Armenia-Azerbaiyán: ¿La cultura une o divide?

Con una reciente encuesta que indica que la mayoría de armenios y azerbaiyanos están en contra de una amistad mutua, las esperanzas para una paz entre los dos países vecinos parecen muy debilitadas. Entrampados en un amargo punto muerto por el disputado territorio de Nagorno Karabakh, succesivos intentos de mediar en una acuerdo de paz desde el cese al fuego de 1994 han tambaleado de manera consistente.

La guerra que se realizó a comienzos de los años 90 dejó 25,000 muertos y obligó a un millón a salir de sus hogares. Escaramuzas en el frente siguen cobrando muchas vidas cada año desde entonces y, gracias a una descarga casi diaria de noticias y opiniones satanizando al otro, ninguno de los lados parece estar preparado para la paz. Uno de los coautores de un informe que examina el rol de los medios en perpetuar el conflicto resume la situación en un post escrito como invitado [IN/RU] para mi proyecto personal en las comunicaciones y cooperación a través de la frontera Armenia-Azerbaiyán.

[…] Las estadísticas que destacan la cantidad de personas que aprueban o desaprueban la amista entre armenios y azerbaiyanos ilustran eso bastante bien. Solamente el 28 por ciento de encuestados armenios aprueban la amistad con azerbaiyanos, mientras que apenas el 1 por ciento de los azerbaiyanos aprueban la amistad con los armenios.

Aun así, aunque la hostilidad hacia los armenios parece ser más fuerte en Azerbaiyán, la intolerancia y el odio étnico existe también en Armenia. Esto fue ilustrado bastante bien por medio de los recientes intentos de realizar un festival de películas de Azerbaiyán en Ereván, la capital armenia. Debido a la fuerte resistencia de los nacionalistas, tuvo que ser cancelado. Al escribir sobre esto en un blog de reciente lanzamiento, Charles Lonsdale, el embajador británico de Armenia, comenta la noticia.

Así que un modesto festival de películas azerbaiyanas tuvo que ser cancelado porque ningún recinto en Ereván estaba preparado para realizarlo, aparentemente ante las amenazas. No hemos estado involucrados en la organización del festival, pero me siento decepcionado. En particular como un simple asunto de libertad de expresión y lo que esto dice que la apertura de la sociedad en Armenia.

Entiendo que algunas personas están frustradas y, por ejemplo, alegan que no sería posible tener un festival de películas armenias en Azerbaiyán, así que la gente no debería exhibir películas azeríes acá. O que haya propaganda anti-armenia en Azerbaiyán o Turquía, lo que significa que absolutamente ninguna película se debería ver acá (aunque las películas a exhibirse en esta ocasión difícilmente califican como propaganda). […]

[…]

[…] El planeado festival debería ser un pequeño paso para desafiar a las personas de ambos lados para pensar de manera diferente, aunque eso sea difícil.

Aunque discrepa con el festival por otras razones, y también nota el papel que los medios sociales jugaron en movilizar oposición en línea, Caucasus Edition también se preocupó.

Uno de los estereotipos negativos acerca de Azerbaiyán y los azerbaiyanos que a menudo escucho de los armenios es que la ‘mayoría de azeríes son intolerantes, están llenos de odio hacia los armenios y no están listos para la cooperación’. Luego está el estereotipo positivo inverso entre los armenios sobre ellos mismos que, a diferencia de los azeríes, son ‘tolerantes, de mente abierta y listos para la cooperación’. Basándome en algunos acontecimientos recientes, debo cuestionar la última noción.

[…]

Sin embargo, a la larga, para mí ni siquiera es un tema de armenios-azerbaiyanos, sino un tema de libertad de expresión. Ya sea que cualquiera de nosotros está de acuerdo con los organizadores o no, deberían tener el derecho de organizar cualquier festival, en cualquier formato en cualquier momento, salvo que promueva el odio y la violencia, y esto es claramente lo contrario. […]

Unzipped también siente lo mismo.

Creo firmemente que el arte, y la cultura, no reconocen fronteras. Aun cuando los países estén en estado de guerra. El arte, y las películas, son la mejor manera de que las personas comunes y corrientes se conozcan mejor, que rompan el hielo, incluso o sobre todo el caso de fronteras cerradas. También está internet, por supuesto, y encuentros fuera de las fronteras nacionales.

No tengo problema si es que hay personas que protestan por la idea o el hecho del festival. Es su derecho. Pero háganlo de una forma (por lo menos remotamente) civilizada, sin comprometer el menor denominador posible de basura nacionalista/racista, ataques personales y amenazas a las personas. Hay una fina línea cuando la libertad de expresión se transforma en algo que debería ser considerado dentro de los límites del código legal/penal. Muchos ya han cruzado esa línea.

Aun así, si esas actitudes existen en ambos lados, al menos hay unos cuantos que se sienten diferente. Gulara Azimzade, una joven activista en Azerbaiyán que escribe para Caucasus Edition, da ejemplos de música armenia que le gusta, y está de acuerdo con Unzipped en que la cultura no debería estar constreñida a las fronteras.

