Brasil: Medio Oriente en el radar de las políticas económicas

La búsqueda de nuevos socios en zonas geográficas que eran impensables hace apenas unos pocos años muestra cómo Brasil cambió el perfil de su política externa. Con una agenda que ha priorizado como nunca antes la actuación de sus empresas en el ámbito global, el Medio Oriente aparece como una zona clave para los brasileños que quieren ampliar el mercado consumidor de las empresas del país.

Del imperio del Brasil al período militar

Si hoy el Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil pretende llenar algunos vacíos diplomáticos, en el caso del Medio Oriente esto no deja de ser consecuencia de un proceso iniciado hace dos siglos, cuando el entonces emperador Dom Pedro II visitó tierras que pertenecían al Imperio Otomano, entre ellas la gran Siria, que comprendía los actuales Siria, Líbano, Jordania, Israel y Territorios Palestinos.

El gran Medio Oriente. Imagen de Lobo Estepario en Flickr (CC BY-NC 2.0)

El gran Medio Oriente. Imagen de Lobo Estepario en Flickr (CC BY-NC 2.0)

Pero sería en la década de 1970, durante la [primera] crisis del petróleo, cuando el Medio Oriente entraría definitivamente en el radar diplomático brasileño y desde entonces Brasil no haría más que aumentar el número de representaciones diplomáticas en aquella región. Aún así, el incremento en las relaciones con los países árabes no evitaría un choque que sería sentido hasta por lo menos la década siguiente, como describe [pt] el blog Virtuália:

Com a crise petrolífera de 1973, encerrava-se o chamado “Milagre Econômico Brasileiro”, e o país entraria em colapso econômico, crise que se veio a agravar, só encerrando depois do fim da ditadura militar.

Con la crisis petrolera de 1973, culminaría el llamado “milagro económico brasileño”, y el país entraría en colapso económico, crisis que se vendría a agravar, terminando apenas luego del fin de la dictadura militar.

Iniciaba así en el Brasil una orientación diplomática proárabe, en la que las autoridades brasileñas pasarían a condenar públicamente la política expansionista israelí y a apoyar el establecimiento de un estado palestino que coexistiese pacíficamente con el hebreo. Era la llamada “diplomacia de interés nacional”, llevada adelante a partir del gobierno del general Emílio Garrastazu Médici (1969-1974) y que pretendía evitar represalias de los países productores de petróleo.

La primera década tras el regreso a la democracia

La dependencia del “oro negro” inevitablemente obligaba al diálogo de los dirigentes del Brasil con los del Medio Oriente, el cual, al comienzo, era entre iguales, es decir, dictadores, pero que se mantuvo sin mayores tropiezos de la parte brasileña hasta bastante después del retorno de la democracia al país. Entre aquellos dictadores se encontraban Muamar Gadafi, Hafez al Asad y Sadam Hussein. A modo de ejemplo, en la época de la Guerra do Golfo, cuando tropas iraquíes invadieron Kuwait en 1990, Brasil exportaba desde pollos hasta material bélico a Irak.

Específicamente sobre el negocio de las armas, el blog O Informante dice [pt]:

Nos anos 1980 e parte dos 1990, aliás, países em conflito como Iraque, Líbia, Angola, Paquistão e Colômbia também estiveram entre os maiores compradores de armas brasileiras.

En los 80 y parte de los 90, además, países en conflicto como Irak, Libia, Angola, Pakistán y Colombia también estuvieron entre los mayores compradores de armas brasileñas.

En consecuencia, se cree que buena parte de las armas usadas tanto en la invasión de Kuwait por las tropas iraquíes como en su defensa durante la guerra fueron producidas en Brasil.

El Medio Oriente en la administración Lula

Lula da Silva e Mahmoud Abbas: Brasil e Palestina discutem em Salvador acordo de paz para Oriente Médio, 2009. Foto de Secom Bahia no Flickr (CC BY 2.0)

Lula da Silva y Mahmud Abás: Brasil y Palestina discuten en Salvador el acuerdo de paz para el Medio Oriente, 2009. Foto de Secom Bahia en Flickr (CC BY 2.0)

La administración Lula (2003-2010) les daría un nuevo ímpetu a las relaciones con el Medio Oriente. Si las amarguras en aquella parte del mundo seguían siendo las mismas, el Brasil de Lula era otro: menos dependiente del petróleo árabe, se importaba menos de lo que se les exportaba, ahora no solo materias primas sino también productos de mayor valor agregado, aumentando increíblemente el volumen de negocios entre las dos partes.

