Sonia Ordóñez, traduciendo las amenazas globales a los derechos de internet

Sonia Ordóñez es una de nuestras más brillantes traductoras pero con una característica especial, practicamente se ha especializado en traducir artículos de Advocacy, nuestro sitio de activismo y defensa de los derechos digitales y la libertad de expresión. De hecho una gran parte de los Netizen Report, el informe semanal sobre el estado de los derechos de internet en todo el mundo, han sido traducidos por ella. Acompáñenos a descubrir más de nuestra colaboradora.

Hola Sonia, cuéntanos de ti, ¿de dónde eres? ¿qué actividades realizas?

Soy de Bilbao, en España. Viví durante muchos años en Londres, donde estuve primero estudiando y luego trabajando en banca. En julio de 2009, después de pensarlo mucho, me trasladé a El Cairo, Egipto (mi marido es egipcio). Aquí primero me tomé un año sabático e intenté mejorar mi árabe. He trabajado de profesora (inglés y español) en uno de los colegios británicos de El Cairo. Actualmente trabajo como traductora independiente.

¿Hace cuánto colaboras con GV y qué hace que sigas siendo parte de nuestra comunidad?

Desde 2012. Decidí colaborar y sigo haciéndolo porque las historias que contamos/traducimos muchas veces no tienen ninguna cobertura en otros medios, aunque para las comunidades son temas realmente importantes. Y además, siempre hay algo interesante y nuevo que aprender, con posts que reflejan lo que la gente de cada zona está viviendo sobre el terreno. Por ejemplo, los levantamientos árabes, cobertura de protestas en todo el mundo, por diferentes problemas, pero siempre desde el punto de vista ciudadano, de la calle.

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Centro Guggenheim, Bilbao, ciudad de nacimiento de Sonia Ordóñez. Imagen de Sitoo en flickr, usada bajo una licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic (CC BY-NC-ND 2.0) .

Sueles traducir artículos más relacionados al activismo por los derechos en internet, ¿a que se debe esta preferencia?

Me interesan sobre todo los temas de derechos, sobre todo la libertad de expresión, porque en muchos países del mundo es un derecho que la gente aún no puede ejercer. Sin libertad de expresión no es posible la democracia, y hoy en día Internet puede ser la única válvula de escape para decir lo que realmente piensas, aunque como sabemos también esa libertad se ve amenazada por gobiernos de todo el mundo, incluso aquellos que se autodenominan democráticos.

¿Hay algún peligro al ejercer la traducción como profesión en el lugar donde vives?

Nunca he tenido ningún problema, pero soy muy consciente de la realidad actual y del ambiente que me rodea, con muchos activistas y periodistas en la cárcel. Ese es uno de los motivos por los que hace tiempo decidí no escribir y dedicarme a traducir, porque otras personas han tenido que dejar trabajo, familia y amigos atrás para evitar graves problemas.

¿Consideras que la traducción es también una forma de activismo?

Puede serlo, por supuesto. A mí me parece muy importante dar a conocer temas que no tienen cobertura en español, temas que afectan directamente a mucha gente de otros países y necesitan nuestra atención. Porque los medios tradicionales no se interesan, a menos que puedan «vender» la noticia, y eso normalmente significa que si no hay sangre de por medio las historias de abusos y violaciones de derechos no aparecen en ningún medio.

Pero se puede luchar contra ese ambiente de indiferencia, dando a conocer las historias a una audiencia mucho más amplia a través de la traducción. Y creo que eso es importante tanto para las nuevas audiencias como para la comunidad que vive la historia, porque crea solidaridad y puentes, y también puede dar lugar a colaboraciones entre distintas regiones. Sobre todo en la era de la tecnología, donde la mayoría podemos informarnos, si queremos.

¿Qué tal la perspectiva profesional para los traductores en El Cairo?

