Ruanda: Recordando el genocidio ruandés

El 6 de abril de 2011 se conmemoró el inicio del décimo sétimo aniversario del genocidio ruandés. Es un momento para reflexionar sobre los imperdonables errores humanos que llevaron a la vil matanza de cerca de un millón de ruandeses, en su mayoría tutsis. Los horrores del pasado siguen siendo visibles en muchos estratos de la sociedad ruandesa hoy en día.

A nivel oficial, esta semana será solemne y sombría a la vez, con muy limitada actividad comercial. La principal ceremonia de conmemoración tendrá lugar en el Stade Amahoro o el Estadio de la Paz. Según la creencia ruandesa por la cual el nombre de una persona representa su personalidad, ‘izina niryo muntu’, el estadio alojó a cerca de 12,000 personas, mayormente tutsis bajo la protección de las Naciones Unidas durante el genocidio de 1994.

Unburied bones of victims of the Rwandan genocide at a memorial centre. Image by Flickr user DFID - UK Department for International Development (CC BY-NC-ND 2.0).

Huesos no enterrados de víctimas del genocidio ruandés en un centro conmemorativo. Imagen del usuario DFID de Flickr DFID – Departamento del Reino Unido para el Desarrollo Internacional (CC BY-NC-ND 2.0).

La blogósfera ruandesa también centró su atención en este acontecimiento monumental. Se discutió una diversidad de temas relacionados con el genocidio.

El blogger Kigaliwire (en) nos hizo retroceder diecisiete años, explorando la manera en que se informó de las matanzas. En particular, la infame estación de radio Muhabura, que abiertamente incitaba a la población a matar tutsis. Nos recuerda que:

Entre julio de 1993 y julio de 1994, Radio Télévision Libre des Mille Collines (RTLM) (en) transmitió desde el segundo piso de este anodino edificio de oficinas en la esquina en 12 Avenue de la Paix en el centro de Kigali. La oficina del segundo piso está ahora ocupada por Gapco Rwanda, un empresa petrolera. Una tienda de teléfonos celulares funciona a nivel de la calle y el banco KCB tiene una sucursal en el primer piso. Hoy hace diecisiete años, el 6 de abril de 1994, el discurso de odio de esta estación de radio que quedaba en este edificio avanzó en marcha directa (en),

Además, publicó una profética advertencia escrita por Lindsay Hilsum, la única corresponsal extranjera que estuvo en Ruanda en ese momento. En retrospectiva, es doloroso pensar que el mundo se hizo fríamente de la vista gorda.

Escribiendo sobre el 6 de abril de 1994, Hilsum hizo sonar la alarma:

La capital ruandesa de Kigali descendió ayer al caos cuando las tropas, guardias presidenciales y gendarmes recorrieron los suburbios matando al primer ministro, pacificadores de las Naciones Unidas y muchos civiles.

Bandas de soldados y jóvenes secuestraron a políticos de oposición, y mataron a miembros de la minoritaria tribu de los tutsis, los apalearon hasta matarlos con bastones, los despedazaron con machetes y cuchillos, o les dispararon”.

El blogger Dan Speicher reflexiona sobre su visita personal a Ruanda hace casi diez años y los horrores que presenció (en):

Es difícil de creer que hace diez años estaba en Ruanda. Apenas había llegado pocos días antes. Ahora estoy participando en la Semana de Conmemoración del Genocidio. Mientras afuera había desfiles y ceremonias, imágenes de asesinato y odio aparecían en todas las pantallas de televisión puestas en los canales públicos.

Todavía recuerdo vívidamente las fosas comunes. Miles de cuerpos arrojados en la tierra, dejados a que se pudran sin ninguna ceremonia. Una mujer a la que había conocido, le faltaba parte del cráneo por el golpe de un machete, a su esposo lo habían matado poco tiempo antes en ataques de milicias hutus, se quedó sola defendiendo a sus hijos.

El blog Rising Continent escarba en el tema del asesinato del presidente Habyarimana (en) que muchos creen que provocó el subsecuente genocidio:

El 6 de abril de 1994, dos misiles volaron de los cielos al avión que llevaba al presidente de Ruanda, Juvenal Habyarimana, y mataron a todos a bordo, incluido el presidente de Burundi y al jefe del ejército de Ruanda.

