México: Posturas sobre “renuncia” del Embajador de EUA Carlos Pascual

Carlos Pascual, Embajador de los Estados Unidos de América (EUA) en México, renunció al cargo el 19 de marzo de 2011, en medio de expresiones de molestia por parte del Presidente mexicano Felipe Calderón por el contenido de documentos confidenciales emitidos por la Embajada a cargo de Pascual y divulgados por Wikileaks.

La decisión fue dada a conocer por la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, quien reconoció la labor llevada a cabo por el diplomático en territorio mexicano en temas diversos y de vital importancia para la relación bilateral como comercio, energía, derechos humanos y la lucha compartida por las dos naciones en contra de los cárteles de la droga [en].

Carlos Pascual, imagen de Flickr de U.S National Archives (CC BY-SA 2.0)

Los blogueros han reaccionado ante el anuncio de la Secretaria Clinton. Para Jaime Alejandro Rosales D. la renuncia de Pascual se encuentra relacionada a la divulgación de documentos hecha por Wikileaks y reflexiona sobre qué pasaría si se dieran a conocer los documentos que los servidores públicos mexicanos emplean para el ejercicio de sus funciones:

El retiro del embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, anunciado ayer, es uno de los saldos de las revelaciones de Wikileaks. En ese sentido cabe preguntarse cuántos de nuestros funcionarios, incluido el propio Felipe Calderón, dejarían de ser confiables para la ciudadanía y tendrían que renunciar si la opinión pública conociera los análisis, motivaciones y maneras que utilizan para ejercer el poder y controlar, cuando no para manipular, a la población.

Por otra parte, más allá de pretender inferir si la renuncia del embajador se encuentra directamente relacionada a los documentos divulgados y a la consecuente presión del gobierno mexicano, “immorfo” afirmó para el blog denominado El Chahuistle que se trata únicamente de una “acción unilateral” por parte de los EUA, la cual pretenderá ser aprovechada por el partido político del Presidente Calderón (el Partido Acción Nacional “PAN”) para hacerla pasar como un logro de los alegatos o cabildeos, mismos que el autor tildó de irrelevantes:

Descripciones que seguro provocaron la diminuta ira del paracaidista de Los Pinos pero sin la sustancia suficiente para provocar un despido como el de Pascual; al contrario, esto es una acción unilateral de Estados Unidos ante la cual los panistas tratan de hacerla un logro meritorio de sus gimoteos, pero el que Calderón haya considerado que es “difícil” trabajar con el ahora ex embajador es eso, un gimoteo hueco sin repercusión.

Sobre el mismo tema, Martha Anaya reconoce que es difícil de comprender la molestia del Presidente Calderón ante el contenido de los documentos divulgados, en el entendido de que embajadores que precedieron a Pascual se refirieron con contundencia a temas sensibles que en su momento denotaban la situación actual de México, y que incluso fueron referencias que se hicieron públicas por los propios diplomáticos, como es el caso de Jeffrey Davidow (quien ocupó el cargo de agosto de 1998 a septiembre de 2002). Al respecto, Anaya comenta lo siguiente:

Según le dijo Calderón al Washington Post, una de las cosas que más le molestó fue ver plasmado en los cables que en el Ejército Mexicano le tenían “aversión al riesgo”, o que no son suficientemente valientes, cuando han perdido probablemente unos 300 soldados.

¿Qué escribió Davidow al respecto en su libro “El oso y el puercoespín” (Grijalbo 2003)? Va un párrafo (las negritas y subrayados van por mi cuenta):

“Todos los días, oficiales policiacos, agentes del ministerio público y jueces son amenazados e incluso asesinados. Zonas enteras de ciertos estados están dominadas por los narcotraficantes donde el imperio de la ley no las afecta y las fuerzas del orden temen entrar en ellas.” [énfasis de la autora]

En el mismo sentido, continúa Anaya:

Vuelvo a citar a Davidow:

“Para los políticos mexicanos ha sido tradicionalmente benéfico que los vean infligir cierto daño a Estados Unidos. Por lo general, la agresión –que suele ser muy retórica y rara vez real—se controla; hay un puñetazo contundente en el ojo, más que un golpe en el cuerpo”.

Pedirle al Presidente Obama que retirara a su Embajador en México no cae precisamente en el campo de la “retórica”, pero sí resulta contraproducente en términos diplomáticos.

Así que sigo sin entender la ira de Calderón hacia Pascual. Al menos, no por las razones que esgrimió ante el Post. [énfasis de la autora]

En este orden de ideas, las reacciones de los blogueros sobre el anuncio de la Secretaria Clinton en relación a la renuncia de Pascual son variadas y de diversos sentidos; sin embargo, hasta el día que se escribe este post, 29 de marzo de 2011 (10 días después del anuncio formal sobre su renuncia),Carlos Pascual sigue ostentando el cargo de Embajador los EUA en México y aparece como tal en el sitio oficial de la Embajada estadounidense.

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