Kuwait sentencia a 1,000 niños bidoon al analfabetismo

More than 1,000 stateless children in Kuwait are not allowed to go to school. "Your silence on preventing Bidoon children access to education is a crime," reads the placard on the left. The other one reads: "I have a dream. But I am Bidoon." Photograph shared on Twitter by @nawaf_alhendal

A más de 1,000 niños apátridas de Kuwait no se les permite ir a la escuela. En la pancarta de la izquierda se lee: «Su silencio al impedir el acceso a la educación a los niños bidoon es un crimen». En la otra dice: «Tengo un sueño, pero soy bidoon». Fotografía compartida en Twitter por @nawaf_alhendal

Mientras que las ONG internacionales intentan evitar por todos los medios que los niños sirios refugiados se retrasen en la escuela, hay otro país árabe que le está negando sistemáticamente una educación a un grupo de niños. Mientras las escuelas abrían en setiembre en todo Kuwait, más de 1,000 niños de la comunidad árabe «apátrida” bidoon (“bidoon” es un árabe “sin nacionalidad”) se quedaban a las puertas de las escuelas llorando porque no les permitían entrar en las instalaciones con el resto de sus compañeros. La razón: la falta de certificados de nacimiento.

El estado kuwaití rechaza expedir certificados de nacimiento para niños apátridas, denegando así su propia existencia desde el momento de su nacimiento. El asunto de los bidoon en Kuwait es un problema de larga data, pero ahora el gobierno está utilizando diferentes tácticas para aislar y condenar al ostracismo a los miembros de este grupo. Irónicamente, esta exclusión de los niños bidoon de las escuelas primarias está ocurriendo en un año escolar que ha seguido a otro en el que algunas de las graduadas de instituto con mejor expediente académico eran chicas bidoon. Sin embargo, a pesar de tener unas notas excepcionalmente altas, a estas estudiantes todavía no se les ha permitido continuar sus estudios en las carreras universitarias de la Universidad de Kuwait.

A menudo se estereotipa a los adultos bidoon de criminales. En todos los casos en que hay un crimen con gran difusión en los medios y en el que han participado individuos apátridas, la conclusión lógica es que se trata de un comportamiento típico y esperado de un “bidoon incivilizado”, lo cual justifica que los etiqueten como inmerecedores de un trato justo. Aun así, es importante conocer el círculo vicioso que rige la vida bidoon en Kuwait. Despojados del derecho de asistir a las escuelas públicas, y por lo general incapaces de afrontar los gastos de la educación privada, el único empleo al que pueden acceder con facilidad es un trabajo de salario mínimo. Esto restringe de forma dolorosa sus escasas oportunidades de tener un futuro brillante, a pesar de que muchos de ellos tienen sueños, ambiciones y talentos parecidos a los que tiene cualquier otro ciudadano kuwaití.

Debido a la privación del derecho a asistir a la escuela a los niños bidoon, Kuwait está perpetuando un estereotipo perjudicial y sentenciando intencionadamente a una generación completa de niños inocentes a una vida de analfabetismo y abriendo el camino hacia el desempleo, la venta de drogas, el crimen y el resentimiento. Con demasiada frecuencia veo a niños bidoon no mayores de ocho o nueve años vendiendo sandías en la calle durante el ardiente verano kuwaití, o vendiendo baratos juguetes iluminados en los semáforos por las tardes. Estos niños son plenamente conscientes de lo diferentes que se han vuelto sus rutinas frente a las que viven otros niños.

Cuando este año se les negó la entrada a los niños bidoon a sus escuelas la primera semana de clase, solo se mencionaron en principio unos pocos casos en las redes sociales. Algunos voluntarios kuwaitís se ofrecieron a cubrir sus matrículas y comprarles los nuevos uniformes que necesitaban para ir a clase… antes de descubrir que la verdadera fuente del problema era la falta de los certificados de nacimiento.

Es sorprendente que el único esfuerzo real de rescatar a esos niños de una vida de posibilidades limitadas llegue de parte de la sociedad civil kuwaití. La Sociedad de profesores de Kuwait lanzó una iniciativa llamada “Katateeb Al Bidoon”, y pidieron a los educadores que se prestasen a enseñar a los niños bidoon en la sede de la sociedad. Muchos lo hicieron, y los niños bidoon aparecieron de hecho vestidos de uniforme, con fiambreras en las manos y con ganas de aprender dónde y cuándo fuera. Y siendo como es tan altruista y noble esta iniciativa, no se puede negar que estos niños están recibiendo una forma de educación improvisada en un lugar que los separa de sus iguales.

En el mes de octubre, varios grupos protestaron frente al Ministerio de Educación de Kuwait exigiendo que se permitiera a los niños bidoon regresar a la escuela. El aspecto más dramático de las protestas fue que tuvieron lugar a las diez de la mañana y que los niños bidoon estuvieron allí vestidos con sus uniformes escolares y llevando pancartas, a una hora en la que deberían haber estado en clase y no protestando por el hecho de que se les negara su derecho universal a la educación. Imagínense el trauma psicológico y la confusión que esto va a ocasionarles.

A continuación se muestran algunas fotografías de las protestas cedidas por el activista kuwaití Nawaf El Hendal (utilizadas con permiso):

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En mi escuela primaria pública aprendí a leer y escribir tanto en árabe como en inglés, a contar, a tocar el piano y a pintar, y aprendí muchas de las habilidades sociales básicas que he necesitado para sobrevivir en mi vida adulta actual. Estas son cosas que muchos de nosotros podríamos haber dado por hecho cuando éramos niños, pero, ahora que somos adultos, no podemos subestimar lo importante que son en la formación de los individuos en ciudadanos activos y responsables. Además, tampoco podemos subestimar las consecuencias inevitables y a largo plazo de que más de 1,000 niños no tengan acceso a esa experiencia esencial. No saber cómo se escribe una frase es en sí mismo una condena a la cárcel.

Es momento de poner freno al castigo a niños inocentes y de hacerles pagar el precio de sucias políticas. Se supone que las escuelas son lugares que ayudan a los niños a crecer, a sentirse seguros y a tener más conciencia de sus cualidades únicas y de sus capacidades interminables. Sin embargo, este año, en Kuwait, las escuelas se han convertido en lugares que apartan a los niños bidoon. Es momento de rectificar este error transgeneracional legislando políticas de inclusión y no nuevos medios de segregación.

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