Nepal: Reacciones a las protestas de los monarquistas

Greve no Nepal. Imagem pelo usuário do Flickr Nepaliaashish, usada sob uma licença Creative Commons.

Protesta en Nepal. Imagen del usuario de Flickr Nepaliaashish. Cortesía de Creative Commons.

El pasado mes de febrero, grupos partidarios de la monarquía, exigiendo la restauración de la monarquía constitucional y el establecimiento de un Estado Hindú en Nepal, hicieron que la capital se detuviera. Las calles de Katmandú, que por lo general es una ciudad activa con alrededor de un millón de personas, se encontraban vacías. Empresas y escuelas permanecieron cerradas. En el blog en nepalí Mysansar podemos ver fotos de la vía principal durante la protesta.

Convocada por el partido monarquista Prajatantra Party (RPP) y liderada por el ex ministro del interior, Kamal Thapa, la protesta puso de nuevo en debate el tema ¿existe un futuro para la Monarquía en Nepal?

Después de casi tres siglos de monarquía, Nepal fue proclamada como república luego de un acuerdo de paz entre el gobierno y los rebeldes maoístas. A pesar que el Rey Gyanendra Shah era una figura muy repudiada cuando fue derrocado en 2008, el éxito que tuvo el RPP en la convocatoria de la protesta y la manera como las personas recibieron al rey en un reciente festival religioso demuestran que algunas personas están dispuestas a darle una segunda oportunidad.

El blog United we blog for democratic Nepal (Unidos blogueamos por un Nepal democrático), administrado por un grupo de periodistas, informó sobre el festival religioso:

«Muchos ex monarquistas y personas, por curiosidad, se amontonaron en las aceras para poder vislumbrar al rey. Algunas personas lo aplaudían mientras pasaba. Hubo un grupo de personas que cantaba el bhajan para darle la bienvenida al  Shah. Algunos gritaban la consigna Raja Aaau Desh Bachau, «Venga Rey y salve al país», la misma que utilizaban los monarquistas radicales. Gyanendra Shah intentó mezclarse entre el pueblo. Según Katinpur, a veces asentía, saludaba y juntaba las manos para honrar a los ancianos. Una transeúnte se quejó: «Hajur, no hay paz en este país». Gyanendra Shah, quien se quedó en Panauti por una hora y media antes de regresar a la capital, sólo expresó: «Deseo que haya justicia y que nadie pase dificultades»

Algunos fieles monarquistas también han escrito en publicaciones internacionales para intentar cambiar la percepción a su favor. El ex miembro del parlamento Dirgha Raj Prasai, quien escribió para el Sri Lanka Guardian, afirma que los maoístas y varios partidos políticos están destruyendo Nepal y sólo la monarquía puede salvar al país.

El debate sobre el status de Nepal como Estado secular también ha sido puesto ante la atención pública. Prasai en el artículo mencionado anteriormente, apelando por la restauración de la monarquía, añade la religión al debate al decir que una república secular destruiría el carácter de Nepal como mezcla única de tradiciones hindúes y budistas.

La bloguera Maila Baje especula que Nepal puede dejar tranquilamente su actual estatus de estado secular:

«No era políticamente correcto defender al hinduismo menos aún implicar apoyo a la desacreditada monarquía. Según la historia, los maoístas tuvieron que ser la tendencia principal a toda costa. Los rebeldes, a su vez, reconocieron desde hace mucho tiempo que el financiamiento internacional fue más cuantioso para la reestructuración de carácter religioso del Estado.

Cuatro años después de la paz  simulada, se volvió costumbre romper el silencio. En definitiva, un Nepal republicano sería mejor para reforzar su identidad única como un estado Hindú. El presidente Ram Baran Yadav y el líder maoísta Pushpa Kamal Danal supuestamente admitieron, en una reunión privada con hombres hindúes, que la secularización del Estado fue un error. No obstante, esto incentivó a la Viceprimera ministra Sujata Koirala a dar el primer paso. Ella quiere un referendo para saber si Nepal debe o no regresar a ser un Estado Hinduísta».

El éxito de la protesta convocada por el RPP en Katmandú, donde la mayoría es liberal y progresista, es sin duda alguna, un indicio de que luego de casi dos años de que el país fuera declarado una república secular, existe una parte de la sociedad que no está satisfecha y convencida del cambio. Los dirigentes y el público tienen la labor de decidir cómo van a abordar a la masa de insatisfechos.

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