Rusia: El relato de un blogger de los trabajos de rescate en Perm

Al menos 109 personas murieron y más de 130 quedaron heridas el viernes en la noche en el incendio causado al encender fuegos artificiales y despliegues pirotécnicos, y la consecuente estampida en el centro nocturno «Caballo cojo» en la ciudad de Perm.

En un anterior análisis de Global Voices de la cobertura de la tragedia por parte de los ciudadanos y de los medios, Gregory Asmolov tradujo dos de las actualiazaciones más instantáneas de uno de los usuarios de un popular foro local, Teron.ru, que estaba afuera del centro nocturno cuando empezó el incendio -y que terminó ayudando en los trabajos de rescate:

[…] El usuario M.R. se unió a la discusión con la publicación de varias fotos de los trabajos de rescate. También escribió que ayudó en la evacuación de las víctimas:

Mi rol era voltear a las víctimas sobre sus costados y doblarles las rodillas. No sé por qué, pero fue lo que el único doctor en ese momento nos dijo que debíamos hacer. […]

Solamente el 50% de las personas están vivas. He determinado esto por sus pupilas… usaba una linterna. Lo hice para que la policía pudiera ayudar solamente a los que todavía estaban vivos.

Un día después, el mismo usuario del foro Teron.ru resumió sus desgarradoras experiencias y observaciones en un detallado post (rus) en su blog de LiveJournal (http://yakimovmihail.livejournal.com/), partes del cual están traducidas abajo:

Mi esposa y yo estábamos caminando fuera de nuestra casa…

Primero, un ruido en el patio de atrás y voces fuertes. Gente parada cerca de la salida de emergencia del CC [centro nocturno Caballo Cojo], algunos sentados y tosiendo, escupiendo. Aunque hablando calmadamente, sin pánico. Entonces un tipo va corriendo a la estación de bomberos que está cerca, todo negro, y empieza a gritar que hay “miles de personas” adentro y que todas se están quemando, etc. Al principio, pensamos que estaba borracho. Pero los bomberos deben de haber sabido de la situación para ese momento y corrían como locos. Como resultado, todo el que estaba en la estación de bomberos en ese momento se fue manejando o simplemente corriendo al lugar del incendio en un minuto. Caminé a los compartimientos desde donde salían los camiones de bomberos y cerré las puertas detrás de ellos. Nunca antes los había visto irse así, dejando las puertas abiertas.

Fuimos y caminamos alrededor del edificio en la calle Kuybyshev 9 por el lado donde está el pequeño parque. De inmediato, vi un hombre en harapos, sin pelo ni pestañas. No solamente sus ojos se estaban quemando, toda su cara estaba cubierta de hollín. Pero se movía con normalidad, caminaba de arriba a abajo. Le hablé. Preguntó si estaba muy quemado. Pero le dije que se le veía bien. Luego otra vícitma, similar a la primera, se me acercó y se dirigió a mí por mi nombre y mi apellido. Resultó ser un colega. Dijo que no recordaba cómo había salido. Pero también me preguntó cómo estaba su cara y, en general, cómo se le veía desde afuera. (Después me enteré por los informes que se lo habían llevado a Moscú con el 80 por ciento de su piel dañada.)

Pero en ese punto, de alguna manera no parecía tan horrible. Las víctimas caminaban de arriba a abajo, había algunos sentados en el piso. Unas diez personas, con todo. Espeso humo negro salía de las pequeñas ventanas del CC, pero nadie salía corriendo de dentro del edificio. Y no parecía que fuera tan horrible después de todo.

La parte horrible empezó en unos cinco minutos. Los bomberos se vistieron, conectaron las tomas de agua -que, por cierto, funcionaban y el agua salía. Y fue ahí cuando empezaron a arrastrar a las personas hacia afuera…

Por supuesto, esto fue impresionante…

Sacaron a las primeras dos mujeres, las echaron en el asfalto justo en la entrada. Alguien empezó a darles [respiración artificial] a una de ellas […]. Pero entonces sacaron a más personas. Y las pusieron ahí. Los bomberos ya no podían caminar, debían saltar por encima de las personas…

Llegaron dos ambulancias, y la gente empezó a empujar a los médicos, mostrándoles a las víctimas y exigiendo que los ayudaran. Tal vez, este fue el momento más difícil.

