¿Hay algo más público que Twitter?

Squawking Twitter birds

Una bandada de pájaros de Twitter aterroriza a un hombre. Imagen de Pete Simon en Flickr (CC BY 2.0)

¿Qué principios éticos regulan la publicación de un tuit sin permiso? Con millones de usuarios, ¿realmente puede considerarse público todo lo que publicamos en Twitter? Estas son las preguntas que han surgido tras la controversia en la que BuzzFeed publicó una discusión de Twitter [en] el 12 de marzo de 2014 en la que la usuaria de Twitter y superviviente de una agresión sexual [en] @SteenFox [en] había pedido que las mujeres hablaran sobre lo que llevaban puesto cuando las agredieron. Aunque estas mujeres habían dado permiso a @SteenFor para retuitear los tuits (y después, también al reportero de BuzzFeed [en]), algunos siguen molestos por su publicación por parte de BuzzFeed, lo que ha dado lugar a un debate sobre los principios éticos en relación con la publicación de tuits en los medios de comunicación.

Aunque es cierto que Twitter es público, cada día se publican más de 400 millones de tuits [en] en la red y la mayoría de los usuarios no espera que los suyos vayan a terminar en la primera página del periódico. Sin embargo, cada vez más medios de comunicación utilizan a los usuarios de Twitter como fuentes y a los tuits como contenido.

La cosa cambia cuando se trata de un levantamiento. Puede que, por ejemplo, un protestante turco o egipcio no espere que sus tuits vayan a aparecer en el New York Times, pero los tuits enviados desde el parque Gezi o la plaza Tahrir generalmente están destinados al consumo público, e incluso extranjero. No obstante, una conversación sobre agresiones sexuales es algo más personal.

En respuesta a la polémica, Gawker (que suele utilizar tuits en sus reportajes) publicó un artículo de Hamilton Nolan en el que defendía que Twitter es público. Nolan escribía lo siguiente:

Dado que Twitter es público y se divulga a través de internet, puede suceder que alguien cite algo que hayas dicho en Twitter en una noticia. Es algo que aceptas implícitamente cuando escribes algo en Twitter, que es público. Está entre los derechos de un «periodista», así como de cualquiera que pulse el botón de «Retweet» en algo que hayas publicado en Twitter. Sólo porque tú no quieras que alguien cite algo que has dicho en público no quiere decir que esa persona no tenga el derecho de citar algo que has dicho en público. Cuando decidimos decir algo en público, decidimos transmitirlo al mundo…

Algunos se han mostrado en desacuerdo con el argumento binario de Nolan. Anil Dash, bloguero y líder innovador, escribió:

Miles de millones de personas saben que «visible en la web» no siempre significa «quiero que esto se publique en los medios de comunicación rodeado de anuncios». Y eso hay que respetarlo.

Muchas veces, el bien común se consigue publicando lo que otros no quieren compartir. A veces, el bien común se consigue no haciéndolo.

La periodista Jenna Wortham señala que en ocasiones Twitter no se usa como estaba pensado:

Idea adicional sobre esto: parece que muchos utilizan Twitter para satisfacer sus necesidades, a pesar del contenido/diseño original (1)

y las expectativas/deseos en relación con los niveles de visibilidad pública han evolucionado más allá de la capacidad/deseo de Twitter de controlarlos.

El periodista Alex Howard argumentó que se trataba de una cuestión de ética periodística:

Los periodistas deben tener en consideración los principios éticos y el impacto que puede tener la publicación de tuits ocultos tal y como hacen cuando utilizan información policial.

Por el mero hecho de que podamos disipar la oscuridad, ¿debemos hacerlo? Por el mero hecho de que podamos publicar contenido, ¿debemos hacerlo?

La bloguera Jamie Nesbitt Golden, en un artículo para hoodfeminism, defendió una idea similar [en] de que no se trata tanto de Twitter como de la ética periodística:

Sin embargo, la verdadera cuestión ya no es que Twitter sea un espacio público, sino la falta total de empatía, sensibilidad y consideración cuando se cubren historias como estas y las respuestas frívolas y mordaces por parte de los medios de comunicación cuando se producen los efectos colaterales inevitables. La misión de Testa de ser la primera en contar la historia molestó a numerosas personas y dañó irrevocablemente tanto a la marca BuzzFeed como a la confianza pública. Algunos mostraron alivio por no haber publicado sus historias de supervivencia por miedo a convertirse en fruto de la polémica. Testa no tuvo en cuenta la seguridad y bienestar de Steen pues la expuso a camorristas y otros indeseables.

En respuesta a uno de mis comentarios, Sarah Kendzior dijo algo similar:

@jilliancyork La mayor parte de las discrepancias contra el artículo de Buzzfeed no son sobre la privacidad/divulgación sino sobre la consideración/indolencia. «Informar» mal de un asunto traumático.

Este debate es muy importante y serio. A medida que Twitter y otras redes sociales se hacen cada vez más populares en todo el mundo, los periodistas deberán reflexionar más sobre cómo pueden utilizar estos medios para contar sus historias. Aunque a veces parece que publicar un tuit está justificado o es por el interés común (como en el asunto de Justine Sacco), en muchos casos, al menos, hay que preguntarse: «¿Publicar esta información perjudicará a alguien?»

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