“No”, la brillante y optimista campaña que impulsó una revolución

"No" campaign logo. Released to public domain.

Logo de la campaña «No». Disponible abiertamente.

Augusto Pinochet, autor de un golpe de Estado en Chile en 1973, perdió el poder por la fuerza de las urnas en 1988. Hasta la fecha, ha sido el único dictador en haber realizado una votación para decidir su destino, y fue derrotado democráticamente. Y como en toda contienda política democrática, hubo campañas para apoyar cada uno de los bandos. La del “Sí” que iba por la reelección de Pinochet; y la del “No” que buscaba poner fin a la dictadura militar. Transmitir abiertamente un mensaje publicitario en contra de un régimen militar que controla los medios es más bien una tarea heroica hasta el día de hoy. Pero el “No”, con un cambio de paradigma en la forma que se presenta un problema crudo y doloroso de derechos humanos, usó el optimismo como herramienta y pudo impulsar una revolución.

La película «No» de Pablo Larraín, narra la historia –sin ser un documental- del referéndum del 5 de octubre de 1988 bajo una luz positiva. El personaje central, René Saavedra (Gael García Bernal), es un joven y brillante creativo de una agencia de publicidad que regresó a Chile tras su exilio en México. Su padre, un opositor del régimen muy respetado por sus pares. Fue por su talento y contexto familiar que el líder de la campaña por el “No”, José Tomás Urrutia (Luis Gnecco), le pidió a René participar en la estrategia y diseño de la “franja” –programas de propaganda política que se transmiten por canales de televisión con 15 minutos de duración para cada contendor.

En un principio, los miembros de la Concertación (grupo de partidos opositores) querían mostrar la cruel realidad de la dictadura para generar conciencia entre los ciudadanos y ganar adherentes al “No”. Estaban convencidos, como muchos activistas en protestas y revoluciones actuales, que poner al descubierto las atrocidades, como asesinatos, torturas y desapariciones era el camino para abrir los ojos y cambiar la opinión del público en general hacia una causa justa. René logró convencer a los opositores de jugársela por vender la democracia como un producto deseable en lugar de hacer hincapié en el oscuro presente. El “No” se convirtió en la campaña que hablaba de la alegría de vivir en libertad. Y el “No” venció a Pinochet.

Si bien sería ingenuo pensar que una campaña de publicidad por sí sola fue capaz de derrocar a un dictador, es rescatable la propuesta de replantearnos la forma en que hacemos activismo estos días: mudar el foco de lo negativo, lo oscuro, y lo doloroso hacia la esperanza, el futuro, la alegría y -por qué no- el humor.

En estos últimos años, hemos sido testigos de múltiples movimientos revolucionarios en el mundo, pero además muchas instancias masivas de violencia e injusticia. A estas alturas, estamos agotados de los mensajes de lucha muchas veces desesperanzadores. Académicos como Wendy Johnston y Graham Davey han demostrado como la abundancia de imágenes y narraciones de atrocidades en Internet pueden tornarnos apáticos, e incluso hacernos sentir inútiles. Es casi imperativo encontrar nuevas formas de transmitir la urgencia de lograr paz y libertad –y varios activistas ya lo están haciendo con grán éxito. El video de humor “No Woman, No Drive” [en] (una burla del tema “No Woman, No Cry” de Bob Marley) creado por el comediante saudí Hisham Fageeh para apoyar al la campaña Women2Drive (Mujeres a Conducir) es un ejemplo marravilloso de este tipo de enfoque — Syria Untold [en], un plataforma de web que resalta proyectos creativos y periodísticos dentro del movimiento no violento en Siria, es otro.

La cruda realidad que enfrentan las personas en estas situaciones debe seguir siendo documentada y mostrada abiertamente –pero podemos complementar estas narrativas con humor, esperanza y un punto de vista optimista sobre el futuro para así generar la tracción necesaria para seguir impulsando los cambios positivos que este planeta busca.

En una reciente edicion de GV Face [en], el cofundador de Global Voices, Ethan Zuckerman y las editoras, Solana Larsen, Sahar Habib Ghazi y Ellery Roberts Biddle debatieron los pros y contras del “periodismo de soluciones”.

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