Rusia: Peticiones públicas… por el pueblo, ¿pero para quién?

El 4 de marzo, Vladimir Putin firmó un decreto ejecutivo [ru] para la creación de una plataforma en línea para las peticiones al gobierno, que permitirá a los ciudadanos rusos proponer y votar diversos asuntos sobre políticas en los ámbitos federales, regionales y locales. El sitio, que se prevé entrará en funcionamiento para peticiones federales en abril de 2013, y regionales y locales en noviembre de 2013, se llamará “Iniciativa pública de Rusia”. Primero Putin propuso la idea en un artículo [ru] titulado “Democracia y calidad de gobierno”, una de las plataformas de opinión presidenciales más publicitadas de la campaña de 2012. El decreto ejecutivo del 4 de marzo también marca otra batalla perdida para el gobierno del primer ministro Dimitri Medvedev, a quien Putin asignó la tarea de poner en marcha la idea de las peticiones por internet en mayo de 2012, con una fecha tope (vencida) en setiembre del mismo año.

El periódico Kommersant informó [ru] primero de unos desacuerdos entre el Kremlin y el gobierno a comienzos de febrero de 2013, cuando fuentes no identificadas señalaron que el Kremlin no estaba satisfecho con los planes [ru] del ministro de Asuntos Públicos del Gobierno Mikhail Abyzov [en] de someter a revisión todas las peticiones en línea por parte de grupos de expertos formados por sus subordinados. El decreto de Putin del 4 de marzo, en efecto, desplaza a Abyzov y autoriza la presencia de funcionarios del Kremlin dentro de todos los grupos de expertos para las iniciativas federales, así como también otorga facultades para las revisiones preliminares y tareas de mantenimiento del sitio a la organización no gubernamental “Fundación para la Democracia de la Información” [ru]. La organización es presidida por Ilya Massukh, el ex viceministro de Comunicaciones.

Vladimir Putin chairs the November meeting of the Presidential Human Rights Council, Moscow, Russia, 12 November 2012, photo by the Kremlin presidential service, public domain.

Vladimir Putin preside la reunión del Consejo Presidencial de Derechos Humanos, Moscú, Rusia, 12 de noviembre de 2012. Foto del servicio presidencial del Kremlin, de dominio público.

Cuando era funcionario del gobierno de Putin, Massukh trabajó bajo el mando del ex ministro de Comunicaciones Igor Shchegolev (quien actualmente ejerce como asesor de Putin y es miembro del Consejo Presidencial de Derechos Humanos, dentro del cual defendió [ru] políticas opuestas a las de Abyzov en noviembre de 2012). Massukh renunció a comienzos de julio de 2012 debido a desacuerdos políticos con el sucesor de Shchegolev, Nikolai Nikiforov (quien se unió al gabinete ministerial de Medvedev). Inmediatamente después de dejar el cargo en el gobierno, Massukh lanzó su blog personal en LiveJournal, donde publicó [ru] una “confesión”, agradeció a Putin, Shchegolev y los ex viceministros Anton Vaino, Vyacheslav Volodin y Sergei Sobyanin, por su capacidad de gestión, y explicó que no podía esbozar el mismo respeto por Nikiforov. (La actividad más reciente de Massukh en LJ, que se actualiza aproximadamente una vez al mes, fue el 25 de febrero, cuando abordó [ru] el tema de la censura en línea y acusó a la tristemente célebre lista negra de RuNet de “falta de profesionalismo”, y también se refirió socarronamente a sus críticos como un manojo de aprensivos necios e impetuosos.)

Durante febrero, Massukh criticó la propuesta del gobierno de canalizar peticiones vía internet con el argumento de que el proyecto de Abyzov no pone en marcha la iniciativa para los asuntos regionales y locales (aunque la directiva de Putin de mayo de 2012 [ru] nunca especificó esas necesidades). También estuvo en desacuerdo con los planes del Ministerio de Comunicaciones de hacer una licitación estatal a fin de seleccionar un administrador externo para el sitio de Iniciativas Públicas. (El equipo mismo de Massukh finalmente obtuvo este derecho por decreto presidencial.) En comentarios a Kommersant [ru] y posteriormente a Gazeta.ru [ru], Massukh se quejó de los prerrequisitos ilegales de la licitación (la cual limitaba la participación a organizaciones de TI de al menos mil empleados, bienes de capital no menores a mil millones de rublos y un beneficio anual mínimo de 100 millones de rublos). El 4 de marzo, el mismo día en que Putin otorgó derechos de administración al grupo de Massukh, el ministerio de Comunicaciones rechazó a los únicos dos aspirantes de la licitación (Rostelekom y el Servicio Postal de Rusia) en virtud de misteriosos tecnicismos [ru], con lo que efectivamente canceló sus propios planes.

