Incertidumbre y política de clanes en el ciberespacio ruso

Uno de los principales asuntos de la retórica política rusa durante la última década ha sido el cuco de los años inmediatos a la era post-soviética. «Los Turbulentos Noventa», como son conocidos hoy, representan todo lo que se consideraba equivocado con la caída en desgracia de Rusia: gangsters, corrupcion, pobreza y tantas cosas más. Otro rasgo prominente de los años 90 fue la intensa rivalidad entre los grupos subestatales más poderosos de la nación (llamados «clanes» o «mafias»). Tal vez nada encarnaba mejor este caos que la competencia entre los más grandes magnates de negocios de Rusia -los oligarcas- que luchaban entre sí, armados con increíble acceso tanto al aparato estatal como a los medios masivos de comunicación del país.

Supuestamente, Putin puso fin a todo eso, encerrando o echando a los oligarcas más contumaces (como Khodorkovsky, Berezovsky, Guisinsky y otros) y acostumbrando al resto de la élite a un nuevo contrato social, en el que el Estado recuperaria la posesión de los «mandos dominantes» de la economía. La Rusia de Putin se convertiría en un lugar más previsible y pacifico y los estratos más altos de la sociedad -cuenta la historia- finalmente no tendrían de qué preocuparse.

¿Entonces por qué las élites rusas parecen estar padeciendo tantas noches de insomnio en el tercer período de Putin? En los últimos meses, los temas de conversación -gracias, en buena medida a la muy publicitada campaña anti-corrupción del Kremlin- tienen asuntos a su alrededor que se suponía habían desaparecido al final del siglo. El rumor [ru] que circula en Moscú es que Putin está ocupado estableciendo un nuevo pacto fundacional para unir (y dominar) a la élite de la nación. Hasta cierto punto, esto incluye cambios personales (algunos de rutina, otros más dramáticos), pero también hay una percepción creciente [ru] de que ahora el acceso al poder [ru] (y la riqueza que lo acompaña) puede conseguirse en términos bastante diferentes [ru] a los que justificaban esos privilegios [ru] hace diez años. (La lealtad exclusivamente, parece [ru] que ya no es suficiente para garantizar la inmunidad.)

Vladimir Milov, 16 December 2012, photo by Wladimir 777, CC 3.0.

Vladimir Milov, 16 de diciembre de 2012, foto de Wladimir 777, CC 3.0.

El estado de los asuntos de la élite es una cuestión que interesa a todos los grupos involucrados en la política y en la sociedad -incluyendo a los indomables soldados de a pie de RuNet, los miembros de la oposición. Este es un punto en el que el político opositor Vladimir Milov ha enfatizado por años, y más recientemente en relación con las luchas internas de la élite que actualmente se están extendiendo entre los principales subordinados de Putin, Igor Sechin (zar de los hidrocarburos durante mucho tiempo) y Arkady Dvorkovich (el hombre del Primer Ministro Dmitri Medvedev en temas de petróleo y gas).

A fines de febrero, Milov, que lidera un pequeño partido político liberal llamado «Elección Democrática» (DemVybor), escribió una artículo de opinión [ru] para la revista electrónica Slon.ru (con material complementario [ru] en la página de DemVybor en LiveJournal), donde argumenta que Sechin ha sufrido una importante derrota en una decisión gubernamental de inyectar 50 mil millones de rublos en activos fijos de RusHydro, la empresa hidroeléctrica más grande de Rusia, a costa de la empresa estatal Rosneftegaz, que encabeza Sechin. (Sechin presionó en vano [ru] para ejecutar la inyección de capital mediante la compra por parte de Rosneftegaz de acciones de RusHydro, lo que hubiera expandido su influencia en la industria hidroeléctrica.) Dvorkovich dio así un importante golpe [ru] al poner de su lado al aliado de Sechin por muchos años, Evgeny Dod (jefe de RusHydro), en una votación de diciembre de 2012, cuando la junta directiva de la compañía aprobó por estrecho margen el esquema de activos fijos (que ya llevaba la firma [ru] de Putin).

