Tocamientos a actriz ponen sobre el tapete acoso callejero en el Perú

Metropolitano

Bus del Metropolitano de Lima. Imagen de Flickr del usuario leondeurgel. CC BY-NC-ND 2.0.

Cuando una conocida actriz hizo pública la historia de que fue víctima de tocamientos indebidos en un bus, el resultado fueron acaloradas discusiones en línea sobre la seguridad de las mujeres en espacios públicos.

La actriz Magaly Solier, protagonista de la película La teta asustada, primera película peruana nominada al Óscar, se dirigía a una estación de radio para dar una entrevista en un bus del Metropolitano de Lima cuando descubrió a un hombre masturbándose detrás de ella. Solier dio cuenta del incidente en la entrevista radial que tuvo minutos después.

Lo que vino fue una ola de indignación expresada por otros artistas, pero sobre todo por ciudadanos de a pie, entre ellos muchas mujeres que denunciaron haber sido víctimas situaciones similares. Una ministra de Estado incluso sugirió que las mujeres debían portar tijeras, clavos y agujas para defenderse como puedan. Tras una fuerte campaña en medios de comunicación y redes sociales, el agresor fue identificado gracias a las imágenes captadas por las cámaras de seguridad de una de las estaciones del Metropolitano.

La notoriedad del caso movió a varios blogs a tocar el tema, que lamentablemente no es nuevo. Cynthia Yamamoto, la bloguera de El último de la vía, se preguntó si las mujeres pueden sentirse seguras como usuarias de transporte público, y concluye diciendo:

Algo que aprendí de este lamentable incidente es que tenemos que pensar cómo nos sentimos las mujeres en el transporte público, en los paraderos, en las calles, en la ciudad. Es bueno que las mujeres -así como Magaly- denunciemos el acoso sexual callejero, porque nos permitirá ser peatonas más libres, más felices, más tranquilas. La actriz ganadora del Oso de Oro de Berlín ha dando una muestra de empatía y solidaridad nos dice: “si me pasa a mí, le puede pasara a cualquier persona”.

Sobre el mismo incidente, Karla Salgado Zúñiga, en su Blog sin Nombre también comparte sus reflexiones:

Ya perdí la cuenta de cuántas veces me han metido la mano en la calle, se han sobajeado contra mí en el bus o me han dicho alguna grosería o lanzado algún silbido, tampoco faltan los “buenos días señorita” con una voz mañosa, o esos patas [hombres] que se me han acercado tanto a la cara, como si el espacio personal no existiera.

Claro, ahora no me callo, estoy molesta, me llega [me molesta], grito, les digo “violador” o que por qué mejor no se van a decirle a su vieja [madre] que tiene “rica la vagina”. Se molestan, me dicen loca. Loca, ¿loca?, ¡loca! o sea, tú me agredes, te contesto y soy la loca. Nadie hace nada, la gente mira, y a veces siento que hasta me miran mal a mí y no al agresor de turno.

El blog grupal Paremos el acoso callejero dedica un post a esos hombres piropeadores, a quienes dice:

Quizás piensas que tus silbidos, miradas o comentarios en voz alta sobre las mujeres son halagadores para ellas o que no generan cambios en sus vidas. Tal vez crees que tienes derecho a dirigirte a todas las mujeres en la calle, sólo por el hecho de que están ahí o porque se visten de alguna manera.

No podemos hablar en nombre de todas las mujeres de esta ciudad, ni de reglas que se apliquen a todos los casos; pero sí podemos sugerirte algunas reflexiones sobre ciertos argumentos que hemos escuchado muchas veces.
“Lo hago para halagarlas, para hacerles saber lo bonitas que son”.

Recuerda, ¿cómo te respondieron? ¿Alguna vez te dijeron: “¡gracias, eres muy amable!”? ¿No? ¿Y no has pensando que tal vez sea porque no se sintieron halagadas en lo más mínimo?

En el sitio web de Exitosa Diario, la socióloga Liz Meléndez también trató el tema:

Si nos atrevemos a preguntar a un grupo de mujeres si alguna vez han atravesado por un hecho de violencia sexual, no todas darán una respuesta afirmativa; pero si escarbamos mucho más allá y profundizamos en las múltiples manifestaciones de ésta, puedo asegurar que el 100% de ellas dirá que sí.

[…]
Lo cierto es que mujeres y hombres nos situamos en el espacio público de forma diferente, las mujeres lo vivimos con cierto temor y cuidado, y ello no es vivir en igualdad. No se trata que las mujeres evitemos los riesgos y sigamos inventando estrategias para sentirnos y estar más seguras, se trata que apostemos por una cultura de respeto y reconocimiento del derecho de todas las personas a vivir libres de violencia.

Por su parte, los usuarios de Twitter también expresaron su opinión:

Algunos usuarios intentan dar soluciones ante estas situaciones:

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