Internet y el arte de gobernar: Brasil y el futuro de la gobernanza de Internet

Este post apareció originalmente en el Open Technology Institute blog [en].

Después de cancelar su visita de octubre a Washington DC, la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, asistió a la Asamblea General de Naciones Unidas el 24 de setiembre durante la Reunión de Alto Nivel para el Estado de Derecho [en]. El UNGA es el principal órgano representativo para la formulación de normas de las Naciones Unidas y abarca a las 193 Naciones Miembros de las Naciones Unidas [en]. Los brasileños aprobaron la decisión de su presidenta de cancelar su viaje de octubre y en cambio, asistir al foro global y referirse públicamente a la vigilancia que Estados Unidos ha realizado sobre su país a través de Internet.

La presidenta Rouseff manifestó que la intercepción ilegal de comunicaciones, información y datos, no puede ser aceptada entre naciones amigas [en]. Su forma de referirse al tema no fue la tan conocida reacción indignada que suelen utilizar normalmente los políticos. En cambio, lo hizo de forma muy diferente, refiriéndose al tema desde su experiencia personal de juventud, cuando luchaba contra la dictadura militar en su país. En las dictaduras, la vigilancia es una herramienta esencial de protección del régimen. Esto es lo que hace del derecho a la privacidad un pilar para la libertad de expresión y de opinión y es fundamental para la democracia. Esa es la triste ironía del empuje implacable del gobierno estadounidense para monitorear Internet, incluyendo los meta datos nacionales. Ese es el tipo de cosas que hacen las dictaduras. Lo único que lo diferencia es la intención.

Marco Civil campaign image by Access. (CC BY 2.0)

Campaña del Marco Civil. Imagen de Access. (CC BY 2.0)

Sé perfectamente que las naciones se espían unas a otras [1]. La mayoría de los que llevamos tiempo trabajando en relaciones internacionales lo sabemos. Pero por lo general es un tema de espiarnos entre gobiernos (o en algunos casos, negocios) pero no a los ciudadanos comunes. (Si soy una ciudadana brasileña viviendo en Estados Unidos, puedo suponer que la NSA monitorea mis llamadas por Skype a casa – y por consiguiente mis compras en Amazon). Podemos haber sido ingenuos en la creencia de que esto se debía a una cuestión de principios, cuando en realidad era simplemente un tema de costos. Ahora, cuando los costos de transacción son bastante bajos, cualquiera puede estar expuesto al juego.

Sin embargo, Brasil no es un país pequeño y Rouseff no es una presidenta temerosa. Ella dirigió su mirada directamente al presidente Obama cuando afirmó, categóricamente que, sin respeto no existen las bases para la relación entre naciones. Fue muy específica en su postura, demandando un mecanismo multilateral que asegure principios esenciales para Internet. En un acto que puede invitar a una influencia más profunda de Brasil en las Naciones Unidas y su Unión Internacional de Telecomunicación (ITU) – la organización internacional que está intentando extender su autoridad sobre las redes digitales – Rouseff proclamó cinco afirmaciones esenciales para los derechos digitales en Internet.

  1. «Libertad de expresión, privacidad de las personas y respeto de los derechos humanos.»
  2. «Gobernanza abierta, multilateral y democrática, realizada con transparencia a través de la estimulación de la creatividad colectiva y la participación de la sociedad, los Gobiernos y el sector privado.»
  3. «Universalidad que asegure el desarrollo social y humano y la construcción de sociedades inclusivas y no discriminatorias.»
  4. «Diversidad cultural, sin la imposición de creencias, costumbres y valores.»
  5. «Neutralidad de la red, guiada únicamente por criterios técnicos y éticos, que hagan inadmisible su restricción por motivos políticos, comerciales, religiosos o cualquier otro propósito.»

Esos principios fueron aplaudidos por la sociedad civil internacional [en] y reflejaron el debate nacional de la Constitución Brasileña para Internet, conocida a nivel local como el Marco Civil [en]. El Marco Civil sería una iniciativa nacional pionera garantizando los derechos civiles en el uso de Internet. A nivel internacional, el Marco Civil sería el más alto marco de referencia para una legislación de Internet «abierta» a ser promulgada. Recientemente Rouseff expresó su apoyo al Marco Civil y ha ordenado que sea procesado en el Congreso en una revisión rápida de 90 días (45 días en Diputados y 45 en el Senado).

