«Sala de Espera»: Un cortometraje que retrata la idiosincracia puertorriqueña

Sala de Espera

«Sala de espera» dirigida por Damián Torres.

Sala de Espera intenta recoger la idiosincracia de los puertorriqueños a través de las conversaciones en ese espacio en el que todos hemos estado en algún momento. Este es tan sólo el tercer cortometraje escrito, dirigido y producido por Damián Torres, un joven programador graduado de ingeniería del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico y ahora radicado en Nueva Jersey. 

Mientras estudiaba, Damián se aventuró a explorar su pasión por el cine tomando algunos cursos de electiva en los cuales pudo desarrollar sus primeros proyectos. Cuatro años más tarde, desde los Estados Unidos, deseaba nuevamente incursionar en el cine –pero para eso no veía otra opción que volver a Puerto Rico.

Fue así que decidió desempolvar una idea de libreto y prepararla para filmar durante su visita a la isla en las Navidades del año pasado. Y es con la ayuda de sus familiares y amigos que nace este curioso cortometraje, en donde dos pacientes haciendo turno en una sala de espera se envuelven en una discusión por quién sufre de peor salud.

«En este cortometraje traté de retratar a un puertorriqueño lo más natural posible. Me interesa que se identifiquen con la situación. Que puedan decir al verlo: “Yo conozco a alguien así” o “Esto lo he vivido”, comentó Damián sobre su trabajo.

El corto se estrenó el sábado 5 de julio a través de Puerto Rico Indie, publicación para la cual Damián contribuye reseñas de cine y música, entre otros escritos. A continuación compartimos el cortometraje y una breve entrevista junto al director, también publicada originalmente y en su totalidad en ese medio.

Global Voices (GV): Cuéntanos sobre el casting de la película, ya que mucha de la planificación para el corto la hiciste desde Nueva Jersey… ¿Cómo encontraste a tus protagonistas?

Damián Torres (DT): Antes de viajar a Puerto Rico para Navidades, llamo a mi querida madre –es maestra de teatro y conoce a mucha gente talentosa– y le pregunto si sabe de dos señoras de mayor edad, pero que lo den todo. Mi madre me dice: “Ya tienes a una, esa voy a ser yo”. Me cogió muy de sorpresa, a la misma vez me hizo sentido. Toda mi vida la he visto dirigir obras de teatro y creo que aprendí mucho de ahí en cuestión de lo actoral, aunque trabajo cómo ingeniero de computadoras. Mi madre me cuenta entonces sobre Myrna Martínez, una compañera de ella que suena perfecta para el papel de Débora. Estando en Puerto Rico, fui a la Guancha en Ponce a encontrarme con Myrna ya que ella iba a estar de maestra de ceremonia en una boda allí ese día. Cuando me encuentro con ella toda despampanante y elegante, me dice: “Ay nene, llega a hasta acá que tu estás más joven que yo”. Esa fue la señal de que era perfecta para el papel.

GV: ¿Qué fue lo más retante del proceso y qué lecciones te llevas para tu próxima producción?

DT: Básicamente funcionar cómo un one man band. Desde la escritura de guión, pre-producción y post-producción. Lo bueno que esta vez pude reclutar a varias amistades y también a una persona que admiro mucho desde que conozco y fue mi director de fotografía y camarógrafo Alberto Bartolomei. Trabajó con mucha profesionalidad y también fue ese que estuvo encima mío para meterle mano en el set. Para la próxima producción voy a apretar mucho más en la pre-producción y planificación. Quiero pasar un poco más de tiempo en eso para no sufrir tanto en la producción. Aunque ese sufrimiento no es tan malo cuando las cosas empiezan a salir bien. Otra cosa, para el próximo quiero ensayar primero con los actores. Me va ayudar a identificar muchas cosas de ellos que puedo sacarles el jugo e ir más preparado con ellos al set.

GV: Mencionas que te interesa hacer cine porque no ves las historias de Puerto Rico que te gustarían ver en pantalla. ¿Qué crees que le hace falta al cine puertorriqueño?

DT: Algo que me he dado cuenta de nuestro país es lo preparados que estamos técnicamente. Edición, fotografía, música, cualquier cosa. Ahora, estamos MUY deficientes de HISTORIAS, que es lo primordial. En nuestro país no hay una cultura actual de escritura y por ende, no están saliendo historias sólidas y exportables. Te voy a mencionar un ejemplo que salió el año pasado en Arabia Saudita, un país con un gobierno muy estricto en muchos aspectos y mucho más hacia las mujeres. De allá salió una película llamada Wadjda, dirigida por una mujer, que cuenta una historia bastante sencilla: Una niña quiere comprar una bicicleta en un país donde las mujeres no pueden correr bicicleta por miedo a que pierdan la virginidad. Esta directora tuvo que dirigir dentro de un vagón usando un walkie-talkie para comunicarse con su equipo y actores varones porque en ese país no se le permite a la mujer darle instrucciones al hombre. Aquí es donde digo, NO HAY EXCUSAS para tener una historia decente y genuina. Y más aún cuando tenemos más acceso a los medios.

A continuación el cortometraje:

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