Dios existe y sirve al Kremlin

A pesar que el juicio a Pussy Riot ya ha terminado, la cultura de guerra que se desencadenó en Rusia a raíz de ello sigue sin disminuir. La renuncia del Papa Benedicto XVI fue el factor que desató la última contienda, cuando el analista y asesor político Stanislav Belkovsky se refirió a la decisión del líder católico como «un camino que el Patriarca Ortodoxo debería seguir». Belkovsky expresó su punto de vista en una columna de opinión [ru], publicada en el diario Moskovskii Komsomolets, el 15 de febrero de 2013. También defendió una re-estructuración radical de la Iglesia, que según él está excesivamente centralizada y demasiado cerca del Estado. Básicamente pidió una reforma ortodoxa, con la fragmentación cristiana y la democratización que siguió a Las 95 Tesis de Martín Lutero incluidas.

En una semana, más de cuarenta miembros de la Asamblea Federal rusa (la mayoría diputados, pero algunos senadores también) apelaron [ru] al Comité de Investigación y a la Oficina del Fiscal General, solicitando abrir una investigación al artículo de Belkovsky por extremismo y por incitar al odio religioso. Belkovsky respondió con un segundo artículo de opinión [ru] titulado «¿Putin o Belkovsky?» el 22 de febrero y un aluvión de entrevistas mediáticas.

Stanislav Belkovsky, March 2008, photo by Damir Kleimenov, CC 3.0.

Stanislav Belkovsky, marzo de 2008, fotografía de Damir Kleimenov, CC 3.0.

En este segundo artículo, Belkovsky criticaba a la Iglesia por ignorar sus propuestas de reforma, bromeando con que su silencio [el de la Iglesia] es como la persistencia de un «pez golpeando la cabeza contra el hielo» (broma que usó por primera vez durante una aparición [ru] en Dozhd, una cadena de televisión independiente). Reconoció, sin embargo, que tres figuras con lazos eclesiásticos, el archidiácono Andrei Kuraev, el arcipreste Vsevolod Chaplin y el pez gordo de los medios de comunicación Nikolai Uskov, sí respondieron a su artículo del 15 de febrero. Belkovsky agradeció a Kuraev su oposición [ru] a los cargos criminales presentados por el Parlamento (pero en una declaración [ru] a Gazeta.ru el 20 de febrero, exageró la postura de Kuraev como de «apoyo»). Finalmente, contestó a Chaplin y Uskov, cuyas reacciones fueron bastante menos comprensivas, con insinuaciones de homosexualidad no declarada, su táctica preferida [ru] en los debates.

De hecho, Vladimir Golyshev (coautor, junto con Belkovsky, de un libro [ru] publicado en 2006 sobre la supuesta fortuna de Vladimir Putin en el extranjero) afirma [ru] que los cargos de «extremismo» son un castigo atrasado del Kremlin por unos comentarios [ru] que hizo Belkovsky en una emisora de radio en directo el mes pasado, en los que especulaba sobre el «papel clave» que juega la «comunidad gay» en los círculos internos de la administración presidencial de Putin. Según Golyshev, esto refleja la  cortina de humo de extremismo religioso que utilizó Putin para vengarse de Pussy Riot, ya que según él, su verdadero crimen fue el concierto que dieron en la Plaza Roja un mes antes de la infame «oración punk» en la Catedral de Cristo Salvador.

La teoría de Golyshev es muy curiosa: por un lado, es verdad que el artículo del 15 de febrero no era la primera vez que Belkovsky pedía públicamente extensas reformas para la Iglesia Ortodoxa. En septiembre del año pasado, por ejemplo, la fundación de Belkovsky coorganizó una conferencia [ru] titulada «La reforma: el destino de la Iglesia rusa en el siglo XXI». Por otro lado, si creyésemos lo que dice Golyshev de que las recientes alegaciones sobre los enclaves gays de Belkovsky son el motivo de sus problemas actuales, es increíble que la reacción haya tardado tanto. Después de todo, ha pasado más de un año desde que este predijo [ru] (incorrectamente) que Viacheslav Volodin sustituiría a Boris Gryzlov como presidente de la Duma Estatal, convirtiéndolo en «el primer gay» en desempeñar este cargo (en su lugar, Volodin, que nunca ha afirmado ser homosexual, sustituyó a Vladislav Surkov como Vicepresidente de la administración presidencial de Dmitri Medvedev).

