David Cave escribe un tributo a su mentor [en], el poeta de Santa Lucía, Kendel Hippolyte: «De hecho, Kendel me mostró de primera mano que hay un poder real en las palabras. Las palabras evocan emociones, conjuran imágenes, analizan, interrogan, traen recuerdos, experiencias y transportan e incluso regresan a un estudiante a su mentor y amigo.»