Entonces la gente empezó a organizarse. Dejaron de dar [respiración artificial]. Primero, rompimos las banderas rojas de vinil, las volteamos y las pusimos en el otro lado de la pista. Preparamos un lugar para poner a tanta gente como fuera posible. […] Unos cuantos hombres -algo de diez- aparecieron y empezaron a arrastrar personas de la entrada (obviamente, las recibían de los bomberos), y me las daban a mí […]. Determiné una labor para mí -voltear a las víctimas sobre sus lados. Esta fue una recomendación de un doctor, que en ese momento era el único ahí, y que después se fue a otro lado, también. Tal vez esto fue lo peor de la organización [del trabajo de rescate] -no había nadie que hiciera el examen inicial a las víctimas… :( Yo tenía una linterna, y lo hacía como podía, confiando en mi experiencia en el ejército. Levantaba sus párpados y apuntaba con la linterna a sus ojos. Los resultados de vivos/muertos eran 50/50. De alguna manera, estuvimos tratando de separar a los muertos de los que estaban vivos, pero los que cargaban [a las víctimas] no hacían caso en realidad, por supuesto, y no prestaban atención -simplemente arrastraban [a las víctimas]. […] Aunque después empezaron a hacer las cosas con más sensibilidad -para que una persona se eche por un lado, es necesario doblar una de [sus] rodillas. Al principio, yo estaba haciendo eso, y después los hombres que cargaban [a las víctimas] empezaron a hacerlo adecuadamente ellos mismos.

En algún momento, hubo un periodo de calma, o algo así. Los bomberos iban y venían con [equipo de bomberos] y no había nuevas víctimas. Ahí fue, creo, cuando empezaron a llegar las ambulancias. No las vi. Solamente entendí que los hombres que cargaban [a las víctimas] desde la entrada ahora estaban gritando que [a las víctimas] debían llevarlas a las ambulancias. Ahí fue que necesitamos las linternas de nuevo. Recuerdo que siguieron tratando de llevarse a la muchacha que yacía cerca de mí. Pero les dije que dejaran de hacerlo porque ya sabía que ella no necesitaba que la llevaran a ninguna parte. Y entonces aparecieron los oficiales de policía y también empezaron a llevarse a la gente -probablemente a las ambulancias. Me hicieron caso por un rato incluso- usé mi linterna para recoger a las personas que necesitaban que las llevaran.

Después empezaron a sacar gente del centro nocturno de nuevo. Y todo volvió a mezclarse. A algunos los llevaron a las ambulancias de inmediato, […], a otros simplemente los ponían en la pista. De nuevo, creo que no había suficientes personas con linternas para el retiro inicial [de las víctimas]. Esto es muy malo, por supuesto.

Ahí fue que teminó mi parte. Algunas personas con uniformes llegaron y empezó el verdadero rescate.

Y unos cuantos comentarios más:

[…]

Estaba mal que algunas personas estuvieran borrachas, y esto, junto con la histeria, no contribuyó con el orden ni la organización. Así fue al comienzo. Esas personas borrachas, histéricas, se precipitaban entre los heridos y los muertos, obviamente buscando a sus familiares. Volteaban [a las  víctimas] sobre sus espaldas. Debían [voltear a las víctimas sobre sus costados] después de eso. Y, tal vez, no era muy bueno que estuvieran moviendo [a las víctimas]. […]

[…]

También parecía raro que los bomberos no trataran de arrastrar a la gente hacia afuera por la salida de emergencia en la parte de atrás del edificio. Tal vez de esta manera no hubiera sido tan desordenado.

[…]

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