Bolivia aprobó una carretera y la extracción de petróleo y gas en un parque nacional

Szymon Kochański Follow Los marchistas del TIPNIS llegan a La Paz (19/10/2011)

Manifestantes del Territorio indígena y Parque nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) llegan a La Paz (19/10/2011). Fotografía de la cuenta de Flickr de Szymon Kochanski bajo licencia Creative Commons.

Este artículo de Emily Achtenberg inicialmente fue publicado en la web de NACLA y es republicado en Global Voices en el marco de un acuerdo para compartir contenidos.

El 20 de mayo, el presidente de Bolivia, Evo Morales promulgó el Decreto Supremo N° 2366, que autoriza el desarrollo de actividades hidrocarburíferas en los parques nacionales del país – protegidos por la Constitución como reservas naturales. Apenas dos semanas después, Morales anunció que pese a las repetidas demoras finalmente llevará adelante su plan de construir una gran carretera a través del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure en la Amazonía boliviana.

El hecho de que estas declaraciones se produjeron de manera simultánea no pasó desapercibido para quienes se oponen a la construcción de la carretera, que sospechaban desde hace tiempo que los intereses de petróleo y gas están detrás del proyecto. Dentro del TIPNIS, han sido otorgadas concesiones para la extracción de hidrocarburos en cuatro áreas que representan el 30% del territorio del parque. La ruta en cuestión básicamente bordea al parque Sécure.

De hecho, los territorios de 11 de los 22 parques nacionales de Bolivia actualmente se superponen con concesiones petroleras y gasíferas otorgadas a empresas transnacionales como la brasileña Petrobras, la española Repsol, y la francesa Total. Desde la “nacionalización” de los hidrocarburos en 2006, estas empresas han operado como joint ventures con YPFB, la empresa estatal de energía.

Como el TIPNIS, muchas de estas reservas son propiedad colectiva de grupos indígenas que habitan en ellas desde hace siglos, y dependen de sus tierras ancestrales para subsistir. En algunos casos, las concesiones hidrocarburíferas cubren entre el 70-90% del territorio del parque. Estos parques podrían virtualmente desaparecer una vez que los contratos entren en vigencia.

Aunque el territorio otorgado en concesión a empresas del sector del gas y el petróleo en Bolivia se ha extendido durante la gestión de Morales—de alrededor de 3 millones de hectáreas en 2007 a 24 millones en 2012— la actividad en los parques nacionales ha estado paralizada debido a la falta de un marco regulatorio coherente para la extracción—hasta ahora. En virtud del nuevo decreto, los permisos para extracción de hidrocarburos pueden ser otorgados bajo contratos preexistentes o nuevos, siempre y cuando la empresa se comprometa a mitigar cualquier consecuencia adversa para el ambiente que pudiera ocurrir, y aportar el 1% de sus inversiones a reducir la pobreza y al desarrollo económico de la región afectada.

Los críticos sostienen que estas medidas no compensarán los verdaderos costos de la explotación de hidrocarburos, especialmente porque las agencias ambientales y encargadas de administrar los parques se oponen con vehemencia a las actividades extractivas. Según JorgeCampanini, de la organización de investigación sin fines de lucro CEDIB, el decreto 2366 será un «certificado de defunción” para las áreas protegidas que ya enfrentan minería ilegal, deforestación y ocupación de tierras para el cultivo de coca.

Ambos anuncios de Morales destacan un desafío fundamental y una contradicción para el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), que ha dependido en gran medida de la extracción de gas y petróleo para financiar sus exitosos programas de redistribución. Esta estrategia está generando cada vez más tensiones con organizaciones indígenas, ambientalistas y de la sociedad civil que sostienen que el extractivismo destruye la naturaleza y las comunidades, perpetuando la dependencia de las transnacionales, y ocultando la necesidad de desarrollar un modelo económico sustentable para el futuro.

Al contrario, el gobierno del MAS defiende su política extractivista y desarrollista como un medio necesario para mitigar la pobreza actual, y crear recursos para una economía post-extractiva que marcará la transición hacia el “socialismo comunitario.” El experto en ciencias políticas George Gray Molina ha señalado que los ingresos del gobierno boliviano en tributos y regalías de la explotación de hidrocarburos, de 72%, se encuentra entre los más altos de Latinoamérica.[1]

Estos puntos de vista opuestos se concretaron en 2011-12 en torno a la controversia por el TIPNIS, el conflicto que más divisiones generó en los 9 años de mandato de Morales. La prolongada disputa quebró la alianza de los movimientos indígenas, campesinos y sociales urbanos que llevaron al poder a Morales en 2005.

Morales suspendió el debate sobre la ruta antes de las elecciones presidenciales de 2014, y lo reemplazó por una oportuna campaña para eliminar la pobreza extrema en el TIPNIS. También se lamentó públicamente de los defectos de la consulta popular que llevó adelante el gobierno. Sin embargo, defendió la importancia geopolítica de la ruta en la promoción de la integración territorial y el desarrollo regional. Fueron pocos los que se sorprendieron de la resurrección del proyecto, especialmente ya que Morales contrató una empresa estatal para comenzar la construcción del tramo inicial de la ruta hacia el parque, con fondos del gobierno.