Yo traduzco inglés-español-inglés y los proyectos los organizo en línea, con la mayoría de los clientes de Estados Unidos, América Latina, algunos en España. Es decir, en realidad yo no trabajo en Egipto, aunque me encuentre aquí físicamente. Para trabajar como traductora aquí necesitaría un nivel de árabe que desgraciadamente no tengo, aunque puedo hablar árabe egipcio coloquial y también leer y entender los mensajes y los tuits en árabe que aparecen en los posts de GV sobre la región.

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Torre de El Cairo, ciudad de residencia de Sonia Ordóñez. Imagen de Ahmend Santos en Wikipedia, usada bajo licencia Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported (CC BY-SA 3.0).

¿Qué es lo más difícil de aprender árabe?

Bueno, además de que utilizan su propio alfabeto y escriben de derecha a izquierda (para mí fue como aprender a leer desde cero, como los niños en la escuela), existe también una gran diferencia entre el árabe que se habla a diario en la calle y el árabe clásico moderno que se utiliza en ocasiones más formales, con un vocabulario y pronunciación muy distintos. Yo me defiendo bastante bien con el dialecto coloquial, lo hablo y entiendo, puedo leer (y escribir cosas poco complicadas), pero cuando se trata de árabe clásico la verdad es que aún me pierdo, aunque pueda entender el sentido general del texto o discurso.

Aparte de la traducción y los derechos ¿qué otra cosa te interesa?

Mi pasión siempre ha sido la política. Es algo que aprendí sobre todo de mi padre, cuya vida estuvo marcada por las consecuencias de la guerra civil española. Cuando comenzaron las protestas en Egipto en enero de 2011, la mayoría de los extranjeros se marcharon del país, muchos para no volver. Yo me quedé. Y aunque hubo días muy duros (la embajada española ya se había puesto en contacto para preparar una posible evacuación), siempre me he considerado testigo privilegiado de la historia de este país. Creo que Egipto aún nos dará más de una sorpresa, y espero poder presenciarlo desde cerca.

¿Como española te ha costado adaptarte a la vida normal en Egipto?

Define «normal», jaja. Sí, claro. La cultura es muy distinta, aunque la gente es muy amable y siempre ofrecen ayuda. Además, cuento con el apoyo de otras personas extranjeras que también, por distintos motivos, viven aquí en Egipto. Porque no puedes esperar que los egipcios cambien por ti, eres tú quien se tiene que adaptar. Es curioso porque ellos creen que los españoles y los egipcios tienen mucho en común, como países mediterráneos, pero yo no estoy tan segura…

Lo mejor de los egipcios es su sentido del humor. Aunque a veces den una imagen muy conservadora, siempre les gusta pasárselo bien, reirse de todo, incluso en situaciones duras.

Por otra parte, Egipto es un país de mayoría musulmana, pero no existe ninguna obligación para las mujeres de llevar el velo, ni de vestir de negro riguroso, tipo niqab. Por supuesto, no vas a ver a las jóvenes egipcias por la calle en minifalda o pantalones cortos, o en camisetas de tirantes, aunque luego muchas se pongan el bikini cuando van a la playa. Yo creo que es un tema más cultural que religioso, porque no cabe duda que la presión social es enorme. Es una sociedad muy machista, desgraciadamente.

Has vivido en varios países, ¿echas de menos España? ¿Qué países te gustaría visitar?

¡Claro! De mi país echo de menos a la gente, a mi familia y amigos. También la comida, la forma de ver las cosas, y ese carácter tan directo que tenemos. Intento ir a Bilbao al menos dos veces al año, por Navidad y luego también en verano. Cuando no estoy allí sigo en contacto a través de Internet, sobre todo Skype. También echo mucho de menos Londres, una gran ciudad con tantas oportunidades…

Aunque he estado de paso, me gustaría conocer Turquía. Y cuando digo conocer me refiero no a ir de turista, sino de pasar un tiempo allí, especialmente en Estambul. Y también Australia, otro país en el que no he estado nunca.

¡Gracias Sonia!

A Sonia Ordóñez pueden seguirla en Twitter: @baraka18.

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