Sólo el fútbol divide a Tanzania

The Benjamin Mkapa National Stadium in Dar es Salaam, Tanzania. Photo by Omar Mohammed

El Estadio Nacional Benjamin Mkapa en Dar es Salaam, Tanzania. Foto de Omar Mohammed

Dar es Salaam, Tanzania — En cuanto a rivalidades futbolísticas, hay pocas en África más intensas que la existente entre el Simba Sports Club y el Young Africans [en] (conocido localmente como Yanga). Ambos de la capital comercial del país, Dar es Salaam, son los dos equipos más grandes y antiguos de Tanzania. Han ganado el mayor número de títulos, se han jactado de las mayores aficiones y en sus plantillas encontrarás la mejor colección de talentos de la nación.

Cuando se encuentran estos dos clubs, Dar es Salaam se transforma. Una corriente de electricidad atraviesa la ciudad. Es sutil, pero el movimiento de la energía es palpable, con la famosa crispación de Dar subiendo nuevos niveles.

Tanzania se ha sentido considerablemente orgullosa de su irrefutable unidad. Primero somos tanzaneses, antes de cualquier afiliación étnica, religiosa o tribal. Pero el día del derby en Dar es Salaam, la ciudad se parte en dos clanes. La gente del famoso equipo rojiblanco del Simba SC o el verdiblanco equipo del Yanga. De las esquinas de las calles salen mástiles que llevan los escudos de los equipos, marcando la afiliación de cada vecindario. Los coches enarbolan las banderas que reflejan la lealtad de sus conductores. La bandera con el majestuoso león es Simba; la antorcha superpuesta sobre un mapa de África es Yanga. El día del partido no existe la neutralidad en Dar.

Me corre por las venas el rojo

Soy un seguidor de Simba. Siempre lo he sido y siempre lo seré. Mi conexión con el club es muy fuerte. Mi padre, Mohammed Hadi Tamimi, jugaba en el equipo a finales de los 60 y a principios de los 70, cuando se conocía como Sunderland. Y, cuando era pequeño, me despertaba el día del derby, cogía mis cosas del Simba y mis tíos me llevaban sobre sus hombros al partido.

"One day, everyone will be Simba SC's supporter." Photo by Omar Mohammed

«Un día, todos serán seguidores del Simba SC.» Foto de Omar Mohammed

Mis recuerdos de aquellas tardes están repletos con dolores de cabeza. Recuerdo sobre todo las derrotas y el sentimiento de desesperación que le seguía. Un jugador en particular fue una espina en el equipo de Simba. El tal Sued “Scud” jugó en el Yanga en los 90 y su especialidad consistía en marcar en contra de Simba. Tenía algo de sobrepeso y no jugaba mucho pero, cuando llegaba el derby, era casi inevitable que marcaría el gol de la victoria, con un golpe estruendoso apropiando el mote “Scud”.

Cuando crecí, mi devoción por el Simba se debilitó de algún modo. En los últimos años diez años, he asistido a no más de tres derbis de Dar. Pero, recientemente, empecé a seguir el progreso de mi antiguo equipo otra vez y, el sábado pasado, tras una larga interrupción, decidí ir y ver el último encuentro entre los antiguos archirrivales.

Un clásico desde hace años

Llegué, con unos amigos, al fantástico Estadio Nacional Benjamin William Mkapa, con una capacidad de 60.000 espectadores sobre una hora antes de las 16:00h del comienzo. La atmósfera ya estaba electrificada, con los dos grupos de seguidores intentando gritar más alto que el otro. Un partido previo entre los juveniles se estaba desarrollando. Cuando tomé mi asiento, sentí un principio de ansiedad.

Simba estuvo entrando en el juego como el equipo más en forma. Aún imbatible y liderando la liga, habían ganado cinco de sus últimos ocho partidos. Yanga, por otro lado, ya había sufrido su primera derrota de la temporada, pero con cuatro victorias y tres empates, estaban en cuarta posición, solo le separaban de los líderes de la liga tres puntos.

Simba players in a huddle before kick-off. Photo by Omar Mohammed

Grupo de jugadores del Simba antes del saque inicial. Foto de Omar Mohammed

Pero, cuando comenzó el partido, fue el Yanga el que salió del vestuario en una forma arrolladora. Manejaron el balón con paso firme y fluidez y controlaron el tiempo a lo largo de la primera parte. Simba parecía inseguro de sí mismo, sin idea de qué tácticas debían seguir. Estaban apáticos, luchando para mantener la posesion, recurriendo a balones largos que inevitablemente los condujeron a llevar el balón fuera, que los condujo a jugar a la defensiva.

