los informes oficiales del gobierno. Son testimonios de errores en las políticas. Al mismo tiempo, permiten entrever la democracia de base en acción.

Mi misión oficiosa más memorable fue un viaje que hice a Sarangani en 2011. Ubicado en la isla más meridional de Filipinas, Sarangani tiene un famoso representante en el Congreso, el campeón mundial de boxeo Manny Pacquiao. Es una provincia pobre, pero bendecida con abundantes recursos. Está situada en la principal región atunera del país, y se dice que en algunas zonas de la provincia se encuentra uno de los mayores depósitos de oro del mundo.

Quizá por las crecientes actividades mineras, hay una ocupación militar de muchos pueblos para garantizar la seguridad de estas operaciones. El impacto inmediato ha sido un despliegue de tropas en los poblados de montaña que ha tenido un efecto negativo [en] en la vida de las comunidades tribales B'laan, incluyendo la escolarización de los niños.

Invitado por una organización no gubernamental, fui a visitar una escuela ocupada por los militares en la localidad de Malapatan y a entregar alimentos y material médico en la zona. Después de remontar un río durante tres horas, llegamos al pueblo situado en la montaña. El jefe del pueblo estaba al borde de las lágrimas cuando me contó que yo era el primer miembro del Congreso y el funcionario agrario de mayor rango que había visitado la región. 

En todo terreno hasta el Alto Suyan

«El vehículo que utilizamos para remontar el río hasta el Alto Suyan, Malapatan, Sarangani», enero de 2012. (Foto publicada por Mong)

De hecho, la localidad es tan remota que ni siquiera aparece en el mapa [en] de la municipalidad. Hay una parte del poblado a la que solo se puede llegar caminando por sendas durante más de cinco horas.

Pude ver el ruinoso estado de la escuela. Me reuní con los maestros, que expresaron su frustración ante la ausencia de servicios sociales básicos en el pueblo. Tuve la oportunidad de hablar con estudiantes B'laan. Después, supe por las autoridades educativas de la provincia que la situación en Malapatan es prácticamente la misma que en otras localidades montañesas de la provincia.

Esta experiencia me inspiró para pedir al Congreso con más energía fondos para las escuelas públicas rurales. Me recordó que la solución fundamental para hacer frente a la crisis de la educación en Filipinas es proporcionar las bases de la educación primaria: más inversión en maestros, infraestructura y apoyo escolar. Pero más allá de estas exigencias, también me di cuenta que las reformas educativas no tendrán ningún sentido si no se acompañan de medidas concretas para erradicar la pobreza.

Quizás el mundo avance gracias a las maravillas de la técnica, pero hay espacios locales cuya necesidad de conectividad no está directamente relacionada con Internet o con los medios sociales. De hecho, que una comunidad que carece de red hidráulica pidiera una conexión Wi-Fi parecería una broma.

Mi tiempo en el Congreso ha acabado, pero sigo pensando en el poblado que visité en las tierras altas de Sarangani. Como legislador y político, admito mi fracaso a la hora de proporcionar asistencia directa y sostenida a los residentes del pueblo, especialmente a los niños. Pero como activista, mi trabajo prosigue, y me alegro de haberme unido a amigos y desconocidos en el esfuerzo continuo para acabar con la desigualdad, la injusticia y la opresión en el mundo.  

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