La decisión de Morales de expandir la frontera hidrocarburífera hacia el interior de los parques nacionales bolivianos tampoco fue inesperada. El vicepresidente Alvaro García Linera ofreció un anticipo en mayo de 2013, cuando invocó el nacionalismo para justificar la política como una “estrategia anti-imperialista.” Los anteriores gobiernos neoliberales, sostuvo, protegían estas reservas para salvaguardar esos recursos para beneficio futuro de inversores extranjeros, garantizando que Bolivia continuaría siendo un país subdesarrollado. Desde entonces, el gobierno ha otorgado nuevos incentivos para las prospecciones de gas y petróleo en todo Bolivia, y al menos 5 nuevas concesiones en parques nacionales están pendientes de aprobación. Otro Decreto Supremo (DS 2298), de marzo pasado, contempla la realización de un proceso de consulta trunco dominado por el estado sumado a un plan de actividades hidrocarburíferas, en lugar de buscar el “consentimiento libre, previo e informado” de las comunidades afectadas, según sus normas y procedimientos, como lo exigen la Constitución boliviana y los tratados internacionales suscriptos por Bolivia. (Un esfuerzo prolongado de realizar una consulta aparentemente ha sido abandonado, debido a la incapacidad del gobierno para alcanzar consenso con las organizaciones indígenas y campesinas).
La decisión de Morales de avanzar en ambos temas, la ruta y la actividad hidrocarburífera dentro del TIPNIS es resultado de una confluencia de diversos factores. En lo económico, la dramática caída de los precios internacionales del petróleo (que coincide con la baja del precio del gas boliviano), sumada al descenso documentado del nivel de reservas comprobadas de gas de Bolivia, ha generado la urgencia por expandir la frontera hidrocarburífera.

Con el 80% del gas boliviano siendo exportado actualmente a Brasil y Argentina, existe también la largamente postergada necesidad de expandir la oferta de gas para uso a nivel nacional, incluso para la industria. Y en su reciente campaña electoral, Morales promovió una imagen de Bolivia como potencia energética regional, y prometió desarrollar nuevos mercados para las exportaciones de gas.

En lo político, la histórica victoria de octubre de Morales en la que obtuvo 61% de los votos consagrándose ganador en nueve departamentos se basó en una nueva alianza de campesinos, pequeños productores y comerciantes, una burguesía urbana indígena empresarial emergente y elementos de la elite conservadora que se han sumado al MAS. Esta coalición, que ha modificado el paisaje político de Bolivia, se ha beneficiado sustancialmente de la prosperidad que el gas le ha brindado a Bolivia y ha permitido consolidar las políticas neodesarrollistas y extractivistas de Morales.

En cuanto al TIPNIS, el primer triunfo del MAS en las elecciones a gobernador en el distrito de Beni—aunque la comisión electoral controlada por el MAS le quitó la personería al popular partido opositor nueve días antes de las elecciones—ha generado un clima político favorable para la construcción de la ruta Beni-Cochabamba. Y los dos tercios del MAS en la Asamblea legislativa plurinacional boliviana garantizará los votos necesarios para derogar la inconveniente ley de 2011 que protege al TIPNIS como una zona “intocable”. Aunque el diseño de la ruta y las fuentes de financiamiento todavía deben ser determinados, Morales ha señalado que la Fuerza binacional de ingeniería, una iniciativa conjunta del ejército boliviano y venezolano, está preparada para comenzar la construcción.

Aún está por verse cuánta resistencia habrá en contra de estas iniciativas. Los grupos que se oponen a las políticas imperantes del MAS han sido marginados, intervenidos, divididos, privados de recursos y debilitados por el gobierno de Morales desde que surgió el conflicto sobre el TIPNIS. Y, como el antropólogo Bret Gustafson ha destacado, una postura contraria al extractivismo es difícil de mantener en un país donde el gas es visto principalmente desde la óptica del nacionalismo de recursos, y como un boleto a la prosperidad económica.

Además, el líder del TIPNIS Fernando Vargas, ex candidato a la presidencia por el partido verde boliviano, y Adolfo Chávez, líder de la Confederación de pueblos indígenas de Bolivia CIDOB, anunciaron que apelarán el Decreto 2366, organizarán una movilización internacional en defensa de los parques nacionales bolivianos y esperaban poder entrevistarse con el Papa durante su visita a Bolivia prevista para julio. Ellos van a necesitar toda la ayuda que puedan obtener.

[1] Discurso de George Gray Molina en la conferencia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Washington DC,1 de junio de 2013.


Emily Achtenberg es planificadora urbanística y autora en el blog de NACLA Rebel Currents dedicado a la cobertura de movimientos sociales latinoamericanos y gobiernos progresistas latinoamericanos.

1 comentario

  • Pedro

    Me encantan los artículos y los medios de manipulación como este…

    Bolivia resurgirá y será tan grandiosa como Potosí lo fue para el Imperio Español.

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