Con certeza, el ataque fue uno de los peores ataques terroristas de los años 90. ¡Piénsenlo! Dos jefes de estado africanos muertos – el presidente Cyprien Ntaryamira de Burundi también estaba en el avión­, la frágil paz basada en los acuerdos de Arusha de 1993 quedó destrozada, la guerra recomenzó y masas de personas murieron masacradas.

La blogger Olga Bonfiglio crea conciencia sobre las consecuencias psicológicas del genocidio. Escribe que (en):

No sorprende que el 100 por ciento de las personas estuvieran traumatizadas por el genocidio—sobrevivientes y perpetradores por igual, según los sacerdotes y profesionales de servicios humanos con los que hablé el pasado noviembre cuando visité el país.

Profundo dolor, culpa, vergüenza por sobrevivir y el impulso de represalias permanecen en los corazones de muchas personas, dijo Philippe Ngirente, director de servicio social.

Agrega (en) que el gobierno y la iglesia son partes importantes interesadas en construir una nueva Ruanda:

El gobierno de Kagame quiere desesperadamente que esto [la curación] siga mientras continúa tratando de estabilizar al país a través del desarrollo de políticas económicas. La reconstrucción abunda en el centro de Kigali, la ciudad capital de Ruanda. El intento de apelar al multiculturalismo es también evidente en la amplia gama de restaurantes occidentales y asiáticos que hay acá. Un gran hotel y un complejo de conferencias se está construyendo para atraer turistas y personas de negocios. El año pasado, el inglés fue declarado el idioma oficial de Ruanda. (El kinyarwanda y el francés son también idiomas oficiales.)

Mientras tanto, la Iglesia Católica se ha convertido en parte importante en la tarea de la reconstrucción emocional y espiritual en este país predominantemente católico. Lo hacen a través de la reconciliación de los sobrevivientes y perpetradores del genocidio.

El blog Democracy Watch adopta una postura más dura sobre el gobierno de Ruanda. Aunque la autora está impresionada por algunos beneficios durante los últimos diecisiete años, le preocupa que los beneficios no sean suficientes para evitar que el pasado se repita. Escribe (en):

Muchos extranjeros no reconocen la falta de libertades políticas y las desigualdades económicas que enfrentan a los ruandeses que no son miembros del partido de gobierno, el Frente Patriótico Ruandés (RPF). La amplia mayoría de ruandeses —hutus y tutsis por igual— que sobrevivieron al genocidio siguen estando políticamente marginados, extremadamente pobres y, en muchos casos, traumatizados por lo que vivieron. La vida diaria se caracteriza principalmente por la falta de comida, de agua limpia y servicios de salud a precio asequible y cercanos, mientras que la élite disfruta de cafeterías europeas, lugares de internet inalámbrico, viviendas nuevas y centros comerciales, atención médica accesible y otros servicios. La brecha entre las élites urbanas y la población rural –cerca de 90% de ruandeses vive en áreas rurales– nunca ha sido mayor.
Es la  creciente desigualdad socio-económica entre la élite gobernante y los ruandeses comunes y corrientes lo que hace posible otra ronda de violencia política.

Pero la situación no es enteramente desesperanzada y a través de una sociedad con la comunidad internacional, es posible construir un futuro más sostenible y democrático. Esta es la solución (en):

Para mantener la paz, los actores internacionales activos en Ruanda,y la amplia Región de los Grandes Lagos de África, debe empujar al RPF hacia una verdadera apertura democrática.

Finalmente, el blog juvenil Lutheran World Federation recuerda al mundo que siga en solidaridad. Explican cómo (en):

Esta semana, el mundo recuerda el devastador genocidio en Ruanda en 1994. Cerca de 800,000 personas fueron asesinadas. Annie Bunio, una joven luterana de Estados Unidos, propuso a sus amigos usar morado el jueves. El morado es el color del luto en Ruanda. Esta debería ser una señal de recordación y una llamada a la acción en contra de cualquier otro genocidio y asesinatos en masa que están ocurriendo actualmente.

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