Rouseff no está sola en su posición respecto a que la soberanía nacional incluye el derecho a una vida privada dentro de sus propias fronteras. Pero Brasil es el único capáz de provocar un retroceso a nivel de infraestructura para poder integrar este principio en la red. El país se conectó a la red en 1990 y actualmente la conectividad está disponible en la mayor parte del territorio a través de diferentes formas tecnológicas. Constituímos más de 94 millones [en] de usuarios de Internet y somos segundos en el mundo en cantidad de usuarios de Facebook. Brasil quiere ahora proveer conección a Internet más allá de sus fronteras [en] y construír más puntos de intercambio de la red en un esfuerzo por tener más control sobre su infraestructura de comunicación, un elemento económico básico que además permitirá un mejor control [en] en lo que respecta a la privacidad de las naciones.

Según reportó Bill Woodcock para la cadena Aljazeera America el jueves pasado, Rouseff también anunció medidas para incrementar la producción del ancho de banda a nivel nacional, aumentar la conectividad internacional e incentivar la producción de contenidos nacionales así como el uso de equipos de redes producidos en el país. Sin embargo, algunas de esas medidas no son nuevas y tampoco una respuesta a las revelaciones de Snowden. Brasil ha venido invirtiendo en las Ciencias de Comunicación e Información desde hace un tiempo, incluso con una masiva inversión gubernamental en conecciones de banda ancha a través del proyecto Plan de Banda Ancha Brasil 2010 – que se encuentra retrasado en su implementación pero que todavía está en marcha. En última instancia, este movimiento sugiere que, en lugar de depender de cables de EE.UU., de las empresas estadounidenses, y la política de estado de EE.UU., Brasil tiene como objetivo lograr un papel de liderazgo en el gobierno de Internet, proporcionando la infraestructura básica de Internet para el país y conectando al país con otros países del Sur Globalizado.

Es decir, el gobierno brasileño puede tomar uno de los principios clásicos de Internet y aplicarlo a su forma de gobernar: interpretar la vigilancia como un daño, y caminar por una ruta alternativa. Brasil es uno de los pocos países que puede simplemente tender nuevos cables sobre los que los EE.UU. no tengan control, e imponer la privacidad por defecto en esos sistemas. Véase por ejemplo, el cable BRICS [en]. Para cuando esté terminado, el cable BRICS va a ser el tercer cable submarino de telecomunicaciones más extenso del mundo, cubriendo una distancia de 34000 km. [en].

A pesar de toda la retórica de un ciberespacio libre del control del estado, la materia prima de la red la hace vulnerable a ser gobernada. Hasta ahora, esa política ha sido dominada por un estado que antepone ciertas prioridades a expensas de las libertades civiles. Pero no existe nada en la red que pueda prevenir que un estado con otras prioridades se sume a la batalla.

¿Significa esto que al crear su propia infraestructura, Brasil quiere tener más control sobre Internet? Esa es la pregunta que todos deberíamos tener en la cabeza, mientras la infraestructura está siendo creada. La sociedad civil brasileña debería demandar una serie de controles y balances, para que no nos sorprendan más adelante con programas inteligentes que el gobierno de Brasil pueda querer imponer. Esta necesidad de transparencia y responsabilidad es aún más apremiante ahora ante la cercanía del Mundial de Futbol 2014 – Brasil ha desplegado una masiva infraestructura tecnológica para vigilar los juegos y eventos próximos en el nombre de la seguridad. Va a ser interesante ver, si, como y cuando esta infraestructura va a ser desmantelada. Esta infraestructura tecnológica puede llegar a ayudar o a dañar la Internet abierta, dependiendo de como sea diseñada y utilizada. Reitero, deberíamos mantenernos alertas y ver si el diseño distribuido [en] es realmente la forma de éste emprendimiento y si Brasil es en realidad parte del grupo de países que apoyan con acciones, no sólo en teoría, una internet abierta y libre para el futuro.

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