La estrella de la primera parte fue indudablemente el número 10 del Yanga, Mrisho Ngasa. Un exjugador del Simba que estuvo causando a su antiguo equipo todo tipo de problemas. Con el partido en el bolsillo, entre el medio campo y la zona de ataque, sus movimientos lejos del balón causaron estragos en el corazón de la defensa del Simba. Cuando él tuvo el balón, su paz simplemente aterrorizó a la defensa del Simba. En quince minutos de partido, él vio recompensados sus esfuerzos. El balón giró desde la izquierda, esquivó al defensa del Simba e irrumpió en la trayectoria de Ngasa. Ngasa lo tiró dentro de la red para darle al Yanga una merecida ventaja.

Mrisho Ngasa, made life difficult for Simba's defense in the first half, celebrates opening the score for Yanga in the Dar Derby. Photo courtesy of Lenzi ya Michezo

Mrisho Ngasa, quien se lo puso difícil a la defensa del Simba en la primera parte, celebra la inauguración del marcador por el Yanga en el derby de Dar. Foto cortesía de Lenzi ya Michezo

Las cosas mejoraron aún más para el Yanga en el minuto 35. Después que el Simba no pudiera despejar un gran tiro en su área pequeña, Hamid Kiiza del Yanga tiró, para darle a su equipo una ventaja de 2-0. Y junto antes del descanso, el Yanga volvió a marcar. Después de interceptar un pase errante, el mediocampista Didier Kavumbangu dribleó a un defensa del Simba antes de tirar a Kiiza, quien metió su segundo gol en el partido. 3-0, Yanga. Estaba formándose una masacre.

Simba no tuvo ni idea de lo que les golpeó. Cuando pitó el árbitro para el descanso, los jugadores parecieron aliviados. Sus seguidores estaban consternados. Algunos decidieron que habían visto demasiado y abandonaron el estadio. Aquellos que casi lo hicieron estuvieron a punto de perderse una de las mejores volteadas en la historia del derby de Dar.

Poco después del comienzo de la segunda parte, el Simba hizo dos cambios. Los mediocampistas William Lucian y Said Ndemla entraron por los decepcionantes Haroun Chanongo y Abdulhalim Humuod. Los dos jóvenes sustitutos transformaron rápidamente el partido. De repente, el mediocampo del Simba corría más rápido, empujaba y jugaba más que en el primer tiempo, tomando el control del juego. Lucian y Ndemla, en particular, inyectaron paz a los delanteros del Simba y muy pronto ayudaron a su equipo a acortar distancias con un gol.

Luego, en el minuto 54, el Yanga no aguantó un arriesgado disparo del Simba que encontró al delantero Bertram Mombeki en la posición para lanzar un cañonazo al fondo del arco, dando a su equipo algo de esperanza.

Pocos minutos después, un saque de esquina lanzado por Ramadhan Singano fue dirigido fuertemente hacia dentro de la red por el defensa central ugandés Joseph Owino y, de repente, el marcador señaló 3-2, y así tuvimos el partido en nuestras manos.

Los seguidores del Yanga parecían sin aire y nerviosos, mientras que los del Simba empezaron a creer que era posible voltear el partido. El ruido en el estadio era ensordecedor, con los gritos de «¡Vamos, Simba!»

Pero el Yanga no estaba terminado aún. Ngasa, más tranquilo en el segundo tiempo, atravesó directo hacia el gol en cierto momento, pero su lento disparo fue parado por el portero del Simba, Abel Dhaira. A Ngasa le iba a pesar perder la oportunidad. A cinco minutos del final del partido, el Simba consiguió un tiro libre a la derecha, cerca del borde de la portería del Yanga. El pase cruzado fue acogido por Gilbert Kaze de una forma maravillosa, quien fue el responsable del empate, mandando a la mitad rojiblanda del estadio a la locura. La volteada del Simba se completó.

Final Score in the Dar Derby. Photo by Omar Mohammed

- Resultado final del derby de Dar. Foto de Omar Mohammed

Fue un cambio radical impresionante, la primera vez en la historia del derby en la que un equipo había sido capaz de conseguir tal proeza. El partido terminó con un 3-3.

Pocos minutos después, luego que el árbitro pitara el final del partido, algunos jugadores del Simba colapsaron en el campo, sin creer demasiado lo que ya le habían quitado. Aquellos que pudieron levantarse, abrazaron a sus oponentes, con la idea de que acababan de formar parte de un clásico inolvidable, uno que perdurará ampliamente en la memoria de sus seguidores.

Omar Mohammed es un periodista de Tanzania que vive en Dar es Salaam. Tuitea en @shurufu.

1 comentario

  • Enhorabuena por el artículo. Es muy interesante tener una visión tan cercana del fútbol africano y más concretamente del de Tanzania. Este maravilloso deporte va más allá de los flashes de las grandes Ligas, en lugares como este se puede ver la esencia misma del fútbol.

    Lo dicho, felicidades por el artículo.

    Un saludo de parte de TresCuatroTres.

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