Guatemala: Festival Animal del Monte en Xela

A menudo, tienen lugar en Guatemala reuniones internacionales para discutir una variedad de diversos problemas, desde violencia hasta contaminación, desde adopciones ilegales a dificultades en el gobierno. Pero hace dos semanas hubo un tipo diferente de reunión, una real celebración, donde todos estuvieron invitados a celebrar la cultura. La reunión no se llevó a cabo en Ciudad de Guatemala, como siempre, sino en Quetzaltenango, situada en la parte sudoeste del país. «Xela» es un tipo diferente de lugar y el local es descrito por el blogger/escritor Fellinada en su post Cuatro vestidos para una fiesta:

Quetzaltenango es la ciudad más importante de Guatemala luego de la capital del país, algunos la recuerdan por su particular historia (fue un estado independiente durante año y medio en el siglo XIX), por llamarse también Xelajú (como aquella famosa canción que terminara de inmortalizar Ray Conniff) o por haber sido mencionada en una ocasión por Homero Simpson (quien se intoxicara con unos chiles cosechados por enfermos de un hospital psiquiátrico de las montañas de Quetzazaltenango), sin embargo a algunos escritores les recuerda unos juegos florales que tienen casi 70 años de existir, a los turistas le recuerda edificios neoclásicos de piedra y a los quetzaltecos un epíteto extraño de cuna de la cultura.

Poeta Alejandro Marré leyendo a un grupo de escolares. Foto de CREA Guatemala y usada con autorización.

Muchos poetas asistieron a Animal del Monte, un festival latinoamericano de poesía durante el lluvioso mes de mayo. Los 40 poetas guatemaltecos y latinoamericanos partieron de la ciudad capital y participaron en una gira de seis ciudades cercanas, como Antigua y San Marcos para leer sus trabajos simultáneamente en los varios lugares a atentas audiencias, antes de llegar a Quetzaltenango para la celebración artística y cultural. Ordinaria Locura en su post «Animal del Monte» describió el festival:

Fue una fiesta, que se vive aún allá, que se vivió acá en la capital, en Antigua, en San Marcos, Totonicapán y Coatepeque y que debería de apuntarse en el calendario, para que este derecho tan negado, que es la cultura, se viva y se goce, y en este caso, a la salud del caldo de frutas. No cabe duda de que en medio de las tristezas y esos temblores que sufre el alma, siempre estas cosas alegran, repellan y dan esperanza.

El blogger Luna Park describió la experiencia:

Siete días de poesía ambulante. De la calle a las escuelas; de los salones universitarios a las cafeterías. Disuelta la línea invisible entre vida y literatura. Sin libros de por medio. Solo el autor y su voz, el espectador y el poema: una conexión directa que propició el encuentro, la reacción palpable, inmediata: una sonrisa, una mirada de asombro, unos ojos cerrados, un aplauso, un acercamiento, una pregunta, una petición.

Lectura de niños por Rosa Chávez, Gabriela Padilla, Alma Karla Sandoval y Carmen Lucía Alvarado. Foto de CREA Guatemala y usada con autorización.

En general, se hizo una fiesta en la ciudad capital, en Antigua, en San Marcos, Totonicapán y Coatepeque. Sin duda, no es fácil ser escritor, sobre todo hay otras prioridades, como llevar tortillas a la mesa. Sin embargo, la pobreza o el hecho de ser de un país en desarrollo nunca antes detuvo sus mentes creativas. Las expresiones creativas y sacar belleza de la nada fueron algunos de los puntos importantes del festival. Como lo dijo Maurice Echeverría, uno de los mejores escritores de la región en su blog Buscando a Syd :

Ser escritor viene a ser lo mismo que exiliado polaco en Ecuador en los años cincuenta por decir algo. Y como ya dije: bufar se vale, incluso perder la fe, pero lloriquear, eso jamás. Hay tantos escritores que, miserablemente, le echan la culpa a Guatemala, porque nunca levantó vuelo su carrera. Tan congestionados, tan sobradamente frustrados están que necesitan imputar culpas a una abstracción. Frustrados estamos todos, pero nos ahorramos las bajezas. La literatura es una mujer por quien bien vale perder la cabeza. Y las manos.

Y estoy de acuerdo, considerando que hace 41 años Miguel Angel Asturias, un poeta guatemalteco, ganó el Premio Nobel, Rodrigo Rey Rosa ha escrito libros asombrosos en varios idiomas y Augusto Monterroso escribió la historia más corta del mundo «El Dinosaurio» («Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí.»)

Estos tres guatemaltecos y los jóvenes poetas del Festival Animal del Monte están mostrando al mundo que muchos buenos trabajos vienen de este país.

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