En el artículo, Milov impone la acusación particularmente cáustica de que la propia Rosneftegaz representa un esquema más solapado que los infames «préstamos por acciones» [en] de la era Yeltsin (que representaban la peor corrupción oligarquica de los 90). En verdad, Rosneftegaz fue creada en 2004 como un recurso provisorio para facilitar la adquisición de Rosneft por parte de Gazprom, con la expectativa de ser luego liquidada. Cuando el negocio se desplomó, Rosneftegaz quedó -casi inacta- manteniendo un 10% de Gazprom y un 100% (luego reducido a 75%) de Rosneft. Milov destaca el hecho de que los multimilmillonarios dividendos en dólares de Rosneftegaz no vuelven al presupuesto estatal. En su lugar, se le permite a la compañía reinvertir sus beneficios en ella misma. (Salvo que, por supuesto, sea forzada a transferir 50 mil millones de rublos a las arcas federales para hacer una donación a RusHydro, un plan à la Dvorkovich).

Milov también destaca una historia [ru] ocurrida en Vedomosti el 19 de febrero, acerca de la ausencia de un acuerdo formal de accionistas entre Rosneftegaz y la Agencia Federal para la Administración de la Propiedad Estatal (Rosimushchestvo). Esto significa que ni el Ministerio de Desarrollo Económico ni siquiera el Primer Ministro Medvedev tienen poder formal para hacer cumplir las directivas dadas a Rosneftegaz. Sólo la Administración Presidencial puede cambiar su jefatura y su junta directiva, transformando efectivamente a Rosneftegaz en una agencia independiente, en lugar de la intervención personal de Putin.

Tal intervención, advierte Milov, crece en forma más costosa, ya que la subida de las acciones hace de cada destitución un catalizador potencial para la «división de la élite»:

Отправишь кого-то в отставку – а он станет центром консолидации недовольной части истеблишмента.

Despide a alguien y se convertirá en el centro para la consolidación de los descontentos de la clase dirigente.

Milov eligió un raro momento [ru] para buscar el punto débil de Sechin. El enfrentamiento de RusHydro terminó hace más de dos meses. Desde entonces, dos de los aliados [ru] de Dvorkovich fueron objeto de severas críticas [ru] del mismo Putin en la clásica rutina [ru] de crítica pública falsamente improvisada seguida de la destitución política. La primera víctima fue Akhmed Bilalov, cuya supuesta mala administración de la construcción para los Juegos Olímpicos de Sochi le costó su trabajo. Después, en el mismo mes, la red nacional de televisión Rossiia-1 puso al aire un informe bastante malicioso [ru] en el que se acusa a Dvorkovich y a Bilalov de estar involucrados en una turbia trama de privatización [ru]. (Dozhd TV, de la que se rumorea [ru] que tiene vínculos con Medvedev a través de su Secretaria de Prensa Natalia Timakova, luego puso al aire un segmento [ru] en el que se reclamaba que el programa de Rossiia-1 fue orquestado por Sechin.)

Igor Sechin, 30 January 2013, photo by Chavez Candanga, CC 2.0.

Igor Sechin, 30 de enero de 2013, foto de Chavez Candanga, CC 2.0.

También en febrero, Putin reprendió duramente [ru] nada menos que a Evegny Dod, antiguo aliado de Sechin en RusHydro. Los pecados [ru] de Dod incluyeron la pérdida de hasta 12 mil millones de rublos destinados a una usina eléctrica fuera de Moscú. Ahora se dice [ru] que el ex-parlamentario Vladimir Pekhtin, recientemente desacreditado a raíz de un escándalo de propiedades inmuebles por bloggers que se dedican a sacar trapos sucios al sol, podría reemplazar a Dod en RusHydro, si -como se espera- éste renuncia.

La noticia del posible regreso de Pekhtin llevó a Milov a tuitear [ru] el 27 de febrero:

Когда вам в след раз будут снова подсовывать сечинские сливы под видом «борьбы с жуликами», think twice

La próxima vez que [deseen] hacer pasar otra filtración-de-noticias-de-Sechin como parte de la «batalla contra la corrupción,» piénsenlo dos veces.