¿Y sobre el supuesto silencio de la Comunidad Ortodoxa? A Belkovsky le gusta vincular a la Iglesia con Rusia Unida, el «partido político de poder», argumentando que las dos instituciones se han convertido en una carga para Putin, cuya credibilidad internacional sufre con cada juicio a Pussy Riot y cada escándalo inmobiliario de un diputado de la Duma. Sin embargo, si observamos los debates teológicos en el foro de Internet Pravmir.ru, resulta difícil aceptar su teoría sobre un pacto religioso-secular para oprimir a los reformistas ortodoxos. Durante los últimos días, Pravmir.ru ha publicado artículos sobre Belkovsky escritos por cuatro autores diferentes: uno por el anteriormente mencionado Andrei Kuraev, así como otros del teólogo Sergei Khudiev, el Padre Nektarii y el arcipreste Andrei Efanov. Aunque Efanov sí insiste [ru] en la necesidad de desacreditar el programa reformista de Belkovsky, ninguno de ellos parece apoyar la petición de la Asamblea Federal para realizar una investigación criminal. El Padre Nektarii incluso se queja [ru] de que este intento por reforzar la ley es «más dañino [para la Iglesia] que diez Belkovskys juntos».

La actitud de Khudiev merece una atención especial. Resaltando la repetición de la palabra «intereses» en la página de opinión del 15 de febrero (por ejemplo, una reforma estaría en el «interés» de muchos creyentes ortodoxos), Khudiev sostiene [ru] que la lógica de Belkovsky es fundamentalmente ajena al espíritu de la reforma calvinista y luterana. «Una persona creyente nunca hablaría así», concluye Khudiev, sosteniendo que lo que busca es obtener resultados políticos mediante una vía religiosa.

Otros también se han preguntado si el corazón de Belkovsky está verdaderamente en ello, en cuestión de una reforma ortodoxa. Es común que este escepticismo tenga sus raíces en un antisemitismo disimulado (y a veces incluso manifiesto). Cuando Nikolai Uskov (mencionado anteriormente) respondió [ru] a la propuesta de Belkovsky, incluyó la siguiente pregunta, bastante provocadora, en un comentario sobre la osadía de este:

Меня не удивляет и попытка политолога-мирянина (православный ли он вообще?) учить церковь, как ей следует жить.

No me sorprende que este asesor-político-profano (¿será ortodoxo siquiera?) esté intentando enseñar a la Iglesia como debe actuar.

En otras partes del RuNet, los blogueros no fueron tan sutiles. En un post del 18 de febrero, la usuaria de LiveJournal Alexandra Ligamentia declaraba [ru] que Belkovsky «no es ortodoxo, si no que representa una confesión religiosa totalmente distinta». Aunque nunca llega a usar la palabra «judío», Ligamentia incluye una fotografía de Belkovsky abrazando a Boris Berezovsky, uno de los oligarcas rusos con peor reputación (y que además es judío). Y también hay un post [ru] de Mikhail Matveev LJ titulado «El artículo judío de Belkovsky sobre la Iglesia Ortodoxa», cuyo nombre lo dice todo.

En cuanto a Belkovsky, él dice que es cristiano ortodoxo practicante [ru]. Y a pesar de que su madre sí es de ascendencia judía, eso no lo ha frenado a la hora de insistir que los asuntos que conciernen a la Iglesia Ortodoxa son para él tan personales como políticos. «Soy cristiano,» Belkovsky afirmó [ru] en Polit.ru, «y tenía todo el derecho a hablar de ello [el 15 de febrero] y sigo teniéndolo».

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