Casi como las marcas físicas que el conflicto dejó en la ciudad, el daño que quedó en las vidas individuales y en la ciudad como comunidad está curando en muchos lugares— y donde no se cura, parece que al menos se desvanece en el fondo de otras cicatrices, otros desafíos.
Noah Tucker en Registan.net escribe (parte 1, parte 2) [en] acerca de la situación en Osh, ciudad al sur de Kirguistán, dos años después de los enfrentamientos étnicos [en] entre las comunidades kirguisas y uzbekas.