Grecia: Gas lacrimógeno bajo la Acrópolis

La crisis financiera que aqueja a Grecia ha llevado a nuevos choques entre trabajadores que protestan y la policía, más recientemente al pie de la Acrópolis de Atenas el 13 de octubre, cuando la policía antidisturbios echó gas lacrimógeno a trabajadores contratados del Ministerio de Cultura y Turismo, que protestaban en contra de remuneraciones impagas y exigían contratos permanentes. Los manifestantes se estaban atrincherando dentro de la Acrópolis, un importante destino turístico, y amenazando con bloquear el acceso el resto del mes.

Los periodistas ciudadanos no estaban en la escena, pero un video aficionados de los choques está circulando:

Las reacciones fueron diversas en Twitter, que estaba lleno de comentarios de los usuarios que veían en televisión cómo se desarrollaban los hechos.

El año pasado, el Ministro de Protección Ciudadana -que ya fue reemplazado- prometió erradicar el uso de químicos en la policía, un compromiso que todavía no ha sido honrado por el gobierno.

Dimitris Tsigos estaba indignado por el uso de gas lacrimógeno debajo de la «roca sagrada», y dijo:

Es absolutamente horrible y repugnante. Echar gas lacrimógeno a manifestantes a pocos metros del Partenón, el supremo asilo de historia antigua. #EU

También se apropió de un conocido lema del Ministerio de Cultura y Turismo, que se ha convertido en el blanco de muchas bromas en años recientes:

La campaña de «Respira tu gas en Grecia» está de vuelta. Ahora vive en la Acrópolis. #TeargassedInAcropolis

El científico político Christos Valtadoros criticó a los trabajadores que se manifestaron,

Trabajadores contratados del Ministerio de Cultura que no respetan la Cultura.

Y el abogado George Giannaros cuestionó sus demandas y el método que escogieron para protestar:

La definición de demandas democráticas: solicitar ilegalmente permanencia en el servicio civil y cambiar los candados en la Acrópolis. WIN

Exarvi propuso un medio de protesta menos perjudicial,

Los trabajadores contratados que protestaron deberían hacer una protesta «espectacular» pero dejar que los turistas entren a la Acrópolis.

El productor de películas Yannis Koutsomitis fue inflexible:

Es retorcido e inaceptable que estén sin pago. Pero en mi opinión, la Acrópolis nunca, jamás debe cerrar. Por ninguna razón, punto.

@The_Stranger_gr, periodista desempleado, observó estoicamente que las protestas y la violencia policial se han vuelto una forma de vida en los años recientes:

Te despiertas. Ves policías en la televisión echando gas lacrimógeno y persiguiendo manifestantes. ‘Solamente otro día normal en Atenas», piensas.

Discrepando con esta perspectiva, el fotógrafo Craig Wherlock acusó al gobierno de intransigencia en su blog:

Una vez más las autoridades han mezclado indiferencia, incompetencia y violenta exageración en un volátil cóctel que confirma la peor opinión que muchos griegos tienen del gobierno.

En lugar de negociación y discusión, se usaron varas y gas lacrimógeno, inflamando así una situación tensa y mandando al mundo exterior el mensaje que Grecia está llena de enfrentamiento violento. Por supuesto, este no es el caso, pero con esas imágenes, las autoridades están dando todo lo que está en su poder para promover esta idea.

El blogger krotkaya acusó al estado de haber abandonado financieramente a los sitios arqueológicos y meditó amargamente sobre el significado moderno de cultura:

Si vemos a la historia y a la civilización como buenos solamente para los museos y los libros de texto, e irrelevantes para nuestras vidas, entonces obviamente trabajadores que protestan y banderolas comunistas en la Acrópolis, y el montaje de foto Focus nos ofenden.  [..] De todas maneras, qué simboliza este monumento: la medida de la Antigua Atenas, equilibrio, lógica, democracia. [..] Si percibes así el monumento, vivo, pulsante, respirando, entonces probablemente entiendas por qué se sofocó con el gas lacrimógeno [..] La civilización griega no fue profanada hoy; lo que pasó fue la cereza del pastel de la subversión política y el sabotaje de la civilización, en curso desde hace muchos años.

Sotiris Koukios no tuvo respuestas fáciles, solamente preguntas que han estado presentes en el discurso político durante años:

¿Dónde termina el derecho a protestas? ¿Hay límites? ¿Ayudará la atención de los medios globales sobre estas protestas para poner presión al gobierno?

¿Dónde está el límite de la respuesta del gobierno, sobre todo cuando el estado está errado y no ha pagado a estas personas por tanto tiempo? ¿Son la solución los escuadrones antidisturbios? ¿Y este clase de conflicto constituye una solución? ¿Mejora su posición internacional? ¿Mejora en algo la situación financiera del país?

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