Este fue claramente un tiro a Alexey Navalny, el ciberciudadano anti-corrupción que terminó con la carrera de Pekhtin en la Duma al difundir las conclusiones del blogger anónimo Dr. Z, quien descubrió las propiedades inmobiliarias sospechosas del diputado en Miami, Florida. Cuando el usuario de Twitter arctic_lane desafió la actitud de Milov, él respondió que era ingenuo ignorar las fisuras en el gobierno que producen filtraciones de información tan comprometedora, dando a entender que la situación de Pekhtin era el resultado de una guerra entre élites:

я хочу лишь предупредить наивных о'вечек, чтобы они аккуратнее относились к публикациям одного известного волчары

я предлагаю атаковать прежде всего главных воров. Сечина, например. кстати, наивный вопрос – Навальный хоть раз его атаковал?

sólo quiero advertir a la gente ingenua, para que comprendan mejor las publicaciones de uno de los más famosos HDP

para los principiantes, propongo atacar a los principales ladrones. Sechin, por ejemplo, a propósito, una pregunta ingenua: ¿Navalny lo atacó aunque sólo fuera una vez?

La pregunta de Milov es interesante. En efecto, en todas sus exposiciones y mordaces revelaciones, Navalny nunca destinó su maquinaria anti-corrupción a realizar un serio ataque a Igor Sechin. Es cierto que en junio del año pasado, via Twitter [ru] Navalny llamó a Sechin «pendejo» (дебил) después de que éste lo acusara de servir a los «intereses privados» de los competidores de Rosneft. Pero eso es un juego de niños. Milov tiene razón. Sechin en absoluto es una prioridad para Navalny. ¿Por qué no?

Una pista sobre la renuencia de Navalny a levantar un arma en la «guerra de clanes» podría ser un tuiteo [ru] del 18 de abril de 2012, en el que compartió un «excelente artículo» de Stanislav Belkovsky titulado «Perestroika 2: Entre Liberales y la Maldita KGB [ru].» En esa pieza, publicada [ru] en el ahora desaparecido portal OpenSpace.ru (pero aún disponible aquí [ru]), Belkovsky rechaza la noción de que la política rusa consiste en un conflicto entre los liberales y los intransigentes:

[…] мы должны как-то понять и запомнить, что ли: не существует никакой идейной борьбы между виртуальными партиями Медведева и Сечина. Есть аппаратная борьба кланов, да. И связанных с ними бизнес-групп. Но кланы и группы эти — части одной машины, всходы одного посева. И успех одного из кланов — локальный или даже по всем фронтам — самостоятельного политического значения не имеет.

[…] de alguna manera necesitamos entender y recordar algo: no existe tal batalla ideológica entre los partidos virtuales de Medvedev y Sechin. Sí hay una batalla de clanes dentro del aparato estatal. Y en relación con ella, una de grupos de negocios. Pero estos clanes y grupos son piezas de la misma maquinaria -brotes de la misma semilla. Y el éxito de un clan -en un lugar o incluso cruzando todo el frente- no tiene significado político independiente.

En comentarios [ru] que no pertenecen a su blog, pero que fueron enviados al periódico Moskovskii Komsomolets, recientemente, Navalny hizo referencia al escándalo Bilalov sin mencionar a Sechin ni a Dvorkovich. En cambio, hizo una observación errática sobre el hombre de negocios dagestaní (Bilalov es de Dagestán) y lanzó el habitual aluvión de condenas anti-Putin.

Si esta es en verdad la forma en que Navalny ve a «la alta política del Kremlin», da para pensar que es reacio a tomar partido. Existen pruebas de tal recelo. En un artículo [ru] para Slon.ru en abril de 2011, ésta fue ciertamente la onda que proyectó Navalny, cuando recibió cautelosamente la destitución de Sechin de la junta directiva de Rosneft. «Entonces veremos lo que ocurre a partir de aquí», escribió en ese momento.

El recelo de Navalny era bien fundado. En noviembre de 2012, Sechin, ahora Presidente de Rosneft, fue reelecto [ru] para la junta de la compañía.

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