De todas las visitas que Lula hizo al Medio Oriente, la más polémica fue a Irán en 2010. La osadía brasileña se proponía más que una salida pacífica al proyecto nuclear iraní: era el momento de llamar la atención sobre el país y también garantizar un ambiente ameno en un mercado con casi 69 millones de habitantes. Un ejemplo de la buena recepción que la iniciativa brasileña tuvo dentro del país es la respuesta a un comentario hecho en el Blog da Cidadania, en el que la lectora Mariana teje [pt] el siguiente razonamiento:

[…] ditadura boa é ditadura amiga. Senão vejamos:
1) A China é uma ditadura, mas o mundo todo quer vender produtos para os chineses, porque o tamanho do mercado ali é descomunal.
2) A Arábia Saudita é outra ditadura, mas como é aliada dos EUA, ninguém diz nada.
3) Mubarak e Kadafi, até há algum tempo, eram aliados.
4) A Comunidade Européia e os EUA têm ganho dinheiro fazendo negócios com regimes ditadorais.
Portanto, criticar Lula por causa do Irã (lembrando que o que Lula e o Itamaraty fizeram foi recomendação de Obama, registrada em carta) não passa de inocência ou, alternativamente, de hipocrisia.

[…] dictadura buena es dictadura amiga. Si no miremos:
1) China es una dictadura, pero el mundo entero quiere venderles productos a los chinos, porque el tamaño del mercado allí es descomunal.
2) Arabia Saudita es otra dictadura, pero como es aliada de los EUA, nadie dice nada.
3) Mubarak y Gadafi, hasta hace algún tiempo, eran aliados.
4) La Comunidad Europea y los EUA han ganado dinero haciendo negocios con regímenes dictatoriales.
Por tanto, criticar a Lula por Irán (recordando que lo que hicieron Lula e Itamaraty fue recomendación de Obama, registrada en una carta) no es más que inocencia o, alternativamente, hipocresía.

El giro de Dilma Rousseff

Como Lula, Dilma defiende una salida pacífica para el conflicto entre árabes e israelíes, al igual que el derecho de Irán de desarrollar un programa nuclear, mientras sea para fines pacíficos. La diferencia entre la actual presidenta y su antecesor es que ella no demuestra iniciativa alguna que no cuente con la bendición de los principales actores internacionales.

Manifestação contra Ahmadinejad no Rio de Janeiro, Junho 2012. Photo by Roitberg on Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

Manifestación contra Ahmadineyad en Río de Janeiro, junio de 2012. Foto de Roitberg en Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

El resultado se vio en Rio+20, conferencia que trató acerca del desarrollo sostenible, de la que Brasil fue anfitrión entre el 20 y el 22 de junio de 2012 y en la que Dilma se negó a encontrarse con su homólogo iraní, Mahmud Ahmadineyad. Todo indica que la presidenta quiso evitar tener su imagen ligada a la de un líder cuyo nombre remite al irrespeto de los derechos humanos.

La negativa de la presidenta del Brasil a reunirse con Ahmadineyad no debe hacer pensar que el país cambió su estrategia en el Medio Oriente. En un artículo republicado [pt] en el blog Leituras Marona, se observa que la presidenta se muestra atenta a lo que ha pasado por allá:

[…] o Brasil voltou a considerar uma atuação mais forte no Oriente Médio e Norte da África. Dilma tem incentivado seu ministro de Relações Exteriores, Antônio Patriota, a acompanhar de perto os desdobramentos naquela região, especialmente preocupada com a questão dos direitos humanos na Síria.

[…] Brasil volvió a considerar una actuación más fuerte en Oriente Medio y el norte de África. Dilma incentivó a su ministro de relaciones exteriores, Antônio Patriota, a observar de cerca los acontecimientos en aquella región, especialmente preocupada con la cuestión de los derechos humanos en Siria.

El actual gobierno brasileño parece haber sentido finalmente el peso de los lobbies que involucran al Medio Oriente. Las declaraciones de la presidenta Dilma Rousseff sobre la región tuvieron el objetivo de evitar impresiones que lleven a una nueva participación brasileña como la que hubo en el periodo de Lula; al mismo tiempo, fomentó la adquisición de conocimiento sobre el ambiente de negocios que les espera a los empresarios brasileños en Medio Oriente. Se trata del desafío de no desagradar a antiguos y nuevos socios y así evitar el retroceso en los avances conquistados en el ámbito comercial sin renunciar, no obstante, a [ganar] una mayor importancia en el escenario mundial.

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