Minería colombiana sigue firme pese a protestas y resistencia

Actividad minera

Actividad minera. Foto en Flickr del usuario Bert Kaufmann (CC BY 2.0).

En los últimos años en Colombia, la actividad minera ha tomado una mayor importancia económica, tanto así que el recientemente reelegido presidente Juan Manuel Santos suele referirse a la «locomotora minera» para nombrar al gran generador de recursos que le permite al estado financiar proyectos de interés social, generar más empleos con la consiguiente reducción de así la pobreza.

Sin embargo, la minería también genera conflicto social, violaciones a los derechos humanos de poblaciones vulnerables y un impacto ambiental negativo, entre otros problemas. Incluso a nivel del propio gobierno se ha detectado problemas cuya solución se considera prioritaria, como la deficiente titulación de los predios mineros, el uso y contaminación de los recursos hídricos, la gestión de residuos tóxicos y la endeble legislación ambiental.

En este contexto, han surgido iniciativas ciudadanas como la que consigna en el blog No a la Mina. El blog es una vitrina para visualizar la información y el accionar que manejan varios grupos preocupados por el impacto de la minería en los derechos humanos y el medio ambiente en Colombia. Estos grupos van desde los académicos hasta organizaciones comunales e indígenas.

En mayo de 2011, se organizó el Encuentro Acción Colectiva y Megaproyectos Mineros en la Universidad Javeriana de Bogotá. La profesora Aída Quiñonez, una de las organizadoras comentó:

La idea era conocer las problemáticas de las regiones más allá del contexto inmediato, con la conciencia de que este tipo de prácticas económicas, fundamentadas en maximizar beneficios, traen consecuencias estructurales y culturales para el país en cual se asientan.

Durante el encuentro se pudo conocer de primera mano testimonios de diversas comunidades:

Se expusieron los procesos de la Asamblea SUR en Bogotá D.C.; la permanente resistencia del pueblo Nasa en el Norte del Cauca; los graves riesgos de violación de derechos humanos que amenazan a las comunidades afrocolombianas e indígenas por la explotación minera en La Toma-Suárez-Cauca; la defensa del territorio por la explotación de las minas en los casos de Caldono, Cauca, la resistencia del resguardo Uradá-Jiguamiandó, el proyecto Mandé Norte, la defensa de Marmato-Caldas, las resistencias frente a la mina la Colosa y por la defensa del territorio -en Cajamarca Tolima, la defensa del páramo de Santurbán en Santander, y el despojo y desalojo de la comunidad de Tabaco en la Guajira por el macroproyecto del Cerrejón.

Al terminar el encuentro, se elaboró un Manifiesto con la participación de los asistentes que, entre otras conclusiones, recomendó:

Es necesario que se convierta en una responsabilidad de la sociedad colombiana abordar el problema de la megaminería y en general de los problemas sociales y ambientales ligados a los efectos que con esta incursión se generan en las economías extractivas, Asimismo es necesario entender las relaciones que se tejen en marco internacional y en tal sentido identificar los dispositivos para que se asuman las responsabilidades de quienes producen, consumen y contaminan.

Hace unos meses Global Voices tuvo oportunidad de conversar con la profesora Quiñónez, como podemos ver en este video:

Otra de las organizaciones que comparte las mismas preocupaciones es Conciencia Campesina, organización creada en abril de 2009 por campesinos de Cajamarca tras el anuncio en 2008 de La Colosa, proyecto minero de oro de AngloGold Ashanti en un área de reserva forestal. En su página de Facebook podemos leer:

Creemos que la movilización pacífica, social organizada tiene un papel importante en nuestra lucha para proteger nuestro territorio. En estos años hemos organizado marchas pacíficamente, defendiendo nuestra oposición a La Colosa. […]

En las zonas mineras a menudo hay una alta incidencia de violaciones de derechos humanos, delincuencia y prostitución, queremos preservar nuestra identidad cultural como una comunidad agrícola y tradicional.

Algunos casos representan una resistencia más amplia, como Sath Tama kiwe en Cauca, que le han dicho «no» a la minería y también a cualquier actividad que los ponga en riesgo, como la siembra de coca, por lo que se ven obligados a ejercer autoridad en sus territorios:

[…] estando en un proceso de Autonomía Territorial, cuyo objetivo era buscar minería legal o ilegal para la explotación del Oro, encontramos grandes extensiones de siembra de Coca para el procesamiento de alcaloides, por lo cual tomamos la decisión de arrancar y destruir estas plantaciones, pues según se dijo, ya el Ejercito Nacional, en rondas realizadas días antes le habían manifestado a los dueños del laboratorio que siguieran trabajando que por ellos no habría ningún problema.

Las actividades de resistencia llevadas a cabo a lo largo de los años han tenido consecuencias graves, pues llegan incluso al asesinato de algunos de los dirigentes activistas bajo circunstancias no aclaradas. Sin embargo, las actividades continúan, como continúan aumentando las inversiones en nuevos proyectos mineros en el país.

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Este post fue publicado originalmente en el blog Globalizado.

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