Massukh estima [ru] que poner en marcha la plataforma para peticiones costará 30 millones de rublos, además de los gastos anuales de mantenimiento que ascienden a unos 30 o 50 millones de rublos adicionales en salarios para moderadores, abogados y otros. La Fundación para la Democracia de la Información afirma que el proyecto cuenta con el auspicio de varias empresas de TI, aunque no revela cuáles, y que se valdrá únicamente de sus propios recursos para financiar la plataforma de peticiones. (Extrañamente, ni el ministerio de Comunicaciones ni el Kremlin tenían planeado financiar la Iniciativa Pública con fondos del presupuesto federal, lo cual indica que ambos proyectos esperan contar con algún tipo de voluntariado de las ONG.) La organización de Massukh se fundó apenas en octubre del año pasado, pero su vinculación con el Kremlin y la comunidad empresarial (antes trabajaba para IBM [ru] en la provisión de software para ayudar a administrar las pensiones estatales), al parecer, le ha traído una riqueza considerable. (Massukh dijo al periódico Vedomosti que su fundación se prepara para invertir 150 millones de rublos [ru] en proyectos de Internet sólo durante 2013.) La primera sesión pública [ru] del grupo a mediados de octubre del año pasado atrajo incluso a Alena Popova, una semi-opositora y gurú de las “innovaciones de TI” conocida por su activismo como cibernauta y su ímpetu empresarial en eGov. (Cuando Popova tuiteó sobre su asistencia a la actividad, obtuvo una reacción menos que impresionada [ru] del también semi-opositor fotobloguero, Dmitri Ternovsky.)

Con la nueva intervención de Putin en los asuntos de los ministerios del gobierno, el público no puede sino preguntarse si la disminución de la influencia de Medvedev cruzará un umbral crítico. La usurpación de los poderes ministeriales por parte del Kremlin, ¿será un presagio de la destitución de Medvedev? ¿Puede Medvedev sobrevivir como figura política nacional si su cargo es totalmente despojado de toda autoridad real? ¿Y qué hay del portal de peticiones en línea? La orden presidencial del 4 de marzo mantiene dos niveles de filtración contra las propuestas ciudadanas “ilegítimas”. Se eliminan las peticiones que sean redundantes con otras ya existentes, inconstitucionales, profanas, extremistas o que no mencionen sugerencias acerca de las políticas actuales. La Fundación para la Democracia de la Información empieza por eliminar cualquier propuesta ofensiva (antes siquiera de votarlas) y los grupos de expertos integrados por funcionarios del estado y figuras de la industria evalúan todas las peticiones que reúnen la cantidad mínima de firmantes (cien mil votos para iniciativas nacionales o 5% de las comunidades locales para asuntos menores).

Cuando se tranquilicen las cosas, el ciudadano promedio ruso seguramente tendrá curiosidad por saber cómo funcionan estas nuevas peticiones en línea. Debido a los múltiples filtros del sitio, se duda de que llegue al parlamento alguna iniciativa del estilo «Putin Must Go» [en]. Quizás, lo más probable es que el Kremlin consiga un nuevo medio para atribuir apoyo popular a las políticas ya encaminadas. Después de todo, las leyes que refuerzan las regulaciones sobre las organizaciones políticas de fondos internacionales, adopciones de Estados Unidos y los contenidos subversivos de Internet gozan del respaldo de una gran cantidad de grupos activos en línea (o en su defecto, en ciertas ocasiones [ru], una mayoría del país). Controlar un proceso que saca provecho de ese bagaje de apoyo es algo por lo que vale la pena luchar. Si no, pregunten a Ilya Massukh y su honorable séquito de la Plaza Roja.

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