A todos nos gustan la música y las películas. Después de un largo día de trabajo, durante un día de trabajo o en casa cuando estamos aburridos, escuchamos músicia y al menos una vez a la semana vemos una películal. Se considera que la música y las películas son alimento espiritual -nos olvidamos del estrés, nos alegra y a veces nos entristece. Hasta nos gusta escuchar canciones que no siempre entendemos, en tanto suenen agradables, no importa en qué idioma estén. Pero a veces, en algunas circunstancias este no necesariamente es el caso…

[…]

Sería un delito moral negar y sacrificar su valioso trabajo por la guerra y el conflicto. Más aún, creo que no está bien discriminar el trabajo creativo por raza, género o nacionalidad. Pertenecen a la humanidad, al mundo y al arte.

Sin embargo, irónicamente, en la vecina Georgia, las personas de etnia armenia y azerbaiyana coexisten en paz en Tiflis y las regiones. En otro post invitado en mi proyecto, Reader in Baku narra una reciente visita a la capital georgiana [IN/RU], y visitas a lugares donde ciertamente se comparten cultura y amistad.

La parte antigua de la ciudad. Agradablemente cansado después de caminar por ahí. El clima está helado. Una taza de té caería bien ahora. Vemos un salón de té en una calle y decidimos entrar. Mientras me siento puedo escuchar a un par de hombres cerca hablando mi lengua natal – azerbaiyano.

Resulta que el dueño de este salón de té es de etnia azerbaiyana. Aunque de vez en cuando, el idioma de conversación sobre la mesa fluye suavemente a otro idioma. No es ruso ni georgiano…

Viendo mi cara de confusión, uno de los hombres me saluda en azerbaiyano, y como siempre se siente de alguna manera una calidez de encontrarte con compatriotas en un país extranjero, acerco mi silla a su mesa sin dudarlo.

Ha estado viviendo en Tiflis desde hace más de 10 años y apenas dos minutos después me lleva a una travesía por la que yo raramente viajo. El sur del Cáucaso, una región más definida en el mapa con sus graciosas fronteras abruptas, parece estar sentado en la pequeña mesa cuadrada.

Es más, no es mi compatriota, aunque su azerbaiyano es mejor que el mío. Su nombre es Albert y es de etnia armenia.

También canta canciones de folklore en azerbaiyano del legendario trovador armenio Sayat Nova, y cita poemas del gran poeta azerbaiyano Samad Vurgun. Albert también tiene una familia grande con su esposa, una azerbaiyana, y un sueño– cruzar la frontera azerbaiyana.

Me presenta a su mejor amigo que está sentado a su lado en la mensa.

Su nombre es Ramiz, un cantante de etnia azerí de 74 años que canta canciones armenias. Le pido que me cante un poco, pero educadamente se niega, diciendo que ha habido una pérdida en la familia. Su amada esposa falleció hace poco. Era armenia.

Los musicales amigos conversan líricamente entre sí acerca de las bellas culturas, fascinándonos con las similitudes que los unen, y reflexionan sobre la futilidad del juego que es el conflicto entre los dos países…

[…]

Si todo el Cáucaso pudiera ser así, armónico y sincrónico. ¿Y por qué no? Con coincidencias en cocina, cultura, mentalidad y emociones humanas que nos conecten, ¿es tan malo buscar coexistir pacíficamente?

Marine Ejuryan también hace un post como invitada, y examina ejemplos de cultura compartida a lo largo de la historia, pero ahora olvidados por muchos. La estudiante armenia concluye que ahora es momento de que los pueblos de ambos lados se den cuenta de esto.

Trágicamente, […] muchos años de guerra, enemistad y propaganda negativa han resultado en las actuales percepciones del ‘otro’ en cada una de nuestras sociedades. Sin duda ahora es momento de romper los estereotipos que armenios y azerbaiyanos tienen unos de los otros.

La idea de que armenios y azerbaiyanos son “étnicamente incompatibles” no es nada más que pura mentira.

Vivíamos juntos en paz y así sigue siendo en terreno neutral, lo que significa que también puede ser así acá –en Armenia, Azerbaiyán Nagorno-Karabakh. Sin embargo, lo primero que necesitamos hacer es terminar con las guerras de propaganda en ambos lados.

También necesitamos tiempo.

Tiempo para que ambas sociedades aprendan a vivir juntas pacíficamente de nuevo.

Coincidentemente, en el mismo tema, varios posts de invitados escritos para mi proyecto están ya disponibles en forma de un libro electrónico disponible gratuitamente para ser descargados o para leer en línea. Pronto estará disponible una traducción rusa. Mientras tanto, Global Voices continuará siguiendo de cerca las novedades en el uso de medios nuevos y sociales en el conflicto Armenia-Azerbaiyán. Hay disponible una página de cobertura especial acá.

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