Los últimos supervivientes de la Escuela de Infantería Aleppo

Como parte de nuestra colaboración con Syria Deeply [en] estamos publicando una serie de artículos que recogen las voces de los civiles atrapados en el fuego cruzado, junto con las perspectivas de escritores de todo el mundo sobre el conflicto.

Zona rural de Idlib, Siria – Adel y Ahmad, dos graduados universitarios de 24 años, son los supervivientes de un enfrentamiento entre los rebeldes y el régimen. Cuando empezó la batalla por una escuela militar cerca de Aleppo, estaban dentro cumpliendo con sus obligaciones con el ejército sirio.

Habían estado en los dos lados de la revolución con su participación en manifestaciones pacíficas contra el régimen de Assad, pero se habían negado a unirse al conflicto armado contra el gobierno.

“Me era imposible disparar al ejército», dijo Ahmad, el más locuaz de los dos. Syria Deeply se está absteniendo de publicar sus apellidos y sus fotografías a petición de sus padres que todavía viven en la ciudad de Idlib, controlada por el régimen.

En mayo de 2012, fueron capturados en un control militar y forzados a cumplir su servicio militar obligatorio, que ambos habían estado retrasando. El ejército de Siria necesitaba con urgencia impulsar sus filas de oficiales, dijo Ahmad, y puso a los dos jóvenes formados en la escuela de infantería a las afueras de Aleppo.

Idlib, Syria Revolution Memory Project

Unos 500 cadetes estaban en la clase con Adel y Ahmad, el 90 por ciento de ellos de la secta alauita, según Ahmad. Por otra parte, Adel y Ahmad son suníes. Los dos primeros meses de entrenamiento consistieron en ejercicios físicos e instrucción académica, pero se interrumpió cuando los rebeldes entraron en Aleppo a finales de julio y la ciudad más grande de Siria se sumergió en una guerra urbana brutal.

La mayoría de los cadetes fueron enviados a dirigir los controles en la ciudad. Adel y Ahmad, los afortunados, se les mandó vigilar los tres kilómetros cuadrados del campus. «Los alauitas, incluso los que eran amigos nuestros, parecían tenernos miedo», dijo Ahmad. «Cuando salíamos a patrullar, especialmente si uno era alauita y otro suní, estaban más pendientes de nosotros que de la valla que teníamos delante. Se podía sentir que no se fiaban de nosotros».

La mayoría de los oficiales supervisores eran alauitas, dijo Adel, y los comandantes dijeron a los cadetes que la lucha era contra terroristas armados, muchos de ellos extranjeros, que están empeñados en destruir el país. Incapaces de llamar a sus padres o ver canales de noticias extranjeros, los cadetes no tenían ninguna manera de verificar esta evaluación. «Insultaban al jeque Arour», dijo Adel, refiriéndose al agitador y sectario clérigo suní que tiene un programa de televisión en un canal por satélite saudita.

http://youtu.be/SHxq4VDw2lM

(Un oficial sirio deserta de la escuela de infantería).

Mientras la guerra causaba estragos en Aleppo y las noticias de compañeros que habían muerto o huido de la batalla, iban llegando a la escuela de infantería, cadetes de todas las sectas hablaban, discretamente, sobre sus planes para desertar y especulaban sobre cuando caería Assad, dijo Ahmad. Para el 1 de noviembre, la batalla había alcanzado la escuela de infantería.

Los rebeldes llevaron a cabo un asedio al campus [en] y, metódicamente, forzaron a los soldados y oficiales sirios a replegarse a posiciones defensivas, en lo que fue conocido como «la batalla de las trincheras». El coronel Ali Saeed, el comandante de la escuela, suspendió todos los entrenamientos y las clases para concentrarse en romper el asedio. Según Ahmad, explicó las retiradas como una maniobra táctica y prometió a los cadetes que los mejores tanques militares y unidades de la Guardia Republicana estaban solo a unas horas de destruir a los «terroristas».

“Nos mintieron”, dijo Ahmad. “Para el 18 de noviembre, el asedio era más estrecho y sabíamos que estábamos acabados. Todos los días, soldados y oficiales desertaban».

Las fuentes de alimentos estaban agotadas y los cadetes empezaron a comer mezclas en polvo que se usaban para hacer bebidas tipo Tang. El agua escaseaba. El pan era distribuido por avión, pero los oficiales al mando se quedaban con la mayoría de la comida, dijo Ahmad. «Incluso los estudiantes alauitas pasaban hambre», dijo.

El 15 de diciembre, los rebeldes irrumpieron en el último bastión que quedaba en la escuela. Ahmad y Adel aprovecharon la confusión para escapar, desobedeciendo así las órdenes del oficial al mando, el comandante Ibrahim Haidar, de luchar hasta la muerte. Los rebeldes suministraron comida y agua a los supervivientes, dijo Adel, y los llevaron a Aleppo durante una semana antes de enviarlos de vuelta con sus familias en Idlib.

http://youtu.be/KK8u6lEZmLU

(Los rebeldes usan un tanque para asediar la escuela de infantería).

Uno de los comandantes rebeldes, Abu Furat, [en] que murió ese día después de conseguir el control de la escuela, había retransmitido, previamente, un llamamiento público a los padres de los cadetes, para instarles a que desertaran. Pero la madre de Ahmad dijo que ella nunca había oído el mensaje, lo que no es de extrañar dado la falta de electricidad y lo poco fiables que son los servicios de internet en la mayor parte del país.

Ahora, los amigos de Ahmad y Adel, en la zona rural de Idlib, son combatientes curtidos. Uno de los rebeldes dijo que se alegraba de que sus amigos estuvieran vivos y está seguro que no eran criminales, pero no los acepta como revolucionarios. Les llamó egoístas, quejándose de que permanecieron en el ejército sirio porque Ahmad tenía miedo de perder su trabajo, mientras que Adel quería estar cercar de su nueva prometida.

Ambos hombres están planteándose dejar el país, pero sus familias ya no tienen los recursos para ayudarles a empezar una nueva vida y la competencia por los trabajos en los países vecinos es feroz. Por ahora, están relativamente a salvo y llenan sus noches sirviendo comida y té a los rebeldes que intentaban matarles solo hace unas semanas.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.